¿Te hace más feliz comprarte unos zapatos o vivir una experiencia?

Se nos ha caído un mito y ha vuelto a renacer otro: Compráte algo material cuando estes triste, te sentirás mejor.

Something Navy
Something Navy / @somethingnavy

Cuando Leon Tolstoi decía que todas las familias felices eran iguales quizás no existía esta investigación de la Universidad de British Columbia en Canadá que asegura que hay tres tipos de felicidad y tres maneras de ser felices.

Estos mismos investigadores echan por tierra la verdad establecida (y políticamente correcta) de que te hace más feliz invertir en una experiencia que en un bien material, pongamos unos zapatos. La primera felicidad que describen los expertos es la anticipatoria, aquella que experimentamos preparando un viaje o ante la perspectiva de comprarnos algo nuevo o de volver a ver a un ser querido.

La segunda es la felicidad momentánea que es la que vivimos aquí y ahora cuando disfrutamos de algo en el momento presente, (y nos compramos unos zapatos). La tercera es la felicidad crepuscular, aquella que nos embarga cuando tenemos un buen recuerdo. Por ejemplo, cuando nos reímos solos de algo que ya ha pasado.

Muchos estudios antiguos sobre la felicidad que proporcionan las compras analizan la felicidad anticipatoria, y preguntan a los participantes qué sentían pensando en una futura compra. Otro enfoque empleado es medir cómo se siente una persona días después de la compra. Sin embargo se ha estudiado poco la felicidad que puede embargar a un ser humano cuando compra algo que quiere, solo para darse el capricho.

Por otro lado siempre se ha creído que un viaje, una visita al zoo deja muy buenas senaciones que volverán a ser recordadas una y otra vez, aunque en el moento de la visita el niño, por ejemplo, haya llorado porque tenía miedo a los leones. Lo que dicen los científicos sobre las compras es que son una apuesta segura tanto para la felicidad momentánea como para la crepuscular. Somos felices el día que compramos los zapatos y cada vez que nos acordamos que son nuestros y que están ahí, flamantes, en su caja.

Además, seguirán mucho tiempo junto a nosotros, no como una excursion al zoo, que sólo permanecerá medio distorsionada en la memoria. Según sus autores Weidman y Dunn, las experiencias nos brindan una mayor felicidad general pero quizás estén sobrevaloradas porque nadie ha estudiado a fondo la felicidad momentánea.

Según sus estudios las personas que invierten su dinero en comprar un objeto material sienten una felicidad más intensa. “Las compras materiales tienen una ventaja que no se ha reconocido porque siguen proporcionan episodios de felicidad momentánea varias semanas después de que se haya adquirido el objeto en cuestión”.

 

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