6 reglas para ser feliz (y dejar de quejarte)

Grumpy cat
Grumpy cat

¿Cómo cambiaría tu vida si estuvieras UN MES sin quejarte? Ese fue el experimento que hizo el músico Leah Shapiro y otras mil personas. Todas firmaron un compromiso para pasar un mes sin quejarse de nada. Ni del gobierno, ni de la pareja, ni del trabajo, ni del calentamiento global. El proyecto tenía hasta nombre en inglés: "Complaint Restraint Project" (Proyecto de Control de Quejas) y su objetivo era reducir al mínimo los pensamientos negativos para tener una vida mejor. Y eso lo iban a conseguir simplemente eliminando cualquier queja.

Esto que parecía muy fácil, no lo es en absoluto. Muchas veces nos quejamos por hábito y no somos conscientes del tiempo que pasamos quejándonos por unas cosas o por otras.

En una conversación promedio pasamos cerca de once minutos quejándonos. Y ya se sabe que nada une más a las personas que una queja o un enemigo común. Digamos que la queja nos ayuda en nuestra visa social porque es el modo más fácil de construir una amistad en poco tiempo.

Sin embargo quejarse también tiene un lado oscuro. Según Jon Gordon, autor del manual "The No Complaining Rule" (La regla de no quejarse) la queja genera una sensación de estar amenazados que nos mantiene en guardia y con los niveles de estrés disparados.

Y ese estado de alerta continuado tiene un coste. Cuando nos quejamos nuestro cerebro libera hormonas del estrés que dañan las conexiones neuronales en áreas del cerebro dedicadas a las funciones cognitivas y a la resolución de problemas. Esto también nos pasa cuando tenemos cerca a alguien que está continuamente quejándose. El efecto es parecido a ser fumador pasivo, llamémosle quejica pasivo. Por eso algunos expertos proponen que igual que se prohíbe fumar en una oficina se deberían prohibir también las quejas, pues son contagiosas.

¿Pero es posible vivir sin quejarse? Al parecer si eres quejica por naturaleza y tienes el hábito instaurado es bastante difícil Incluso los creadores del experimento en cuestión fracasaron en su misión durante un año. Es decir, intentaban estar un mes sin quejarse pero por algún motivo tenían que romper el compromiso y quejarse, y eso los obligaba a empezar de cero otra vez.

Al final lo consiguieron y proponen una lista de tips para superar el reto de estar un mes sin quejarse. Luego, aseguran, cuando se comprueba que la vida marcha mejor, es más fácil mantener las quejas en un nivel mínimo para vivir mejor.

 

1. Empieza definiendo qué es una queja

¿Decir que hace frío fuera se puede considerar una queja? Pues no, es una observación. Una queja sería: “Hace frío fuera, odio vivir en esta ciudad”. La queja se define por el modo en que te hace sentir, es decir una queja debe hacerte perder fuerzas y energía

2. Determina con qué frecuencia te quejas y cuáles son las quejas más comunes. El resultado de este estudio sobre ti misma puede ser devastador, después de dos o tres horas de observación hay personas que se dan cuenta de que se han quejado hasta 100 veces.

3. Separate de los quejicas crónicos.

Como hemos dicho la queja es contagiosa. Si estás tratando de eliminar la queja de tu vida tendrás que alejarte de todo el que practique el deporte de la queja. Muchas veces no tendrás que hacer un gran esfuerzo, bastará con que no los retroalimentes, sino encuentran en ti alguien que responda sus quejas buscarás otro refugio.

4. Convierte las quejas en soluciones.

Se llama “queja positiva” o “queja efectiva. Y podría traducirse en “No te sientes a admirar tu problema y haz algo al respecto”.

5. Usa la técnica del “pero” positivo.

Si encuentras que algo te desagrada, quéjate y luego añade un “pero” y búscale el lado positivo. Por ejemplo: “No me gusta ir al trabajo conduciendo PERO estoy agradecida de poder conducir y de tener trabajo”. Es un truco para neutralizar la parte negativa de la queja.

6. Cambia el “tengo que hacer ” por el “voy a hacer”.

En lugar de “Tengo que ir a buscar a los niños al colegio”, di mejor “Voy a buscar a los niños al colegio”. Con este cambio de construcción gramatical eliminas el sentimiento de obligación e introduces una versión má positiva del asunto.

Cuando finalmente Shapiro consiguió completar el reto de un mes sin quejarse su conclusión fue que había sido “difícil” pero había valido la pena. Según explica, durante ese mes en el cual no se quejó nunca, le pasaron cosas buenas y estuvo mucho más contenta. Aprendió a lidiar con la negatividad haciendo clases de yoga y escribiendo un diario.

También notó que su productividad aumentaba y finalmente empezó un proyecto que llevaba varios meses retrasando.

Ahora dice que va a intentar extender su reto de no quejarse a un año completo. Algo todavía más difícil de conseguir. De momento no te pediremos tanto, pero al menos intenta probar el proyecto “Un mes sin quejas” a ver si es verdad que tu vida cambia. Nosotras haremos lo mismo, a ver si somos capaces o si clasificamos en el apartado de quejicas crónicas.

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