Ligar, buscar piso o trabajo, incluso quedar... Todo era muy distinto cuando no existía Internet

Mañana se celebra el Día Internacional de Internet en todo el mundo y te contamos cómo hemos cambiado desde que la Red llegó a nuestras vidas.

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¿Cómo nos ha cambiado la vida internet?

/ Cordon Press

Hoy, 17 de mayo, se celebra el Día Mundial de la Sociedad de la Información, más conocido como el Día de Internet. No mucha gente sabe que esta conmemoración internacional se creó impulsada por la Asociación de Usuarios de Internet de España y se celebró por primera vez el 25 de octubre de 2005. Como en toda fiesta que se precie, se festeja y hasta se dan premios, pero sobre todo se exige que se democratice la Red para que llegue también a los colectivos más desfavorecidos y así acabar con la brecha digital que en nuestro país, según datos de UGT, se mantiene en un preocupante 45% entre los trabajadores de nuestro país. Y es que, aunque nos sintamos todos muy digitales, lo cierto es que el 70% de los españoles tiene un nivel básico o menor en informática. Quizá uno de los motivos sea que, no hace tanto, vivíamos en el pasado, en la era predigital. Os recordamos cómo era la vida antes de estar todos sumergidos en la Red, que nació a principios de la década de los años 80. Desde apuntar los cumpleaños -que hoy nos recuerda Facebook- a comunicarte de inmediato con tus seres queridos aunque estés en la otra punta del mundo, con vídeo incluido son muchas las cosas que nos ha cambiado Internet. Hemos incluido diez puntos, pero seguro que se te ocurren muchos más.

1. Perderte hasta en tu misma ciudad. Aunque suene raro, hubo un tiempo en el que no existían los GPS, ni los ‘smartphones’. Así, cuando íbamos de viaje siempre llevábamos un mapa que intentábamos seguir con mayor o menor fortuna. No había vocecitas que te indicarán el camino e, incluso tu propia ciudad, tenías que salir bien pertrechado con un callejero (¿alguien recuerda los callejeros?) porque si no, lo más probable es que acabarás perdido hasta en el lugar que te vio nacer. Los bolsos pesaban más, mucho más, con tanta guía como hacía falta en la era predigital.

2. Quedar a lo loco con tus amigos. Porque antes de las redes sociales y la mensajería instantánea, se llamaba por teléfono, el que había en casa, para quedar y una vez salías a la calle rumbo a tu cita, te quedabas más solo que la una además de totalmente desamparado. Y si (tus amigos, pareja o lo que fuera) no llegaba... ¡Ups! A buscar una cabina telefónica, esos armatostes hoy de museos que además solían estar rotas siguiendo la cruel Ley de Murphy. ¿Cuántas personas habrán dado vueltas sin fin por la Puerta del Sol buscando a sus colegas?

3. Comprar el periódico. Parece mentira pero antes se solía comprar la prensa diaria. No solo eso, sino que además los domingos era costumbre habitual bajar a la calle -aunque fuera en pijama con una gabardina por encima y con pelos alocados- a comprar tu periódico favorito con sus correspondientes suplementos. Luego desayunabas leyéndolo e incluso comentabas las noticias con tu familia o amigos. Había quien hasta llamaba para comentar las noticias y despellejar un poquito, en aquel mundo pre-Twitter. Aunque todavía queda gente, como quien escribe, que trata de mantener esta sana costumbre, lo cierto es que solemos consultar las noticias en los medios digitales.

4. Reservar una casa rural sin ver fotos. Otra característica del mundo antes de Internet era que cuando íbamos a pasar un finde fuera, nos tocaba reservar la casita rural o hotel playero sin ni siquiera ver unas fotos. Ni tampoco saber qué pensaban otras personas que habían estado antes. En aquella época se consultaban las páginas amarillas -esos tomos prehistóricos que aún siguen circulando por algunas casas- y te tocaba llamar y llamar, haciendo todo tipo de preguntas para hacerte una idea de cómo era el lugar. O, como mucho y si tenías suerte, seguir la recomendación de algún amigo que te hiciera una buena recomendación. Como es lógico, estos amigos pre-influencers, eran muy cuidados y apreciados.

5. Ligar en la edad pre-Tinder. Antes de las Apps, de las redes sociales y del mundo digital, lo suyo era tratar de conocer gente nueva a la manera tradicional. O te presentaba algún conocido o te tocaba ir de bares a ver si había suerte. Eso sí, si te interesaba mucho el tema siempre podías recurrir a las páginas de contactos de los medios de comunicación, donde aparecía el anuncio de la persona interesada con un apartado de correos al que mandabas tu carta. Si mostraba interés, comenzaba un intercambio de misivas -nada de correos electrónicos, ni mensajitos, claro- que podían conducir, en el mejor de los casos, a un tórrido encuentro o, incluso, acabar en boda. Vaya, que Tinder y similares no han inventado nada, aunque lo cierto es que han sofisticado mucho el tema. Hoy, según un estudio de Meetic, el 63% de los jóvenes españoles buscan el amor por Internet, aunque claro, hay quien busca otras cosas, algo que también pasaba antes…

