¡Censúrame ese clásico! Cinco películas que hoy nos parecerían totalmente intolerables

En su momento, reflejaban actitudes, creencias y discursos normales en su época, pero, lo que son las cosas, hemos avanzado. Y ahora estas películas del Hollywood dorado nos resultan ofensivas.

'Desayuno con diamantes'

Audrey Hepburn interpretaba a Holly Golightly en 'Desayuno con diamantes'. 

/ D. R.

¿El personaje de ‘reina del hielo’ de Bryce Dallas Howard en ‘Jurassic World’ nos manda el mensaje de que éxito profesional y el romance son incompatibles para las mujeres? ¿Incluye ‘Black panther’, a pesar de todo, estereotipos sobre la supuesta inestabilidad familiar de las personas de raza negra? Olvídalo: hace unas décadas, la línea de lo políticamente correcto en el cine estaba más allá del horizonte, y cualquier espectador de aquellos tiempos que oyera nuestras polémicas sobre lo que es o no es ofensivo habría dicho que, para vivir en el futuro, nos la cogemos con papel de fumar. Y, para demostrarlo, echa un vistazo a estos cinco clásicos de Hollywood que hoy nos hacen llevarnos las manos a la cabeza.

1. 'Lo que el viento se llevó', vivan las cadenas

El viejo sur es una época legendaria para la cultura estadounidense pero tenía el pequeño inconveniente de que, para existir, necesitaba de toda una legión de esclavos negros. ‘Lo que el viento se llevó’ divide a sus personajes de color en dos tipos: leales hasta la muerte y canallas malencarados; en ambos casos, tirando a duros de mollera. Para ser justas con los espectadores de la época, hubo todo un movimiento de protesta cuando Hattie McDaniel (la legendaria ‘mammy’) ganó el Óscar a la mejor actriz secundaria, perpetuando estereotipos raciales en un Estados Unidos aún gobernado por la segregación.

Hubo que pedir un permiso especial para que dejaran a McDaniel entrar en el hotel donde se celebraba la gala, y aun así la actriz, la primera mujer negra en ganar el galardón, tuvo que cenar en una mesa diferente a la del resto del equipo de ‘Lo que el viento se llevó’, acompañada solo por su pareja. De los 94 papeles que interpretó Hattie en su vida, antes y después del Oscar, 74 fueron de criada. Eso sí, fue amiga de Clark Gable hasta su muerte.

2. ‘Canción del sur’, la película maldita de Disney

De ‘Lo que el viento se llevó’ podemos seguir disfrutando, con todas sus paradojas; pero para ver ‘Canción del sur’, la primera película de imagen real y animación de Disney, es preciso visitar algunos lugares oscuros de la ‘deep web’. En 1946, la compañía adaptó el libro infantil ‘Los cuentos del tío Remus’, en el que un anciano negro contaba a un grupo de niños ricos blancos cuentos de animales, en una idílica plantación de algodón.

La cinta se consideró casi desde su estreno profundamente racista. Disney decidió no comercializarla en VHS ni DVD y la guardó bajo siete llaves. Curiosamente, si vas a alguno de sus parques temáticos te encontrarás con el único vestigio que queda de la película maldita: la montaña rusa acuática Splash Mountain, inspirada en los cuentos de Remus y el único lugar en el que aún se puede escuchar su canción más emblemática, 'Zip-A-Dee-Doo-Dah’. Shhh, no se lo digas a nadie.

3. ‘El hombre tranquilo’, marketing de la violencia de género

Nos vendieron esta película como una visión idílica y pintoresca de la Irlanda rural y como el romance perfecto entre el hombre fuerte y silencioso y la mujer de carácter. Pero, sinceramente, no viviríamos en el cuadro que nos pinta ‘El hombre tranquilo’ ni aunque John Wayne estuviera incluido en el pack. Para empezar, la película es un insulto a cualquier irlandés con aspiraciones a tener personalidad propia: los hombres son unos borrachos que pasan el día en el bar, apostando; las mujeres, unas arpías que se dedican a cotillear, a parir o a gruñir; y cualquier cosa que diga el cura del pueblo va a misa.

Pero lo que te dejará en estado de indignación máxima es la fábula de la fierecilla domada que relata: Mary Kate (Maureen O’Hara), naturalmente, se muestra irracional, desafiante y caprichosa; naturalmente, Sean (John Wayne), el hombre destinado a poseerla, sabe cómo reconducir tal exceso de carácter: la agarra de malos modos, la lleva en volandas a donde quiere, la besa contra su voluntad, le da unos azotes medicinales y la lleva a casa entre empujones y patadas con el aplauso de unos vecinos que aprueban el desbravamiento de la impetuosa jovencita.

Por no ponernos excesivamente militantes, tampoco a Sean le favorecen los estereotipos de la época. El conflicto central de ‘El hombre tranquilo’ gira en torno a esta pregunta: ¿cómo puede vivir sin ser considerado un cobarde un hombre que ha jurado no volver a llegar a las manos con nadie? (Spoiler: no puede).

4. ‘Desayuno con diamantes’ y el vecino ¿asiático?

Es una de las películas más adoradas de la historia del cine; pero, por mucho que nos hechice a base de boquillas infinitas y serenatas en la escalera de incendios, ‘Desayuno con diamantes’ también nos hace levantar la ceja con indignación. Y no solo porque la protagonista, encarnada por la fascinante Audrey Hepburn, sea prácticamente una prostituta que vive de lo que puede sablear a sus acompañantes, ni porque el personaje narrador sea un caso de libro de ‘straightwashing’ (el personaje original de la novela de Truman Capote es homosexual).

El vecino (y casero) de la protagonista, el señor Yunioshi, es una muy ofensiva caricatura de la cultura japonesa, encarnado, para más inri, por un actor caucásico, Mickey Rooney, con gran profusión de manierismos racistas y dos enormes incisivos postizos. Lo de interpretar personajes de otra raza, por cierto, era habitual en el Hollywood clásico: Marlon Brando encarnó a un japonés en ‘La casa de té de la luna de agosto’; John Wayne interpretó al mismísimo Gengis Khan en ‘El conquistador de Mongolia’ y Katharine Hepburn se metamorfoseó en china en ‘La estirpe del dragón’. La apropiación cultural, siempre que beneficiara a la taquilla, se consideraba totalmente aceptable.

5. James Bond, licencia para abusar

Durante décadas, y con los rostros de Sean Connery, Roger Moore, Pierce Brosnan o Daniel Craig (entre otros), James Bond fue el terror de las nenas. En pantalla, porque caían rendidas a sus pies; fuera de ella, porque el modo en que trataba a las mujeres despertaba la indignación de feministas de todo el mundo. Algunos de sus momentos de mayor gloria sexista: la palmadita en el trasero con la que despide a su rubia acompañante en ‘Goldfinger’, diciéndole: “Márchate, los hombres van a hablar”; en ‘Moonraker’, cuando se extraña (“¿Una mujer?”) al verse atendido por una doctora; en ‘Operación trueno’, cuando elogia a una de sus chicas diciéndole que “nada como un hombre”; de nuevo en ‘Goldfinger’, cuando Bond besa por la fuerza a Pussy Galore y consigue, con su varonil acción, que la villana traicione a su jefe (y, en la novela original, la cura de su lesbianismo militante).

Ya que estamos, hasta los nombres de prácticamente todas las chicas Bond son sexistas: Honey Rider, Pussy Galore, Christmas Jones (que, por cierto, es una científica nuclear), Dink, Octopussy. ¿Aún nos preguntan por qué necesitamos una Bond femenina?

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