¿Será Gossip Girl el fenómeno que fue... Gossip Girl? Claves de una secuela que aspira a superar a la serie original

El 8 de julio, el mundo entero (con algunas excepciones como ¡ay! España) asistirá al retorno de Gossip Girl, la serie fetiche de los adolescentes de hace 14 años, entre la ilusión renovada y el miedo a una probable decepción. ¿Logrará esta secuela recrear la fórmula mágica del éxito? Te lo contamos todo. Posdata: XOXO

El cast de la serie GossipGirl (Jordan Alexander, Evan Mock y Emily Alyn Lind, entre otros), en una imagen promocional

El elenco de la nueva Gossip Girl, que HBO estrena en diferentes países el 8 de julio

/ HBO

En 2007, Gossip Girl consiguió todo lo que una serie puede conseguir: fans entregados, audiencias millonarias, críticos fascinados, padres horrorizados… y, sobre todo, que se hablara de sus personajes (sobre todo, de Blair y Serena, encarnadas por Leighton Meester y Blake Lively), tramas, transgresiones y estilismos en todos los medios de comunicación del mundo. Se convirtió en un fenómeno a cuya sombra han nacido series como Élite, Los Bridgerton, 13 razones, You o Pretty Little Liars. Y el 8 de julio, una nueva generación de adolescentes privilegiados y pertrechados con su primerenésimo Luisvi vuelve a adueñarse de las pantallas (en España tendremos que esperar un poco más, pero HBO promete que lo veremos en 2021). ¿Se convertirá en una serie tan icónica para la generación Z como la Gossip Girl original lo fue para los millennials?

El cast de la serie GossipGirl (Jordan Alexander, Evan Mock y Emily Alyn Lind, entre otros), en una imagen promocional

El elenco de la nueva Gossip Girl, que HBO estrena en diferentes países el 8 de julio

/ HBO

Porque Gossip Girl, para algunos, fue una serie menor, un producto para adolescentes, un show delirante y estridente al que mirar con condescendencia. Pero, placer culpable o no, teníalas dosis justas de romance, intriga, lujo y belleza, pobres niños ricos, un mcguffin (la identidad de la reina cotilla) que siempre fue el talón de aquiles de la serie y un talento innegable para el delirio argumental: asesinatos, falsos asesinatos, hermanos perdidos, secretos familiares y hasta una doncella con cofia/espía internacional/madre sustituta (Dorota, a ti te echaremos de menos más que a nadie). A algunos guionistas les habría temblado la mano, pero no a los de Gossip Girl, amigas.

El problema es que los tiempos han cambiado. Y los productores de la secuela (Josh Schwartz y Stephanie Savage, los mismos de la original) saben que ese cóctel perfecto (thriller, culebrón, fashion show) tiene que cambiar sus ingredientes para lograr un subidón similar. Por eso, el proyecto se quedó en un cajón hasta que el showrunner Josh Safran, guionista y productor de la Gossip Girl original, dio con la idea (top secret) que animó a la productora CW a ponerlo en marcha... Con una vuelta de tuerca

Aunque la premisa de esta secuela ambientada ocho años después es la misma (una misteriosa “reina cotilla” empieza a revelar en redes sociales los secretos de un grupo de adolescentes neoyorquinos hiperprivilegiados), Gossip Girl ya no actúa a través de un blog, sino con una cuenta de Instagram. Los protagonistas ya no son un quinteto de jóvenes WASP, sino un grupo bastante más variado y fluido, con dos protagonistas afroamericanas, Julien (Jordan Alexander) y Zoya (Whitney Peak), ejerciendo de abejas reinas en liza.

Actores de la serie Gossip Girl (HBO) en una imagen promocional

Jordan Alexander, Evan Mock y otros actores de la serie Gossip Girl (HBO) en una imagen promocional

/ HBO

Además, la filosofía de la serie se pliega a las preocupaciones de la juventud actual. La diversidad étnica y sexual, la preocupación ambiental, la política, la conciencia de privilegio y el feminismo (atentos a los libros que aparecen en manos de los protagonistas, especialmente Audrey, encarnada por Emily Alyn Lind) estarán presentes en la trama. Y aquí nos encontramos con el primer problema: ¿funcionará una Gossip Girl tan deliberadamente concienciada? El sarcasmo, el aplomo juvenil y la frivolidad estructural, al fin y al cabo, fueron la marca personal de la serie, y esas peculiaridades florecen mal en un entorno políticamente correcto.

