Fotografiar nuestra comida puede tener efectos insospechados

La fiebre por hacer y compartir fotos de lo que cocinamos se ha convertido en una constante en Internet. Además, tiene efectos psicológicos que tal vez no conocías.

Tartine gourmande

Bèa, francesa afincada en Boston, se esconde tras unas fotografías llenas postres y aperitivos hechas con mucho amor. 

/ @tartinegourmande

La tendencia 'foodie' (aquella que combina la pasión por fotografiar cualquier cosa con el amor por la comida y, también, la cocina) se ha convertido en un fenómeno en las redes sociales, donde las imágenes gastronómicas desbordan muros, perfiles y posts.

Su auge ha sido tal que ha inspirado nuevos nombres para millennials (ahora, también, 'generación foodie'), apps exclusivas para 'comidistas' (así es cómo la Fundéu quiere que les llamemos) o nuevas estrategias de márketing para el mundo de la hostelería, que busca acercarse a ese público hablando su mismo lenguaje.

Pero este nuevo mundo de imágenes nutritivas y coloristas tiene otras consecuencias. Según un estudio científico publicado en 'Journal of Consumer Marketing', las imágenes que hacemos de lo que vamos a comer tienen un componente psicológico muy importante que afecta nuestro consumo posterior e, incluso, al gusto.

Entre otras cosas, la investigación observó, tras proporcionar un pastel de color verde (del que no se revelaron los ingredientes) a un grupo de personas, que a aquellos que retrataron el plato antes de comérselo para compartirlo por Internet, este les resultó más apetitoso que a quienes no habían hecho ninguna foto.

Otra prueba demostró que también los usuarios que ven en la Red fotos publicadas por otros de una receta saludable, como un cuenco de açai (una de las frutas con mayor poder antioxidante que existen), se sentirán mucho más proclives a consumirlo y, de hacerlo, este les sabrá mejor y su ingesta será más placentera que en ocasiones anteriores.

La explicación es sencilla: ver a otros hablar sobre sus hábitos saludables hace que estos nos parezcan más atractivos. Pero algo similar ocurre cuando somos nosotros los que realizamos la foto, ya que, según el estudio, iniciamos un proceso de interacción con la comida en la que anticipamos el placer que luego vamos a experimentar y que aumenta nuestra satisfacción cuando lo comemos.

En resumen: si quieres que tu receta te sepa aún más deliciosa, no olvides antes fotografiarla y compartirla en el ciberespacio.

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