Aitor Saraiba: "La artesanía puede ser la única salida para las próximas generaciones que quieran dedicarse al arte"

Dibujo, cerámica, textil, pintura, documentales, fotografía, novela, poemarios... es difícil encontrar una disciplina o un soporte en los que el arte de Aitor Saraiba (Talavera de la Reina, Toledo, 1983) no haya dejado su impronta. Licenciado en Bellas Artes, sus trabajos se han expuesto en galerías y museos de toda España (MUSAC, Thyssen-Bornemiza, La Casa Encendida...) mientras es demandado por marcas como Levi's, Converse o Gucci, entre otras, para distintas iniciativas y campañas.

Autor de vanguardia, en la última década su colaboración con el Centro Cerámico Talavera ha posibilitado que su lenguaje audaz se sume a técnicas de siglos atrás (la técnica Talavera, reconocida como Patrimonio Cultural) para reivindicar la tradición desde un lenguaje emocionante y nuevo. Y todavía tiene más y nuevos proyectos.

Viajamos con él hasta Mollina (Málaga), donde lo acompañamos al ‘Rural Youth Art Summit’, un encuentro de la Red Española de Desarrollo Rural (REDR) que congrega a la excelencia del mundo del diseño y la artesanía de nuestro país, y en donde compartiría su experiencia en la industria. Allí hablamos con él.

¿Cuándo decidiste que querías vivir del mundo de la artesanía?

Decidir vivir del mundo de la artesanía no es un plan al uso, como hacerte abogado o funcionario. Vivir de la artesanía es como una rebelión contra todos los sistemas, es algo que sucede casi por tu trabajo y por tu posición —incluso política— en el mundo y decides tomar ese riesgo. Y es algo que yo en mi casa, en Talavera, he visto desde muy cerca en lo relacionado con el mundo de la cerámica por ejemplo. 

¿Crees que en España es fácil trabajar en este sector?

Creo que puede ser una referencia: en Castilla-La Mancha hay una artesanía excelente y el Centro Cerámico de Talavera es un buen referente, por ejemplo, de arte contemporáneo. Me gusta creer que podemos ser en algún momento una referencia de pequeños talleres y producciones en los que la gente puede vivir de esto (aunque sea difícil). Yo creo que en la artesanía hay que arrojar mucha luz para las próximas generaciones, puede ser la única salida para mucha gente que quiera dedicarse al arte o al diseño.

¿No te has planteado adentrarte en el mundo de la moda?

Yo creo que el mundo de la moda siempre ha sido una influencia directa en mi obra porque el bordado en sí, en nuestro entorno, ha estado muy vinculado los trajes regionales y gran parte de la influencia que tenemos los artistas textiles viene de la moda más tradicional. Muchas de las prendas que hago son para ponérmelas.

En mi trabajo se extralimita esa línea de hacer una pieza y colgarla en una pared, o ponérmela a modo de pañuelo. De hecho, gracias a esto han nacido muchas veces algunas de las colaboraciones de ropa con las marcas que conozco. 

Gucci, Levi’s… ¿Qué puedes comentarnos acerca de tus colaboraciones con las marcas?

Algunas de mis primeras colaboraciones fueron precisamente en el mundo de la moda. Sisley me invitó a ir a Milán, al Vogue Fashion Night, para hacerles una camiseta y el diseño de todos sus escaparates. También fui con ellos a Florencia al Pitti Uomo y les diseñé toda la marroquinería. Con Levi’s he colaborado varias veces, la última para conmemorar el 149 aniversario del pantalón Levi’s 501, que luego se expuso en la Flasgship Store de Madrid. También he trabajado con Gucci en dos eventos, en Madrid y Barcelona, en el que la gente traía sus bolsos antiguos de la marca y ellos se los cambiaban por un 'budget' para comprar nuevas piezas.

Con Converse hicimos unas piezas en las que usé cerámica de mi pueblo, y la acción consistía en contar una historia a través de tus Converse. Todos estos proyectos son muy bonitos y, si me diesen a elegir, ahora mismo me encantaría colaborar con Loewe porque me encanta Jonathan Anderson, lo admiro muchísimo.

¿Te plantearías hacer una colección de moda propia? 

Para mí sería un sueño. Hacer una colección con la ética, el tipo de tejidos y diseños sería un auténtico sueño, porque lo más bonito del arte textil es llevarlo puesto. 

¿Dónde encuentras la inspiración para tu arte?

Normalmente la inspiración me suele encontrar a mí. Yo vivo en el bosque, en una casa de piedra tradicional donde bebemos agua del arroyo, nos calentamos con leña… Y para mí ese tipo de vida siempre ha sido una inspiración. Te demanda mucha atención, mucho tiempo y mucho silencio y ese proceso me resulta muy inspirador.

Las plantas con las que trabajo, el tipo de tejido… incluso las historias que cuento están vinculadas a ese tipo de vida que tiene mucho que ver con esos ritmos más lentos dentro de un mundo que cada vez nos exige más velocidad.

