¿Tiene sexo tu cerebro?

La prestigiosa científica Gina Rippon define como “neurobasura” la idea de que hay cerebros femeninos y masculinos.

¿El cerebro de las mujeres y los hombres es igual?

¿El cerebro de las mujeres y los hombres es igual?

/ Imdb

¿Rosa o azul? ¿Precavida o arriesgado? ¿Promiscuo o monógama? ¿Entiendes los mapas o interpretas las emociones? ¿Matemáticas o literatura? ¿Eres de Venus o de Marte? ¿Tienes un cerebro femenino o uno masculino? Gina Rippon, catedrática de Neuroimagen Cognitiva de la Universidad de Aston y autora del libro 'El género y nuestros cerebros' (Galaxia Gutenberg), cree que todas estas preguntas carecen de sentido, como ha explicado en una conferencia impartida en la Fundación Ramón Areces, en Madrid.

Su trabajo le ha llevado a rebatir los estereotipos, algunos establecidos por estudios científicos precedentes, que atribuyen muchas de las diferencias individuales de comportamiento, aptitudes, logros, personalidad, incluso esperanzas y expectativas al género del cerebro. Según concluye en su libro, todo eso es “neurobasura”, un concepto que define como “mentira condescendiente” que ha servido para justificar desde la biología la discriminación de la mujer.

Rippon, considerada una de las mejores especialistas en interpretación de imágenes cerebrales, ilustra sus conclusiones con una idea básica: es demasiado simplista asegurar que el cerebro femenino está dominado por el hemisferio izquierdo, el emocional, y el de los hombres por el derecho, dominado por la lógica. Los datos demuestran que no todas las mujeres tienen la parte izquierda del cerebro más desarrollada y, de hecho, esa es precisamente una característica en muchos hombres.

Estereotipos ‘científicos’

Hace un siglo se asumía que el tamaño más reducido del cerebro femenino explicaba su inferioridad intelectual. En efecto, de media es un 10% más pequeño, sin embargo, en este caso el tamaño no importa como demostró el estudio anatómico de Albert Einstein, con un cerebro también inferior al del promedio masculino.

El avance de la ciencia y, especialmente, de las técnicas de diagnosis a través de imagen fue refutando muchas de esas teorías vinculadas al género, pero afirmando otras porque, según Rippon, no fueron bien utilizadas desde el comienzo. El análisis de las resonancias magnéticas que muestran los cambios en determinadas áreas del cerebro cuando una persona realiza diversas tareas o experimenta emociones se hizo perpetuando esos estereotipos, con un enfoque neurosexista.

Hoy en día se emplean nuevos patrones de estudio con los que examinar el cerebro centrados en sus conexiones, es decir, en la actividad del sistema nervioso. De esa forma se ha constatado que es un mosaico con diferentes rasgos que nunca son exclusivos de un sexo, aunque es cierto que algunos de ellos son más comunes entre los hombres y otros, entre las mujeres. Los investigadores que, como Rippon, luchan contra el ‘neurosexismo’ no niegan ciertas diferencias de género: “Por supuesto que las hay. El cerebro es un órgano biológico. El sexo es un factor biológico. Pero no es el único factor”.

Por tanto, la mente es plástica y maleable. Cambia constantemente gracias a la educación, a los trabajos que realizamos, a las aficiones que disfrutamos… Es el reflejo de lo que vivimos, no solo del sexo de su propietario. Rippon invita en su libro a superar esa visión binaria del cerebro y a verlo como unos órgano complejo, individual, profundamente adaptable y de un potencial ilimitado. Desde la ciencia, nunca ha existido un mayor alegato por la igualdad.

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