'Cobra Kai': El arte de dar cera (y pulir cera)… 34 años después

Llega ‘Cobra Kai’, la serie que enfrenta de nuevo a los protagonistas de ‘Karate Kid’. Y, ¡sorpresa!, el resultado es menos delirante de lo que esperábamos.

Una imagen de 'Karate Kid'

Una imagen del 'Karate Kid' primigenio.

/ D. R.

El señor Miyagi ha muerto, Daniel LaRusso utiliza sus habilidades de karate para anunciar en la televisión local su negocio de venta de coches y el otrora matón del instituto Johnny Lawrence está a un paso de convertirse en un sintecho amargado. Sí, los protagonistas de ‘Karate Kid’ resultan perfectamente reconocibles, como si por ellos solo hubieran pasado los años tras el Campeonato de Karate del Valle de 1984. Y en ‘Cobra Kai’, la serie que estrenó el 2 de mayo YouTube Red, vuelven a vestir kimono; mejor dicho, lo hacen, a sus órdenes, sus hijos y vecinos ‘teen’, que los cincuentones Ralph Macchio (Daniel) y William Zabka (Johnny) están ya más para una tisana y un maratón de ‘Cuéntame’ que para marcarse unos ipones.

¿Delirante? Tal vez, pero los 10 episodios de ‘Cobra Kai’ están cayendo en gracia entre la audiencia; seguramente, porque están en sintonía con la ola de nostalgia ochentera que, lejos de decaer, sigue renarrando en clave actual las historias que toda una generación se zampó con pasión y pan con nocilla... Y que, nos tememos, no parará hasta que todos esos cineastas estén en el asilo y alguien les prohiba acercarse a una cámara.

‘Karate Kid’ ya había pasado por diversas permutaciones, desde una de esas reversiones de género que ahora se llevan tanto (‘El nuevo Karate Kid’, con una jovencísima Hilary Swank) hasta una versión en negro cortesía de Will Smith, con su hijo Jaden como protagonista. Pero, gracias a ‘Cobra Kai’ hemos descubierto que es una historia asombrosamente fácil de adaptar a la mentalidad actual.

Sí, la película original era un canto al potencial de los adolescentes pringados envuelto en una trama de artes marciales, ambas cosas muy en boga en los años 80. Pero también tenía un villano con suficientes aristas como para someterlo al tratamiento favorito de los ‘retellings’ del siglo XXI: darle la vuelta a la tortilla del punto de vista.

No llegaremos a darle la razón a Barney Stinson, de ‘Cómo conocí a vuestra madre’ -que opinaba que Johnny era el verdadero héroe de ‘Karate Kid’-, pero el luchador estrella del dojo Cobra Kai tenía sus momentos: quería dejar atrás sus días de matón para reconquistar a su exnovia; se horrorizaba cuando su sensei le ordenaba emplear juego sucio para derrotar a su rival; y, tras perder el combate, no se limitaba a hacerse a un lado tragando bilis: cogía el trofeo de manos de los árbitros para entregárselo personalmente al triunfador, entre lágrimas de vergüenza y alabanza. 34 años después, esos tres momentos son oro puro para convertir a Johnny Lawrence en un antihéroe con el que podemos empatizar.

Por eso, ‘Cobra Kai’ se centra en Johnny -no en Daniel- y arranca cuando pierde su trabajo y decide reabrir el dojo donde pasó tantas horas felices recibiendo gritos con escupitajo del sensei Kreese. Eso activa las alarmas de LaRusso, sobre todo cuando su hija adolescente empieza a relacionarse con los estudiantes de su antiguo archienemigo.

Johnny Lawrence en 'Cobra Kai'

Johnny Lawrence en la serie 'Cobra Kai'.

/ D. R.

Pasaremos de puntillas por el hecho de que que Johnny Lawrence, a sus cincuenta y muchos, siga pensando que lo que le lanzó pendiente abajo por el terraplén de los perdedores fue una patada francamente ridícula en un campeonato para adolescentes que nadie más recuerda. También miraremos a otro lado en lo que se refiere a la apropiación cultural (muerto el señor Miyagi, la cosa pasa a tratar de un tipo de New Jersey y otro de California ilustrándonos sobre el modo de vida asiático). Incluso cerraremos los ojos ante el innecesario sexismo de la trama (solo lo preguntaremos una vez: ¿dónde están las chicas y por qué la hija de Daniel se limita a los roles de adolescente rebelde e interés romántico de otros personajes?).

Lo que importa es que la animadversión entre Daniel-san y el señor Lawrence sigue intacta. Y, con ella, el tema fundamental de la película original: el arte de enseñar. Porque ‘Karate Kid’ era, en el fondo, una reflexión sobre los buenos y los malos maestros y su verdadero villano, mucho más que Johnny, el implacable sensei que lo llevaba por el mal camino.

En ‘Cobra Kai’, Johnny Lawrence ocupa el lugar vital del señor Miyagi (hasta trabaja en el mismo lugar que el personaje de Pat Morita) y reabre su dojo por el mismo motivo: ayudar a su vecino Miguel y a otros adolescentes raritos a defenderse de los matones que les hacen la vida imposible. Pero pronto aprenderá que cuando uno enseña autodefensa bajo la filosofía “pegar fuerte, pegar primero”, en lugar de con un “dar cera, pulir cera”, los chicos se te acaban yendo de las manos.

No contamos más, que nos adentraríamos en territorio ‘spoiler’. Baste decir que ‘Cobra kai’ es, al menos, una serie digna de un vistazo, mucho menos demencial de lo que augura su premisa y que, aunque busque constantemente el efecto magdalena de Proust con una banda sonora retro y numerosos ‘flashbacks’ a la película original, consigue satisfacer nuestra hambre de nostalgia y reírse de sus propias solemnidades lo suficiente como para resultar auténtica.

Nuestra mayor objeción, de hecho, es que podría haber abierto una caja de pandora de consecuencias imprevisibles. ¿Qué será lo siguiente? ¿Los Goonies buscando otro tesoro pirata para pagar los préstamos universitarios de sus hijos? ¿Los gremlins deportados por inmigración ilegal? ¿‘El nombre de la Rosa’ entre monjas franciscanas y benedictinas? Ten cuidado con lo que deseas: alguien podría convertirlo en serie.

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