Cuidados emocionales tras el empacho familiar del verano

Tras el verano, si no hemos ido con cuidado, es muy probable que nos hayamos quemado. 

¡Tómate con calma la vuelta a la rutina!

¡Tómate con calma la vuelta a la rutina!

/ D.R.

Las largas horas de sol en la playa, los paseos a media tarde con el rayo en la espalda y los almuerzos en terraza sin sombrilla dejan huella, nuestra piel se resiente, se inflama. Llega septiembre y durante una semanas nuestra piel nos recuerda el verano de exposición extrema. 

La piel no es lo único que exponemos en la época estival. Para muchos es el momento de reunión familiar. Tras un año intenso, todos de arriba abajo, viéndonos lo justo, llegamos a las ansiadas vacaciones. Ya sea una escapada familiar a algún sitio exótico o la reunión en la casa de veraneo de toda la vida, todas las reuniones tienen algo en común:  Todos juntos en el mismo sitio, con mucho tiempo, muchas ganas y muchas manías.

Estas reuniones son como el sol, pasamos todo el año sin apenas verlo y de golpe y porrazo nos exponemos a un intensivo de 24/7. En ocasiones estas relaciones familiares son complejas. Frustración, desilusiones, celos, rencores, engaños, un entramado de emociones que van apareciendo a medida que pasamos unos días juntos.

Como la piel, si no nos hemos protegido y nos hemos expuesto demasiado,  nuestro equilibrio emocional también se ve dañado. Igual que cuidas tu piel, tras episodios de este tipo, debemos cuidarnos emocionalmente.

No buscar culpables

Al fin has llegado a tu casa de vuelta. Por fin tus horarios, tu ritmo. Estas feliz, hasta que te preguntan:

-¿Qué tal las vacaciones?

- ¡Genial! Qué dura la vuelta.-mientras piensas- Hubieran sido perfectas si mi hermana no hubiera bla, bla, o si mi tío no estuviera bla, bla.

Las vacaciones no han sido lo que esperabas y has vuelto casi más cansada de lo que te fuiste. Buscar culpables y revivir una y otra vez lo ocurrido no te va a ayudar a recuperar el equilibrio emocional.

Pasar página

Lo que pasa en las Vegas se queda en las Vegas. Podríamos utilizar la misma fórmula para esas broncas veraniegas. El contexto en el que se han producido es particular, intensidad 24/7. La convivencia familiar entre adultos no es fácil, cada uno tiene sus normas, sus formas y sus prioridades. Una vez hemos vuelto cada uno a su rutina no debemos arrastrar conflictos que son fruto de malos entendidos en la convivencia. Hay que pasar página, quedarnos ahí pegados solo nos va a hacer la vuelta más dura.

Establecer límites

Es muy posible que alguien haya contribuido especialmente al malestar del grupo o que la relación se haya quemado tanto que se ha llegado a un punto de no retorno. En ese caso es importante establecer límites para el próximo encuentro. ¿Puedes detectar en qué puntos de produce el conflicto? ¿Cuáles son los temas que generan mayores roces? . En ese caso ya tienes claros los temas delicados que hay que evitar o tratar con especial cuidado.

Una frase que se repite en estos encuentros es “es mi casa, son mis normas”. Puede que seas tu quien recibe o que seas el invitado. Para evitar malos tragos en la próxima visita inicia una conversación donde queden claras esas normas. No es cuestión de evaluar si están bien o mal, es o es entrar de nuevo en conflicto, sino de tenerlas claras para evaluar cuales puedes cumplir y cuales no. Quizás hablando podéis llegar a un punto intermedio. En caso contrario, de no llegar a un acuerdo, debáis buscar la forma de estar juntos pero no revueltos para no volver a repetir un episodio amargo la próxima vez.

Pedir ayuda

Compartir tu experiencia con tus amistades es fundamental para poder superar el mal trago. No te lo guardes, con toda probabilidad tu amiga se haya encontrado en una situación similar si no ha sido este verano, las pasadas navidades. Descárgate en tus amigos y quitarle hierro al asunto, en todas las casas cuecen habas.

Si el problema te afecta en tu día a día considera apoyarte en un profesional. No puedes cambiar lo que ha pasado pero si puedes cambiar cómo tomártelo y como seguir en adelante, un coach puede acompañarte en eso.

Lucía Mayor, Coach Ontológico.

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