Por qué deberías leer 'Lectura fácil' de Cristina Morales

La última ganadora del Premio Nacional de Narrativa, Cristina Morales, ha cosechado tanta admiración literaria como polémica por sus declaraciones postpremio. Pero que los árboles no te impidan ver el bosque: 'Lectura fácil' es un libro excelente y te contamos por qué.

La autora Cristina Morales

La novelista Cristina Morales, Premio Nacional de Narrativa 2019. 

/ María Teresa Slanzi / Anagrama

La novela ganadora del último Premio Nacional de Narrativa escrita por Cristina Morales ya había sido premiada anteriormente. Concretamente en 2018 se alzó con el Premio Herralde. ¿Merece tanto reconocimiento el relato de cuatro mujeres con discapacidad intelectual que viven en un piso tutelado en Barcelona? La respuesta es un rotundo sí.

La novela es un reto al lector a varios niveles (lo sentimos, Nicholas Sparks, es hora de desengrasar la maquinaria mental). Da gusto recorrer sus páginas y reflexionar sobre política, buenismo social, capitalismo y, especialmente, sobre cómo la normalidad, o mejor dicho, lo que la sociedad entiende como un comportamiento aceptable, es un dispositivo de control, y que nadie, especialmente las cuatro protagonistas (Nati, Patri, Marga y Àngels), van a ser nunca suficientemente normales.

‘Lectura fácil’, de Cristina Morales

Esta granadina de 34 años, Premio Herralde de Novela 2018, ha conseguido poner de acuerdo a lectores y crítica. Su obra ‘Lectura fácil’, presentada como “una novela grito”, está protagonizada por cuatro mujeres con distintos grados de lo que la Administración cataloga como “discapacidad intelectual”. Una lectura innovadora, creativa, inconformista y poderosa. “Un campo de batalla contra el heteropatriarcado”, “contra el activismo que usa los ropajes de lo alternativo”, pero también “una celebración del cuerpo y la sexualidad, el deseo entre las mujeres y la dignidad “, describe la editorial.

/ D. R.

Las voces de estas cuatro mujeres que comparten lazos de sangre, vivienda tutelada y la etiqueta de discapacitadas intelectuales porque son incapaces de respetar los códigos sociales, nos cuentan cosas que merece la pena oír no solo porque suponen un desafío, sino porque, sin pretenderlo, sus discursos son tan esclarecedores como divertidos. Date el gustazo de conocerlas y "oírlas" hablar.

Natividad

Cristina Morales creó a Nati como un experimento. En principio la novela solo iba a tener su voz. La inspiración para construir a Nati la encontró en la novela de Louis-Ferdinand Céline 'De un castillo a otro', en la que el protagonista habla con exclamaciones del cabreo que tiene. Nati también está en permanente cabreo.

Nati es completamente intolerante al abuso y sufre el síndrome de las compuertas, que es algo así como si llevara unas gafas feministas, antifascistas y anticapitalistas puestas y remachadas en titanio 24 horas al día, 365 días al año. Lo mismo arremete contra alguien por corregir el acento de otra persona, que contra la fiesta de la democracia o los okupas que le niegan a su prima el placer de cepillarse a quien quiera en el baño del centro okupa. Nati es mucha Nati. Tanta que Cristina Morales al final tuvo que buscarle compañeras para que su mensaje fuera legible y no un descontrol de 400 páginas. Eso sí, a Nati le corresponde la autoría del fanzine central insertado en la novela, Yo también quiero ser un macho, el clímax de la misma. Un fanzine que por criticar el discurso de personas reales, con nombres y apellidos, la primera editorial que propuso a Cristina Morales publicar su novela le pidió que lo eliminara y que en Anagrama, con la que al final se publicó, se redujo de 100 a 30 páginas.

Marga

Marga es la prima de Nati, tiene 37 años y no sabe ni escribir. Según su psiquiatra, las trabajadoras sociales y la Generalitat, Marga está deprimida porque acaba de darse cuenta de que es discapacitada y le dan pastillas para que lo supere. El principal síntoma de su depresión es que ve porno a un volumen indebido, se masturba en el salón de su casa y se tira a quien le da la gana cuando le da la gana y como le da la gana. Su problema, en realidad, es su hipersexualidad, bueno, eso y que no tiene claro qué puede hacer y dónde hacerlo. En el siglo XX Marga hubiera sido diagnosticada de ninfomanía, en el XXI una jueza está intentando dilucidar si debería esterilizarla de forma forzosa. Mientras las autoridades deciden el destino de su aparato reproductor, Marga pide ayuda para okupar una vivienda y emanciparse del sistema. ¿Lo conseguirá?

Ambas son las que más esfuerzo están realizando para no "molestar" a sus tutores institucionales. Àngels posee el menor grado de discapacidad de las cuatro y está intentando escribir la novela de su vida. Para hacerlo utiliza el método de lectura fácil, que es un sistema institucional de escritura que se emplea para hacer accesible los textos a personas con necesidades especiales, migrantes, población reclusa… y le manda los capítulos por Whatsapp a sus tutores. Gracias a Àngels nos enteramos de que hasta que no la ingresaron en un Centro Rural para Discapacitados Intelectuales, no sabía que no era normal.

Por su parte, Patri lleva institucionalizada desde los 18 años y hace verdaderos esfuerzos por cumplir todo lo que se supone que debe hacer. Patri se maquilla, Patri cocina, Patri transmite a las demás el malestar de las 'jefas' con el comportamiento de las habitantes del piso tutelado, a Patri le dan pataletas cuando las demás no le hacen caso y se relaja mirándose llorar... Y Patri es la que declara ante la jueza en el juicio de la esterilización forzosa de Marga. ¿Conseguirá con su declaración congraciarse con las instituciones que deciden sobre sus vidas? Si quieres saberlo, deberías leer 'Lectura fácil' hasta el final. Merece la pena.

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