¿Cómo saber si somos, de verdad, madres empáticas?

Porque una cosa es entender a nuestros hijos y otra, ponerse en su lugar y COMPRENDER.

Maternidades diversas: madres que son más que una

Fotograma de la película "5 lobitos"
Fotograma de la película "5 lobitos" / Cortesía de iMDB

Entendemos por empatía la capacidad de ponerse en el lugar del otro. La capacidad de comprender, aunque cueste, sus emociones, sentimientos y pensamientos, aún siendo diferentes a los nuestros. Así lo explica la psicóloga y psicoterapeuta Elisenda Pascual i Martí en el libro ‘Criar y jugar’ (Urano), en el que hace una profunda reflexión sobre la crianza desde muchos ángulos. Uno de ellos, precisamente, es la empatía. 

En este capítulo, profundiza largo y tendido sobre el momento en el que los niños comienzan a desarrollar los primeros atisbos de empatía, hacia los 2-3 años, cuando comienzan a comprender que sus necesidades, emociones o prioridades, difieren de los de las otras personas. 

Suele tratarse de conductas muy primarias, que se centran en solucionar el malestar de los demás sin comprender el sentido de ese malestar. Es lo que la autora menciona como Teoría de la mente. “Una vez que los niños han establecido su función simbólica, es decir, la capacidad de representar mentalmente y mediante imágenes las acciones antes de ejecutarlas para ahorrarse conductas de tanteo, y han integrado el lenguaje, el dibujo, la imitación y el juego simbólico, están predispuestas a desarrollar esta teoría, precursora de la empatía”, dice la autora. 

Es curioso: estamos obsesionados en lograr que nuestros hijos desde temprana edad sean seres humanos empáticos. Pero, ¿y si nos miramos el ombligo como madres y padres? ¿somos lo suficientemente empáticos como para poder exigir lo mismo a un pequeño ser que todavía está gestando su lugar en el mundo? 

Antes de pararnos a analizar cómo de empáticos somos como madres y padres, conviene recordar cómo se aquiere la empatía porque, efectivamente, tiene una explicación científica. 

¿Cómo saber si de verdad eres empática con tus hijos?

¿Cómo saber si de verdad eres empática con tus hijos?

/ Istock

¿Cómo se adquiere la empatía?

Elisenda Pascual lo explica a través de las famosas “neuronas espejo”: “existen en nuestro cuerpo un grupo de neuronas denominadas neuronas espejo. Estas tienen la función de activarse cada vez que observamos a otra persona realizar alguna actividad, aunque nosotras no la estemos ejecutando. Estas neuronas espejo registran las acciones que observamos fuera, de tal forma que nuestro cerebro las percibe como si realmente las estuviéramos realizando nosotros.

Así que bajo esta premisa, que se descubrió gracias a un estudio con primates, por supuesto que es posible decir que se puede educar para la empatía: “y es necesario desde los primeros momentos de vida de nuestros hijos”, incide la autora. 

La empatía, además, entendida como la capacidad de ponerse en el lugar del otro, forma parte de la capacidad de inteligencia, según Gardner, autor de la teoría de las inteligencias múltiples. Hace referencia a ella como inteligencia interpersonal y la define como la habilidad para detectar y comprender los problemas y circunstancias de las personas que nos rodean, recuerda Pascual. Por lo tanto, la empatía forma parte de nuestra inteligencia. 

Ahora bien, ¿cómo sabemos cuánto somos de empáticas como madres? Es más, ¿cómo sé si soy una madre empática?

Educar en la empatía es posible

Educar en la empatía es posible

/ Istock

Según la psicóloga, “las personas con este perfil (empático) tienen algunos atributos comunes. Ser empáticas les permite obtener una gran satisfacción en su interacción social, puesto que consiguen que las personas con quien se relacionan se sientan comprendidas, escuchadas y acogidas”

Y menciona algunas características: desde la elevada sensibilidad para conectar con la preocupación y los sentimientos de las otras personas a la capacidad para comprender la comunicación no verbal (los gestos, la prosodia…). Gran capacidad de escucha activa, respeto hacia los pensamientos, opiniones o conductas de los demás aunque difieran de las suyas… 

La empatía implica un desarrollo interno complejo

Para poder ser madres empáticas, debemos ir más allá de nosotras mismas, dice la autora. Y añade: “traspasar el egocentrismo de las etapas infantiles para poder interpretar la realidad en función de la mirada ajena y no la propia.”

Sabemos que somos madres y padres empáticas cuando comprendemos que aquello que les damos, y cómo se lo damos, es lo que nuestros hijos e hijas van a integrar. Y es que, como recuerda Elisenda, “el acompañamiento en la adquisición de la empatía, requiere de empatía”. Y esto no es más que tiempo, paciencia y comprensión de sus necesidades, capacidades y habilidades. 

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