Alba González de Molina: “La mujer en el cine aún está poco valorada”

La ópera prima de la directora Alba González de Molina, ‘Julie’, narra la historia de la enigmática huida interior de una joven mujer que se refugia en una ecoaldea. Una película preciosa que atrapa al espectador.

La directora Alba González de Molina
La directora Alba González de Molina / D.R

“Todos hemos sentido ganas de abrir la puerta y salir huyendo”, dice la directora canaria Alba González de Molina. Eso es, precisamente, lo que hace la protagonista de la película que ha dirigido, ‘Julie’, su primer largo de ficción que se estrena el 7 de octubre. No sabemos de qué huye ni por qué, pero es fácil identificarse con Julie, con su soledad y sus miedos, no exentos de curiosidad y de ganas de vivir y de disfrutar de lo que se encuentra en un camino que, más que espacial, es hacia dentro.

Con ella llegamos a una ecoaldea que será su destino (y el nuestro). Allí, Julie acabará por hallar lo que andaba buscando pero no será, casi con seguridad, lo que el espectador espera. La película de Alba González Molina, que se presentó en el Festival de Cine de Málaga -donde se llevó los premios Biznaga de Plata a Mejor Actriz de Reparto para Silvia Maya y Premio Asescan Andalucía a Mejor Ópera Prima-, se ha realizado gracias al ‘crowfunding’ y a la productora El Gato Verde, en condiciones a priori complejas.

En la ecoaldea de Matavenero, en Torre del Bierzo (León), donde se rodó la mayor parte, sólo contaban con placas solares de energía y no había cobertura para los teléfonos móviles. Eso sí, había cuestas y montañas en cantidad así que tuvieron hasta que montar tirolinas para trasladar el equipo.

Sin embargo, en los videos de Youtube donde se puede ver cómo fue, dan ganas de estar allí y disfrutar de ese lugar remoto y bello en el que los habitantes han decidido apostar por vivir en comunión con la Naturaleza. Parte de ese encanto -y algo de dureza- se transmite en la película, gracias a los escenarios naturales y también a la participación de los ecoaldeanos, que comparten pantalla con los actores profesionales.

Mención aparte merece la protagonista, Marine Discazeaux, que hace suyo el personaje -de hecho, reconoce que lo creó junto a la directora en los largos meses de preparación- y regala una interpretación llena de silencios y matices. A punto ya de estrenar la película, hablamos con Alba González de Molina, que ha elegido a un equipo mayoritariamente femenino para su rodaje porque “el papel de la mujer en el cine está aún poco valorado”, para que nos cuente la aventura que supuso para ella hacer realidad la historia de ‘Julie’, una mujer que podría ser cualquiera de nosotros.

¿De dónde nace la idea de ‘Julie’?

La idea nace hace ya unos tres años después de acudir a una charla que dio Carlos Taibo en Las Palmas de Gran Canaria. Después surgió un debate entre varios amigos y tres ideas se sembraron en mi cabeza. A los pocos días vi a Marine Discazeaux en un bar y me acerqué a pedirle que fuera la actriz principal de la película. Me dijo un “sí, quiero” sin dudarlo, y a partir de ahí empecé a desarrollar el guión y a trabajar con ella.

‘Julie’ cuenta la historia de una mujer que huye. ¿Es posible huir de una misma?

Esta claro que no. Los problemas y el pasado siempre vuelven y las piedras en la mochila pesan demasiado. Se trata de ser capaz de verte con la mayor claridad para poder poner remedio a lo que a una le ocurre. En este caso, Julie huye por cobarde dejando toda su vida tras de sí.

Cuando empiezas a ver la película crees que vas a ir por un camino pero al final la protagonista va a su aire. No quiero contar mucho pero, ¿hiciste el guión -aunque la película, según he leído, tiene mucho de improvisación- para sorprender al espectador?

