Idoia Montero: "Mi hermana Amaia y yo juntas somos como dos gallos en el mismo corral, muy intensas"

La de Irún y hermana mayor de la exvocalista de La Oreja de Van Gogh lanza su primer libro de poemas, 'En pleno baile'. 

Idoia Montero, autora del poemario 'En pleno baile'

Idoia Montero, según el objetivo de Bernardo Doral. 

/ Bernardo Doral

Hasta hace poco, Idoia Montero era conocida como 'hermana de' (etiqueta adjudicada por su parentesco con la cantante Amaia Montero) y trabajaba como diseñadora y pintora de óleos abstractos, multicolores y enigmáticos. Ahora, la mayor de las Montero ha dado rienda suelta a otra de sus pasiones: escribir. Su primera obra, 'En pleno baile' (Penguin Random), es un libro de poemas que recorren el amor, la huida, la esperanza o el dolor y lo que hay "después de los golpes" de forma adictiva y directa. Además, con ilustraciones de la propia autora. Ella nos lo cuenta.

Las dos hermanas habéis elegido una profesión difícil, la de artista. ¿No os recomendaron vuestros padres que os dedicarais a otra cosa, o lo hicieron y no les hicisteis ni caso?

Mi madre insistía en que buscáramos otras salidas y estudiáramos una carrera. Yo, de hecho, estudié la carrera de Humanidades en Pamplona. Sin embargo, a mi padre le gustaba cantar y dibujar, y nos animaba.

Idoia Montero posa para Bernardo Doral

Idoia Montero, autora del poemario 'En pleno baile'.

/ Bernardo Doral

¿Tu padre tenía que ver con el mundo artístico?

Mi padre tenía un taller de fontanería. Venía de una familia numerosa y no tuvo muchas oportunidades, así que empezó a trabajar de jovencito, a los 12 o 13 años ya estaba trabajando. Le fue muy bien con el taller, era muy emprendedor y llegó a dar clases. La verdad es que fue un ejemplo de superación.

Y le dedicas tu libro, 'En pleno baile'

Sí, su ausencia marcó un antes y un después en mi vida y en la de mi familia. Cuando la vida te da esos palos, al principio estás aturdido. Luego te das cuenta de que el tiempo es lo único que no se devuelve, que siempre pensamos que nos queda el suficiente para hacer cosas. Y no es verdad. A mi padre le llegó la muerte muy joven, estaba lleno de vida y qué mejor prueba de que hay que aprovechar el tiempo.

Y qué si nadie me escucha. Ahora escribo yo”, dices en el poema ‘Manifiesto’. ¿Ser leída no era tu prioridad?

Es una declaración de intenciones, una invitación a tomar las riendas de tu vida, algo que muchas veces no hacemos porque la vida nos va llevando por otros caminos. En mi caso, hubo un día en el que decidí tomar las riendas, un momento de conciencia total y aceptación. Y, también, de mucha limpieza de gente, emocional. Tienes que darte esa oportunidad a ti mismo.

En ese poema también hablas de heridas que se cosen a personas y ausencias. ¿Qué heridas han inspirado el libro?

Hay una ausencia muy importante, la de mi padre. Y hay heridas de vivencias que he tenido con otras personas. Como en la vida, todo está lleno de despedidas, bienvenidas, superación… Este libro habla mucho de superación, y es un ajuste de cuentas con muchas cosas que me han pasado y que he puesto en su lugar.

¿Por ejemplo?

El poema 'Pegaso' dice "te has encargado de todo menos de lo no puedo hacerte / me has dado un cuchillo y yo he cortado una rosa por ti”. Con ello me refiero a esa gente que te hace daño y te lo pone difícil, y al final tienes que convertir todo eso y no dejarte contaminar, es una evolución personal, una superación.

Hay superación y optimismo, aunque también hay frases ¿demoledoras? como "amar es una derrota".

En el libro hay hueco para la esperanza y la frase "amar es una derrota” puede tene un mensaje positivo. Hasta que no hemos vivido historias que nos despiertan, todos pensamos que el amor es lo mejor del mundo. Yo también creo que el amor mueve el mundo pero hay que entender que amar de verdad es sacrificarse. Lo veo así desde que soy madre. Me da la impresión de que el amor hoy se toma muy a la ligera, se dice mucho "yo te amo, te quiero" pero eso luego hay que demostrarlo con hechos. El amor de verdad implica que te olvides de ti mismo. Hoy en día esto no se ve demasiado, puede que la gente sea demasiado egoísta y crea más en sí misma que en el otro.

Y eso lo pensaste a raíz de ser madre…

Sí. Cuando tienes un hijo no solo nace un nuevo ser humano, nacen dos. Tienes que aprender tantas cosas que nadie te enseña, como a educar, a caminar con ese niño… Al final es el mayor acto de amor, ahí te enteras de qué es realmente querer.