Actualmente estás haciendo una tesis de artistas femeninas médiums y estás finalizando la producción del documental 'El Círculo Mágico'. ¿Cómo sacas tiempo para todas estas disciplinas? ¿Con cuál te quedas?

Es mi vida. Yo trabajo 27 horas al día [ríe]. No hago otra cosa. Ahora estoy con el libro nuevo, la colección de cerámica que vamos a sacar… Pero es que yo tengo el trabajo más bonito del mundo, ¿qué voy a hacer si he tenido esa suerte?

Si no te dedicases al mundo de la artesanía, ¿qué serías?

Estaría muerto (ríe).

¿De dónde proviene todo el material que utilizas en tus piezas? ¿Por qué es importante para ti confeccionar tu propio tejido?

La mayoría del material es reciclado o recuperado (sábanas antiguas, botones de camisas viejas, hilos de los años 70…). Trabajo mucho también con los tintes naturales, que es una parte que para mí es importante, la de crear tus propios colores con las plantas o todo aquello que tengas en tu entorno.

Me resulta muy importante porque es un posicionamiento político, es una forma de estar en el mundo; intentar comprar el menor textil que pueda me resulta fundamental. Gracias al momento de circularidad que la moda está viviendo y la visibilidad que la prensa le está dando, también me ha ayudado a tener yo también más visibilidad. Es una respuesta a esa forma de consumir desmesurada que tenemos ahora.

Las redes sociales son en este momento una ventana para conseguir visibilidad. En caso casi con 100K seguidores, ¿consideras que te han ayudado?

Son mi herramienta número uno, sin ellas no tendría trabajo porque a día de hoy cuando me llama una marca o una institución es porque han visto mi trabajo en las redes sociales. Gracias a ello puedo vivir en el bosque, que aunque esté en medio de la nada el Internet funciona perfectamente (ríe). Para mí Instagram es una ventana a mi trabajo, es una herramienta laboral que me encanta.

Desde tu punto de vista, ¿está viviendo la artesanía una nueva época de oro?

Yo creo que sí. Era necesario y en parte creo que ha sido gracias a los periodistas. Estoy muy agradecido a que la prensa esté poniendo sobre la mesa algo en lo que mucha gente estamos trabajando desde mucho tiempo, en muchos momentos hemos sido tratados como de ‘segundo nivel’, y ahora parece que la situación está cambiando.

Si una persona cogiera un trozo de tela, una aguja y unos botones e intentara hacerse una camisa, dejaría de comprar camisas por diez euros. Que se esté poniendo en valor no la obra final, sino también el proceso, es poner en valor la artesanía.

Has mencionado en alguna ocasión ‘el poder de la aguja’, ¿a qué te refieres?

Creo que habría que hacer una tesis doctoral sobre la aguja, porque es una herramienta muy poderosa. ¿Tú sabes la de mujeres que han podido independizarse económicamente por tener solo una aguja? Muchas veces no necesitamos más que eso para crear todo lo que necesitamos, esa ropa. Una aguja es un símbolo de poder y de rebelarnos contra un sistema que nos hace creer que muchas veces no somos capaces.

Lo que más te gusta y lo que crees que es más difícil de tu trabajo

Lo que más me gusta es lo que me conecta, no solo con mis orígenes, sino también con otras culturas y lugares con los que encuentro cosas muy similares. Por ejemplo, ahora voy a México y en enero a Japón y me encanta que mi trabajo, el bordado, me lleve a esos lugares donde hay cosas muy similares. Es una forma de demostrar que más allá del poder de la palabra, hay un lenguaje universal a través de las manos que nos une.

Lo más difícil es la forma de mostrarlo. En mi caso yo tengo bastantes seguidores en Instagram y eso me da visibilidad, pero a veces mostrar este tipo de trabajos es realmente complicado porque una foto no le hace justicia. Echo de menos espacios o centros de arte en los que tuvieran en cuenta este tipo de obras. Tenemos que investigar el soporte en el que tenemos que mostrar nuestro trabajo para que de verdad se pueda apreciar como se merece.

¿A quién consideras un referente?

A mi madre, pues es la primera persona que me enseñó a coser. Pero hay otras figuras como por ejemplo Josefa Tolrá, que es una bordadora y artista plástica de los años 50 y 60 de Cataluña que para mí es una referencia absoluta. Esa unión entre lo textil y el dibujo, esa manera de narrar historias a través de lo visual, la comparto con ella completamente.

¿Qué consejo le darías a alguien que desea iniciarse en este ámbito en su trayectoria profesional?

Que crean en su territorio porque en él encontrarán todas las respuestas. No hay que irse tan lejos para encontrar la inspiración y los materiales que necesitamos. En tu tierra segurísimo hay gente que sabe las técnicas y conocimientos que están a punto de perderse y que están felices de enseñarnos.