¿Crees en el Destino?

¿Existe la casualidad, maneja los hilos de nuestra vida? Ésa es la gran pregunta que, con dosis de humor, centra la historia de "Mientras tanto, en Londres" (Planeta, 18 €), el último libro de Rebeca Rus. Fresca y divertida, nos cuenta cómo lo escribió.

Rebeca Reus
Rebeca Reus

Yo no sé en vuestro caso pero, en el mío, a veces me da la impresión de que el Destino (o quién quiera que sea... ¡ven aquí si te atreves y manifiéstate!) tiene las ideas más claras sobre lo que tengo que hacer con mi vida que yo misma. ¿Cómo si no iba a acabar con mi pareja tras cinco años juntos en la universidad ignorándole a propósito? El Destino quiso que nos volviéramos a encontrar en nuestro primer trabajo y años después compartimos dos niñas y una hipoteca. ¿Cómo acabé trabajando en publicidad a pesar de que ese no era mi sueño? ¿El Destino? ¿Mi padre, que decía que todos los periodistas (mi auténtica vocación) eran unos sinvergüenzas? A lo mejor fue también el Destino el que decidió por mí que yo tenía que ser escritora de novelas, porque ni me lo había planteado. En mi caso, todo empezó por una cadena de casualidades: mi empresa estaba quebrando y no había trabajo, me aburría y me puse a escribir, un día por ¿casualidad? escuché a una editora en la radio diciendo que buscaba una historia como la mía... Al final, acabé publicando una novela, y otra, y otra...

Yo siempre había sido de la escuela de Armas de Mujer. Como Tess McGill creía que si querías conseguir algo tenías que provocarlo tú misma. Pero ¿realmente había provocado yo aquello? Os puedo asegurar que no: estaba pelín ocupada mejorando mi receta de croquetas, teniendo niñas y compatibilizándolo con mi trabajo como para meterme en más líos. Si no era yo ¿acaso había sido el Destino, demostrando así su existencia (y ya de paso que era un metomentodo)?

Así que me puse a investigar sobre casualidades, encuentros fortuitos, la suerte, por qué se ponen de moda cosas como enseñar los calzoncillos... para terminar dándome cuenta de que todos los acontecimientos, hasta los que cambian la Historia para siempre, son el resultado de un conjunto de circunstancias que nosotros no siempre controlamos (excepto en lo de enseñar los calzoncillos, que es bastante controlable). Descubrí cosas tan interesantes como que Napoleón había perdido la batalla de Waterloo porque aquel día tenía hemorroides y no podía cabalgar. ¿Culpa del Destino? ¿Culpa también del Destino que tuviera una letra ininteligible y ninguno de sus subordinados entendiera sus instrucciones escritas desde fuera del campo de batalla?

Si (como a mí) os interesa mucho el Destino, las casualidades y los encuentros fortuitos os invito a leer mi última novela, Mientras tanto, en Londres... una comedia romántica, loca y urbana sobre españoles buscándose la vida en Londres, encuentros, desencuentros, el mundo de la moda y el Destino. Y, sobre todo, de cómo encontrar en esa increíble ciudad jamón ibérico que esté bueno de verdad, intervenga el Destino o no.

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