Así es ‘La mujer en la ventana’, el libro del que todo el mundo habla

Pista: piensa en 'La chica del tren' combinada con 'La ventana indiscreta'.

Lecturas para cualquier momento del año.

Libros recomendados.

/ ipekata

Nos han hecho daño, chicas. Y la culpa es de ese género adictivo y frustrante llamado 'domestic noir'. Ahora, cuando vemos en la mesa de novedades de la librería un grueso tomo de tapa dura, portada en tonos negros y una faja que asegura que se trata, esta vez sí, de ‘la nueva ‘Perdida’, morimos un poco por dentro. No, otra vez no, decimos.

Porque después del fenómeno creado por Gillian Flynn que nadie (ni siquiera Gillian Flynn) ha sido capaz de repetir, decenas y decenas de libros han intentado explotar las claves de su éxito: thriller trepidante, narradores poco fiables, malabarismos de puntos de vista, paletadas de psicología criminal, agudas reflexiones sobre la vida en pareja, preferiblemente en boca de personajes perturbados y, sobre todo, un final a la par satisfactorio e inesperado.

'La chica del tren', la película

Una imagen de 'La chica del tren', la película inspirada en la novela del mismo nombre. 

/ D. R.

Y no todo ha sido malo, la verdad. Devoramos 'La chica del tren' intentado averiguar qué había visto Rachel aquella noche en la que (otra vez) había bebido demasiado y nos entusiasmó descubrir que, una vez más, los borrachos siempre dicen la verdad; disfrutamos del juego de muñecas rusas que fue ‘La pareja de al lado’ y ‘La viuda’ nos tuvo en vilo 528 páginas hasta que descubrimos si Glen era o no un asesino pederasta. Pero, entre destello y destello, perdimos miserablemente el tiempo con decenas de thrillers mediocres y predecibles.

Ahora nos llega‘La mujer en la ventana’(Grijalbo), la graduada más reciente de la escuela del 'domestic noir', y lo hace con unas recomendaciones intachables: un millón de ejemplares vendidos, número 1 en las listas de ventas de 'The New York Times' (la primera vez en 12 años que algo así ocurre con una primera novela), 38 ediciones en distintos países y una película en ciernes que dirigirá Joe Wright ('Black Mirror'). A base de frases cortas y capítulos breves, en una historia plagada de referencias literarias y cinematográficas, ‘La mujer en la ventana’ cuenta la historia de Anna, una mujer recluida en su casa por una agorafobia galopante que le ha causado un misterioso trauma. Abusa del alcohol tanto como la Rachel de ‘La chica del tren’; pero es una psiquiatra infantil en el Manhattan más ‘posh’ y no una ‘commuter’ londinense, así que en lugar de meterse entre pecho y espalda latas de gintonic compradas en el paquistaní se entolica a base de chardonnay gran reserva que combina con sus pastillas para la ansiedad.

Convertida en el equivalente pijo de la vieja del visillo, dedica muchas horas a espiar las casas ajenas y un buen día cree ver un acto de violencia en el perfecto hogar de sus nuevos vecinos (un plagio confeso, convertido pues en homenaje, de ‘La ventana indiscreta’).

Por increíble que parezca, la policía considera poco fiable su relato porque en aquel momento estaba borracha y drogada (sí, de nuevo ‘La chica del tren’). Pero, aunque ciertos personajes quieren convencer a Anna de que se le está yendo la pinza (‘Luz de gas’, y a buen entendedor...) ella continúa investigando. Y, naturalmente, averigua todo tipo de cosas que no podemos contaros para no estropear la diversión y descubre que los villanos a menudo se ocultan a simple vista (¿alguien nota la referencia a ‘Perdida’?).

Confesamos que la cosa nos huele un poco a operación de marketing: el autor, Daniel Mallory, trabaja en el mundo editorial y ha guiado por el camino del éxito a varios autores del género. Incluso ha tenido el detalle estratégico de ocultar su masculinidad bajo un seudónimo, A.J. Finn, para publicar en un género de best sellers escritos, protagonizados y leídos por mujeres. Pero, sabiendo que tanto Stephen King como Gillian Flynn afirman que no fueron capaces de abandonar ‘La mujer en la ventana’ hasta la última página, dejaremos a un lado nuestros traumas y le daremos una oportunidad.

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