Tu casa te engorda si...

A veces no necesitas mucho para ganar peso. Desde que entras a tu casa todo conspira contra ti, sin darte cuenta has diseñado y organizado tu casa para engordar.

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mypeetoes / Paula Ordovás

Si cumples más de cinco de las siguientes diez premisas debes, además de ir al gimnasio, repensar tu casa y cambiar algunas cosas de sitio. 

1. Las estanterías de la cocina están a rebosar de comida

Parece que acabas de sobrevivir a la posguerra o que estás a punto de atravesar el desierto. El exceso de comida casi siempre significa que comes más de lo necesario. Muchas veces tener alimentos a la vista y en grandes cantidades es suficiente para pegarse un atracón. 

2. Guardas la fruta en la nevera o en el cajón

Si escondes los alimentos saludables y no los tienes a la vista acabarán estropeándose. Muchas frutas no necesitan ser refrigeradas. Si no las ves las olvidarás y cuando estés muy ocupada te será más fácil abrir una bolsa de patatas que cortar un trozo de fruta. 

3. Pones la calefacción muy alta

Las altas temperaturas pueden ser confortables en invierno pero te ayudan a ganar kilos y a almacenar calorías. La razón es que el organismo no tiene que hacer ningún esfuerzo para mantener su temperatura corporal, según sugiere un estudio publicado este años en la revista Trends in Endocrinology & Metabolism. El resultado es que el metabolismo se ralentiza. 

4. La bicicleta estática y otros complementos de hacer ejercicio están escondidos en los armarios

Es normal que quieras ocultar tus máquinas de ejercicio porque como elemento de decoración no están muy bien logrados, pero esto supone que te dará pereza sacarlos a diario. Así que si tu prioridad es perder peso quizás tengas que sacrificar la estética de tu salón. 

5. Invitas a cenar a la gente equivocada

“Mira el peso de tus amigos, acabarás comportándote cómo lo hace la gente con la que más tiempo pasas”. Eso dice el Doctor James O. Hill, director del Centro para la Investigación de la Obesidad y la Nutrición de Colorado. Según su teoría, si la mayoría de tus amigos tienen hábitos sedentarios, es decir, son de los que se sientan a beber cerveza y a tomar patatas fritas, pues acabarás haciendo lo mismo.

6. La casa no tiene mucha luz

Cuando no duermes suficiente, tu cuerpo reduce el nivel de las hormonas que controlan el apetito, así que tendrás más riesgo de atracones. Un estudio publicado en la Revista Internacional de Endocrinología demostró que los adultos con trastornos del sueño que se exponían a pocas horas de luz natural tenían concentraciones más bajas de leptina, la hormona que regula el apetito. 

7. Sirves la comida en fuentes

Es fácil tomar una ración extra de puré de patatas si tienes la fuente delante, incluso cuando no tienes hambre. Te lo pensarás dos veces si te tienes que cruzar la casa para ir a por más. 

8. Tu casa es demasiado confortable en la noche

Llegas a casa, cenas, te vas al sofá, te arropas con la mantita, te pones una serie, por supuesto mando automático mediante. Ni se te ocurre levantarte del sofá hasta que no decides irte a la cama. Esta vida muelle y sedentaria supone que empiezas el descanso nocturno antes de tiempo y que tu cuerpo está en modo descanso demasiadas horas. 

9. Tienes muchas televisiones y ordenadores

Más horas de televisión se asocian  con un elevado riesgo de sobrepeso y obesidad. El tiempo frente a una pantalla es tiempo sedentario. Además, muchas veces nos sentamos ante la televisión como un modo de consumir tiempo, en realidad no nos interesa demasiado lo que estamos viendo, pero ahí estamos. 

10. Los platos son demasiado grandes

Los platos enormes pueden ser bonitos pero son un tiro de gracia para la dieta, porque uno tiende a llenar los espacios vacíos, en este caso de comida.

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