Una historia de amor (lésbico) que mueve montañas

Aunque a muchos les pese, Rafiki ya ha hecho historia. Es una película que cuenta el amor entre dos jóvenes estudiantes de Kenia que encuentra todos los obstáculos posibles y la oposición de su familia y de toda la sociedad, en un país en el que la practica de las relaciones homosexuales está penada con hasta 14 años de cárcel. No ha ganado ningún premio (todavía), no ha ido a los Oscar (todavía) y sus protagonistas no son estrellas (todavía) pero ha conseguido grandes logros.

Estrenarse en el Festival Internacional de Cannes fue el primer hito jamás alcanzado antes por una cinta de ese país y ahí arrancó el sueño internacional de su directora, la cineasta Wanuri Kahiu (Nairobi, 1981) que aspira (¡por qué no!) a llevar su película a los Oscar. Y, sin embargo, igual que las protagonistas de su guión, se topó con la intransigencia y el conservadurismo moral de su país que prohibió su exhibición en cines por promover la homosexualidad. “Los keniatas ya tienen acceso a películas con contenido LGBT a través de Netflix y festivales internacionales que llegan a Kenia y son permitidos por el propio Consejo. Así que censurar el estreno de una película que trata cuestiones que ya están presentes en su sociedad parece un poco contradictorio”, explicaba la cienasta a Reuters.

Ahora, después de la denuncia presentada por la directora, la jueza Wilfrida Okwany ha decidido levantar el veto temporalmente para que sea exhibida en su país de origen y pueda, por tanto, entrar en consideración para las nominaciones de los premios de la Academia de Hollywood como ‘Mejor película extranjera’. Y así reaccionaba la directora ante esta noticia: “Estoy llorando. En un aeropuerto francés. ¡Tanta alegría! ¡Nuestra Constitución es FUERTE! ¡Den gracias a la libertad de expresión! ¡LO HICIMOS!”.