'Fama, a bailar' vuelve siete años después... a lo grande

El nuevo talent show de baile recoge el testigo del anterior formato de Cuatro y lo lleva un nivel más allá de la mano de Movistar +.

Fama, a bailar

Todos los concursantes de '¡Fama a bailar!'.

/ Enrique Cidoncha

Espectacular. Así fue el estreno de la nueva etapa de 'Fama a bailar', el talent show de Cuatro que llevaba siete años metido en el cajón y que Movistar + ha decidido resucitar en su canal #0 con una ejecución que parece dejar muy atrás aquel formato que obtuvo, en la década anterior, audiencias medias, nunca demasiado brillantes. Sin embargo, su relevo demostró en la noche del domingo que si de algo anda sobrado es de brillantez.

Ensayo de '¡Fama, a bailar!'

Uno de los ensayos de 'Fama, a bailar'.

/ Enrique Cidoncha

¿En contra? Algún error de realización propio del primer día (esa cámara dirigida al techo durante una actuación) y una Paula Vázquez eficaz (como siempre) aunque tal vez algo atropellada. O que los dos ganadores de la primera entrega fueran hombres (en los tiempos que corren, siempre se echa en falta una presencia femenina). En resumen, nada demasiado grave o que no se pueda solventar en próximas emisiones.

¿A favor? Mucho. Estas seis cosas que destacamos a continuación nos dejaron, literalmente, con la boca abierta. ¡Y seguro que hay más!

- Coreografías de cinco estrellas (todas y cada una de ellas). Sin duda, fue lo más llamativo de una edición que rezumaba calidad. ¿Sus idéologos? Los profesores de la academia. Entre ellos, Raymond Naval, el angelino vertiginoso y transhumano de ascendencia filipina que cada vez que ejecuta un movimiento deja sin respiración a espectadores y bailarinas; o Carla y Sandra, capaces de transmitir a la vez delicadeza y desgarro con algunos de los movimientos más arriesgados del ballet contemporáneo. O una Ruth Prim callejera, salvaje y desmelenada.

- "Nivelazo" fue una de las palabras más repetidas en las redes. Los concursantes supieron estar a la altura de unos bailes que, a priori, parecían imposibles de ejecutar. Y en la que se notó que lo daban todo, conscientes de lo que se jugaban.

- Iluminación, fotografía... Hasta la imagen rezumaba calidad, con un acabado más cinematográfico que su antecesor. También la escuela, una especie de fábrica diáfana, contribuía a la atmósfera perfecta.

- Lecciones de un profesorado notable: Gracias a los comentarios de los profesores y jurado, hemos aprendido, por ejemplo, que si la música es enorme y abrumadora, puede aplastar a los bailarines si estos no están al nivel (sí, entre el sonido y los movimientos también se establece un baile que debe regirse por la proporcionalidad). O que un bailarín puede ser generoso y suplir las carencias de su compañero.

Profesorado de 'Fama, a bailar'

Profesorado de 'Fama, a bailar', al completo. 

/ Enrique Cidoncha

- Espíritu 'ungered'. Nuevos aires. Ni grandes escotes, ni vestidos sexys para ellas. El armario de los concursantes siguió dos normas: fluido y 'ungered' (sin género). En todo caso, ellos y ellas compartían modelos. Además, había parejas formadas por bailarines del mismo sexo.

- Tendencias de danza: Cada una de las actuaciones nos ilustraron sobre el baile que prima que en el siglo XXI y que está profundamente influido por el street dance. Entre estos últimos, desde el wacking y sus rápidos movimientos de brazos que suelen estar presentes en las coreos del profesor Iker Carrera, a las ondas del popping o a los bloqueos (como movimientos entrecortados), que aparecieron en casi todos los bailes.

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