¿Por qué crees que la poesía se ha puesto de moda en la generación que, supuestamente, no lee?

Eso también me lo pregunto yo. Por otra parte, pienso que la poesía es un género muy encantador e, incluso, adictivo. También es verdad que hay muchos autores jóvenes contemporáneos que están ayudando a visibilizarla más allá del libro que te daban en el cole. Y me alegro mucho. Ahora que hablamos con los mensajes de móvil y abreviamos las palabras y quitamos los signos de puntuación, la poesía es una buena herramienta en la que fijarse. Dicen que es el lenguaje del alma.

¿En qué poesía te fijaste tú para escribir?

Primero fue Mario Benedetti y después llegaron Salinas, Luis García Montero, Karmelo Iribarren… Gracias a ellos empecé. Hoy la poesía me permite escribir lo que no me atrevo a contar.

También has compuesto canciones para tu hermana, Amaia Montero.

Sí. En el último disco están 'Revolución', 'Final feliz' y 'Vistas al mar'. Esta última me parece una canción redonda, musicalmente y desde el punto de vista de la letra. Escribir canciones es como un entrenamiento.

Amaia y tú colaboráis y estáis muy unidas, aunque parece que también tenéis vuestras diferencias. Ella escribió en Instagram por tu cumpleaños: "Aunque la distancia sea a veces la única manera de encontrarnos, aunque nos tiremos los trastos a la cabeza…".

Sí, la verdad es que sí. Juntas somos como dos toros en la misma plaza, como dos gallos en el mismo corral, muy intensas (por temperamento), con carácter fuerte. Nos queremos muchísimo pero también hay épocas, cuando hay mucho contacto, en las que tenemos nuestros roces. Como todos los hermanos. Y de la misma manera que tenemos roces, el respeto y el amor que nos tenemos es igual de intenso y grande.

¿Cómo llevas que en cada entrevista se te pregunte por tu hermana?

Es inevitable que me pregunten por ella. Yo eso ya lo sabía y siempre contesto que hay gente que se empeña en borrar mi nombre pero sigo siendo la Idoia de siempre. Que la gente que no me conozca me llame la “hermana de”, no me importa demasiado. En realidad nunca me ha molestado, fíjate tú. Eso siempre ha estado más en los demás que en mí o en mi casa.

¿Atemoriza la exposición pública al tener un caso cercano como el de Amaia?

Ya he visto muchas cosas y estoy preparada para aguantar cualquier crítica o comentario negativo, aunque no me interesan las críticas destructivas, me interesan las constructivas con las que yo pueda crecer. Las negativas dicen más de quien las dice, que de a quién se refieren, es algo que ha visto por mi hermana. Y creo que hay que respetar el trabajo de los demás.

¿Estás recibiendo ya reacciones a tu libro?

Sí, muchas, y son muy buenas. Me dicen que es un libro que les llega, que es rápido y fácil pero que luego vuelven a él. Hay poemas como '19F' que hizo que una chica me escribiera diciendo que su padre había muerto hace dos meses y que había leído el poema y que le había reconciliado mucho con esos momentos terribles de la muerte. También hay quienes me han dicho que les ha gustado y que sabían que iba a estar bien pero no tan bien, que les ha sorprendido y eso es muy bueno porque entiendo que estoy a prueba. Estar a prueba te hace estar alerta.

Hasta ahora, conocíamos tu trabajo como pintora y diseñadora. ¿Hay algo en tu forma de pintar que se reconozca en tus poemas?

Mucho, porque al final el pincel se cambia por las palabras y las palabras dibujan. Mi poesía es muy paisajística, dibuja muchos lugares, tiene mucho color.

¿Con ganas de continuar con tu faceta literaria?

Sí, sí. Seguro. Si me quieren, sí.

¿Y la moda?

Tuve una marca de camisetas, La Vie de Rosita 1925, que luego ampliamos a más prendas y fue superbien pero el lenguaje que maneja el mundo de la moda es diferente, con tiempos muy rápidos. Yo hacía casi todo: me ocupaba de la producción, los tejidos, el diseño… y me llegó a superar. Tenía una parte de contabilidad, de empresa y yo, sinceramente, soy de letras. Lo único que debería haber hecho es diseñar, que es lo que se me da bien. Pero fue experiencia muy bonita y quizá, como ya tengo manos y sé cómo funciona por dentro el negocio, haga algo de moda el día de mañana de moda. No sé.

¿Qué libro regalarías para Sant Jordi?

Los dos últimos libros que me he leído, que son de dos autores que me gustan mucho: 'La poesía es un revólver apuntando al corazón', de Roger Wolfe, y 'Días sin ti', de Elvira Sastre.

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