6. La odisea de buscar casa o trabajo. Imagina que vas a buscar una nueva vivienda. Seguramente, lo primero que harías sería irte a alguna web a mirar hasta que encontraras algo que te interesara. Vale, pues ahora imagina que todos esos portales han cerrado. Así, en blanco y negro, era el mundo antes de Internet. Digo blanco y negro porque tocaba pillar un periódico bien temprano -todo el mundo sabía que las mejores ofertas volaban- y anotar con un bolígrafo los teléfonos para, otras vez, llamar y pedir cita. Sí, era una locura y en caso de no tener teléfono en casa (algo que pasaba con frecuencia si eras estudiante) te tocaba hacer cola en el teléfono de un bar donde tomabas un café que podía durar seis horas o hasta que el camarero te lanzara alguna indirecta. Era una vida muy dura, es verdad.

7. Cuando la piratería era hacer casetes. Antes, para estar a la última en música, o sea para conocer qué se estaba haciendo, tocaba sobre todo, escuchar la radio. Además para conseguir lo que te gustaba tenías que comprar los discos, casetes o Cds enteros, nada de pillar solo la canción que te gusta como ahora. Así que, como los presupuestos con los que se contaba para adquirir los trabajos de tus bandas favoritas eran (muy) limitados, tocaba grabarte tus cintas o casetes. Y ahí estabas tu, escuchando la radio, tratando de adivinar qué iba a pinchar el locutor/a y, sobre todo, rezando intensamente para que no hablara demasiado cuando empezara la canción o justo antes de que acabara. El resultado era que todos teníamos un montón de casetes diversas, con tus canciones preferidas y restos cortados de los locutores que siempre, siempre, solían interrumpirlas. Otra vez, Ley de Murphy a tope. Por cierto que antes también te probabas la ropa antes de comprarla. Cuando querías comprarte algo ibas de tiendas y, si era ropa, pasabas horas probándote. Ahora, cada vez más vamos a hacer la compra sin hacer colas pero antes no había opción, a no ser que lo tuyo era ser un friki de los catálogos de ropa, donde la aventura estaba garantizada.

8. Para quejarte, a la calle. Antes de que Internet nos conectara a todos, si querías manifestar tus quejas te tocaba salir a la calle, tras organizarte con amigos o compañeros de clase o trabajo. Hacerlo era más complicado, claro, de lo que es ahora. Hoy el activismo a golpe a click hace que nos sea mucho más fácil manifestar nuestras opiniones, quejarnos o ser solidarios. Plataformas como change.org, Avaaz o el mismo Twitter nos dan la posibilidad de ser activistas desde nuestro sofá, lo que se llama clictivismo: activismo a través de las redes sociales. Eso sí, hay algo que no ha cambiado, si quieres que las cosas cambien no hay nada como tomar las calles que, en el fondo y no está de más recordarlo, son nuestras.

9. El control de tus padres. Ojo, hay algo en lo que las nuevas generaciones han salido perdiendo con la llegada de Internet. Antes, los profesores para quejarse del comportamiento de los alumnos tenían que mandar notas que muchas veces eran interceptadas por los propios alumnos. Y cuando salías de casa, tus padres no se podían quejar de tu hora de llegada hasta que estuvieras de vuelta. Hoy, sin embargo, los centros escolares tienen aplicaciones con las que los progenitores siguen la evolución de sus retoños casi a tiempo real. Y si te pasas media hora tarde en llegar a casa, es casi seguro que tu madre o tu padre estará mandándote un Whatsapp o haciendo una llamadita a tu teléfono, para las risas de tus colegas y tu bochorno personal. Eso sí, como ventaja, lo cierto es que tener la posibilidad de ver a tus padres o parientes por el móvil si vives en otra ciudad en vídeo es una alegría. También poder ver cómo crecen los peques de tu familia y sentirte cerca de ellos y conectados, que la tecnología también tiene su corazoncito.

10. Aburrirte. Seguramente de todo, lo que más ha cambiado la llegada de Internet ha sido eso, el aburrimiento. Conectados a la Red, es imposible sentir esa apatía dulce (o en ocasiones exasperante), ya que siempre hay mil cosas que buscar, leer, ver o, simplemente, cotillear en las redes. Además, para estudiar hubo un tiempo en el que o buscabas en tus libros de texto, o te sumergías en las enciclopedias. Ahora San Google está ahí para que encuentres todo lo que necesitas. Sin embargo, no está de más recordar que mola hacer desconexiones digitales para buscar el aburrimiento que, según los expertos, es una fuente de creatividad y productividad. Dejar que tu mente divague te ayuda a generar nuevas ideas, además de hacer descansar a tu mente. Y es que ya lo decía Victor Hugo en su novela ‘Los Miserables’, ‘hay algo más terrible que un infierno de sufrimiento, un infierno de ocio’.

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