Otro problema con el que se encuentra la nueva Gossip Girl es el termostato sexual. Para los espectadores de 2007, que las escenas de cama fueran explícitas y que entre ellas hubiera un trío y algunos besos entre personajes del mismo sexo era un escándalo y un placer. La audiencia de 2021, con Euphoria, Sex Education y La isla de las tentaciones entre pecho y espalda, necesita algo más para levantar una ceja (el tráiler de la serie, de hecho, ya incluye un trío y un beso gay, como si quisiera dar a entender que ese es solo el punto de partida). Pero Gossip Girl no deja de ser una serie pensada para un público juvenil, y acercarse a la temperatura 50 sombras de Grey podría robarle muchos espectadores.

¿Y la moda? Las imágenes promocionales y el tráiler ya nos dejan intuir que habrá todo un twist al respecto. El director de vestuario, Eric Daman (el mismo de la serie original) quiere retratar el espíritu de la generación Z: uniformes escolares tuneados, looks andróginos, exceso, espíritu influencer a tope… y nada de diademas, un básico imprescindible en la serie original. Atención al momento en que Julien “adopta” a la recién llegada Zoya retirándole el pañuelo que lleva, precisamente, a modo de diadema. “¡Eso es tan de 2007”, le falta decir (y nos preguntamos: ¿serán los pañuelos, entonces, las nuevas diademas?).

Pero la clave del éxito o fracaso de la nueva Gossip Girl no estará en los estilismos, ni en la diversidad o conciencia política de las tramas, ni en las escenas de cama, sino en la capacidad de los protagonistas para enamorar al público. La química del quinteto principal de Gossip Girl fue la razón principal de las pasiones que despertó en su momento: eras de Blair o de Serena, Dan te parecía inquietante o entrañable, adorabas odiar a Chuck y todo lo contrario. Los protagonistas, bastante más numerosos, de la secuela parten con buenas cartas al respecto: dos protagonistas con madera de influencers, Jordan Alexander, que es ya imagen de Calvin Klein, y Evan Mock (Aki), modelo y skater subido al carro de la interpretación; y actores profesionales como Whitney Peak, Thomas Doherty (Max), Emily Alyn Lind y Zion Moreno (Luna). Algunos, por supuesto, están pensados para retrotraernos a los personajes originales: Zoya es la nueva Dan, la recién llegada a la cumbre del mundo vip con la que podemos empatizar; pero también lo es Obie (Eli Brown), la brújula moral del grupo; Julien (“no soy solo popular, soy influyente”) es la monarca absoluta del colegio, detestable y admirable como Blair, y víctima principal de la nueva reina cotilla; Max es el nuevo Chuck, un intrigante seductor con un plus de fluidez sexual; Aki está en sintonía con Nate, sensible y algo ingenuo. Como bonus point tenemos en el elenco a Tavi Gevinsson, exniña prodigio y pionera del fenómeno influencer, que interpreta a una de las profesoras del colegio de los chicos y que podría jugar un papel importante en la nueva trama top secret de la serie.

Son guapos y carismáticos a rabiar, y tan variados que cada espectador podrá elegir a su preferido y seguirlo con pasión. Pero ¿saltarán las chispas entre ellos? ¿Sabrán enamorar a los nuevos espectadores en sus papeles de pobres niños ricos que buscan el sentido de la vida mientras bailan en los clubes más exclusivos de Nueva York con estilismos inalcanzables? La respuesta a esta pregunta es más difícil que nunca: la pandemia de Covid-19 no les ha permitido conocerse e interactuar hasta hace muy poco, y todos sabemos lo que sucede cuando no hay química entre actores que deben odiarse, amarse y pelearse con pasión (hola, Padme y Anakin, sí, va por vosotros). En esas miradas y en esa electricidad, más allá de estilismos, identidades misteriosas o romances varios, está la clave de un posible fenómeno que estamos deseando ver estallar en todo su esplendor.

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