La película tiene un guión totalmente estructurado. Me interesaba no influir demasiado en el espectador, no contar de más, evitar la verborrea, trabajar más con los silencios y los espacios, con las preguntas sin responder y con las eternas dudas del “no sé”. Sólo hubo “improvisación” sobre guión en las secuencias de asambleas. Ahí buscaba la “verdad”. No suenan igual las palabras dichas por un habitante real que si las llego a escribir yo. Lo que hacía era provocar situaciones, explicar el conflicto y la resolución a la que quería que llegaran.

¿Cómo se superan los legados emocionales familiares? ¿Es huir la mejor opción?

No es la mejor opción. Pero a veces la distancia hace que veas las cosas con perspectiva. En el caso de Julie es así.

Para preparar esta entrevista he estado viendo videos en Youtube. El rodaje parece idílico. ¿Lo fue en tu recuerdo?

Fue caótico pero a su vez funcionó estupendamente gracias a la implicación del equipo técnico y de los habitantes del pueblo. Desde bajar tirolinas con el material hasta el pueblo, hasta arrastrar ladera abajo el generador (para luego volver a subirlo), o estar constantemente rodeada de niños.

Tú ya conocías la ecoaldea del rodaje de tu documental ‘Stop! Rodando el cambio’. ¿Cómo conseguiste que te abrieras sus puertas?

Para empezar contacté con Cuke, un habitante del pueblo que ya se ha convertido en amigo. Lo entrevisté en su momento en el documental. Años después le escribí y le pregunté que qué pasaría si les proponía rodar allí una ficción, pero con ellos como parte del reparto. Me invitó a ir, y me respaldó ante una asamblea que se hace cada tres meses. Luego, durante un año, estuve yendo al pueblo, sola o acompañada, para ir ganándome la confianza, y porque el sitio lo merece.

Has dicho que una de las cosas más bellas de la película, de su rodaje, fue la interacción entre los habitantes de la aldea y el equipo. ¿Nos puedes contar alguna anécdota para que nos hagamos una idea?

El rodaje se convirtió en un campamento. Desayunábamos, comíamos y cenábamos con ellos en el comedor común. Quizás una de las cosas más impactantes para todo el equipo y que demuestra la clara integración fue cuando hicimos juntos un temazcal. Se trata de un rito mexicano cuya función es emular el útero materno. Es una estructura de madera semicircular y tapada con mantas y pieles muy pesadas. Dentro hay un agujero donde se van metiendo piedras incandescentes. La gente se sienta alrededor de la piedra, y el maestro empieza a echar agua a las piedras. Nos metimos gran parte del equipo allí con la gente del pueblo. Ese momento fue grandioso.

¿Qué te ha parecido la vida en una ecoaldea?

Muy dura y llena de valientes. Hay que ser muy fuerte para aguantar no solamente la vida rural sin comodidades o modernidades, sino que también has de serlo a nivel psicológico. Me imagino las constantes dudas.

¿Crees que sería mejor adoptar un modo de vida más similar al de la ecoaldea que el que llevamos? ¿Qué deberíamos aprender de ellos?

Sin lugar a duda. Este sistema es terrible, es dañino con nuestro entorno y con el ser humano. Hemos perdido el contacto directo con la naturaleza, ahora hasta las lechugas te vienen troceadas metidas en una bolsa de plástico. Debemos de ser más respetuosos, porque este sistema y esta manera de vivir esta acabando con nosotros.

De los actores locales, habitantes de la ecoaldea, ¿quién te ha sorprendido más?

Muchos de ellos. Pero el que más me sorprendió fue Daniel Martín. Tiene un enorme talento y podría tener muchísimo futuro como actor.

Y para los actores profesionales, ¿cómo ha sido trabajar con ellos?

Creo que para ellos trabajar con actores no profesionales en un entorno así les has supuesto un reto y eso ha enriquecido la película. Quizás es más sencillo trabajar si te crees a los personajes y si el entorno es real o el adecuado.

Como directora, ¿cómo te las apañabas para dirigir a esa mezcla?

Por un lado confiaba profundamente en los actores profesionales. Sabía que iban a poder estar a la altura de cualquier circunstancia y que la experiencia iba a permitirles salir airosos de cualquier improvisación a la que les sometiera con el resto de reparto del pueblo. Llegué a dirigir a treinta personas a la vez, cada uno de su padre y de su madre. Pero funcionó muy bien, la gente estaba atenta y con ganas de que saliese para adelante.

Leo que ‘Julie’ está rodada sin usar energía eléctrica. No había cobertura ni teléfonos móviles…¿Cómo fue posible? ¿Con qué limitaciones, si las había, os enfrentasteis?

Conseguimos rodar esta película gracias a que los habitantes nos regalaron su energía solar. Sólo usamos el generador para las secuencias nocturnas. El resto tirábamos de placas. Nos comunicábamos a través de los ‘walkies' o pegándonos un grito. Las limitaciones eran más por el terreno, que era muy pedregoso y empinado. Había sitios a los que no podíamos acceder y por ello tuvimos que falsear rodando algunas secuencias en Madrid.

¿Cuántos erais de equipo? ¿Cómo era vuestro día a día?

De equipo oscilábamos entre los treinta y los cuarenta. La mitad nos alojábamos en la propia ecoladea y la otra mitad en un albergue de peregrinos del camino de Santiago. Los que dormían arriba en el albergue tenían que atravesar una montaña y luego hacer un camino de tierra en coche. Les llevaba unos cuarenta minutos salir de allá. Yo era de las que dormía en el pueblo. Todo el catering y comidas las organizaban los habitantes. Y para las duchas, por ejemplo, teníamos que pedir turnos y repartirnos por las casas que tenían calentadores. Y, si no, directas a la poza.

¿Se quiso quedar alguien a vivir allí?

Sí, jajaja, más de uno/a se vio tentado.

El equipo técnico con el que has rodado es prácticamente en su totalidad femenino. ¿Fue una decisión tomada conciencia y si es así, por qué?

Creo que el papel de la mujer en el cine aún está poco valorado y hay que visibilizarlo. No puede ser que sólo el 26% de técnicos en España sean mujeres. Y no será porque no hayan.

¿Crees que es más difícil hacer carrera en el cine, especialmente en ciertos departamentos como dirección o fotografía, si eres mujer?

No creo que sea difícil, sino que es poco común. Pero cada vez veo más mujeres en los departamentos de fotografía. En nuestro caso, todo el equipo de eléctricas eran mujeres. Los prejuicios los tiene cada uno y lógicamente estamos capacitadas para todo lo que nos propongamos.

En su paso por el Festival del cine de Málaga ‘Julie’ se llevó varios premios y una gran acogida. ¿Cómo fue para ti la experiencia?

Fue un momento muy surrealista. Ver ‘Julie’ en pantalla grande y en un festival de este calibre no entraba en mis planes cuando ideé la película. Mi intención en ese momento era llegar a hacerla. Ahora mírala con vida propia. Es un gusto ver que está funcionando.

La película se ha financiado a través de ‘crowfunding’. ¿Cuánto habéis tardado en conseguirlo?

Conseguimos una parte de la financiación por ‘crowdfunding’. La campaña duró cerca de 40 días. Luego se sumó a la aventura el productor Mariano Baratech con su productora El Gatoverde.

¿Qué te parece la situación actual del cine español? ¿Qué haría falta para mejorarla?

Me parece que está despegando a una velocidad de vértigo. Cada vez me gusta más el cine que se hace aquí. Para mejorarla, para empezar, pienso en dos cosas: bajar el IVA cultural (21% es inaudito) y que hayan más subvenciones.

En dos frases, ¿por qué recomendaría ir a ver ‘Julie’?

Porque todos hemos sentido esas ganas de abrir la puerta y salir huyendo.

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