Sofía Coppola

Se ha convertido en la nueva gurú de la modernidad casi sin pretenderlo. Su estilo, sus películas y hasta sus bandas sonoras se convierten en piezas de culto. ¿Qué tiene Sofia?

Sofía Coppola
Sofía Coppola

Es sutil, etérea, intuitiva, elegante, destila clase por todos sus poros, tiene la habilidad de rodearse de fieles y famosísimos amigos y de gente con talento, sus actores la adoran y su equipo se siente totalmente embrujado por su presencia. Ambiciosa, emprendedora. A sus 35 años, Sofia Coppola, sigue teniendo aires de adolescente. Lo delata su forma interrumpida de hablar, su falta de vocabulario a la hora de expresar lo que lleva dentro y su aparente timidez, que a veces puede interpretarse como un distanciamiento del mundo que la rodea. Sin embargo, bajo esa suavidad y delicadeza de gestos, se revela una mujer hecha de acero, que ha sido capaz de dar un giro a su célebre apellido. Nuestro encuentro transcurre en una suite de un hotel de Beverly Hills. Lleva un vestido premamá (está en la recta final de su embarazo) de lana gris –el color de la temporada–, y sandalias negras con plataforma de corcho. La ausencia de joyas y su maquillaje hipernatural muestran el minimalismo con el que la pequeña de los Coppola conduce su vida.

Tu nombre viene frecuentemente asociado a la palabra ‘cool’. Tu forma de ser, de pensar, de vestir, hasta el estilo que das a tu trabajo, está definido así. ¿Cómo reaccionas cuando los demás te describen como una chica ‘cool’?

Es natural que la gente se exprese con esa palabra, abunda en el vocabulario, sobre todo, de los más jóvenes, y se ha convertido en un vocablo fácil e internacional. Yo no me veo así, no creo que nadie se considere a sí mismo cool, pero a lo mejor me equivoco.

¿Usas mucho la palabra ‘cool’?

Bastante, la verdad. La uso cuando oigo una música que me gusta. ¡Supongo que son los restos del vocabulario de una adolescente (risas)!

¿Quién es ‘cool’ para ti?

Mi padre (Francis Ford Coppola), mi novio (Thomas Mars, del grupo pop rock Phoenix), mi primo Jason (Schwartzman) y mi hermano (Roman Coppola).

¿Crees que María Antonieta lo fue en su época? Dictaba estilo...

Fue más que eso. Su figura tiene una fuerte conexión con nuestra cultura. Hoy sigue habiendo la misma diferencia entre ricos y pobres que existía en su época. Procedía de la corte austriaca, austera y disciplinaria, y fue a Versalles, donde reinaba la opulencia, la decadencia y las intrigas. Lo suyo fue un matrimonio de conveniencia y lo pago muy caro, porque tuvo que perder su identidad y adaptarse a las circunstancias.

A veces me recuerda a Paris Hilton: su amor por la ropa, las fiestas, los perros pequeños, los escándalos, su nombre en la prensa sensacionalista…

¿De verdad? A mí, no. La película cuenta la historia de una adolescente frívola que se convierte en una mujer con sustancia y no es así como veo a Paris Hilton (risas). Cierto que fue presa de los panfletos, que eran la prensa sensacionalista de la época, en los que se distorsionaban mucho las cosas. Por ejemplo, a ella le gustaba ver el amanecer en compañía de sus amigos y en los panfletos se contaba que organizaba orgías en los jardines de palacio, pero eso no eran más que rumores.

Le das un toque humano a un personaje que, históricamente, ha sido siempre vilipendiado. ¿Simpatizas con ella?

La biografía de Antonia Frazer me gustó, porque no la ve como un ser malvado ni como una mártir, sino como un ser humano. Eso es lo que he querido mostrar en mi película, contando la historia desde su punto de vista, no el de los historiadores. Es evidente que era imperfecta y que cometió numerosos errores, pero creo que lo hizo porque vivía aislada en Versalles, y fue engañada y mal informada por sus colaboradores. Por eso no fue capaz de tomar las decisiones correctas. Empezó siendo una joven frívola y acabó siendo una mujer que aceptó dignamente su final.

Ella se refugia en su casa de verano para escapar de la corte. ¿Dónde te refugias tú para estar a solas contigo?

En Napa Valley (California), donde crecí y donde viven mis padres. La casa está en medio del campo, rodeada de viñedos, y es un auténtico paraíso. Allí es fácil escaparse de todas las presiones del trabajo, de la sociedad y de la vida.

Hablando de presiones, en el pasado Festival de Cannes, fuiste criticada y alabada al mismo tiempo. ¿Cómo reaccionas ante las críticas a tu trabajo?

Me gusta que exista el debate y el diálogo, que la gente hable de mi trabajo. Es mejor que tener una respuesta mediocre o pasar inadvertida. Hubo críticas, cierto, pero también muchos aplausos y fuimos portada de “Cahiers du Cinema”, una institución en el periodismo cinematográfico francés.

Con el filme “María Antonieta” culminas esa transición, de adolescente a mujer adulta, por la que pasan las protagonistas de tus tres películas. ¿En tu futuro trabajo, abordarás el matrimonio y la maternidad?

Ahora mismo, no tengo la menor idea de lo que haré en el futuro. Siempre trato de que mi trabajo sea personal, de poner algo de mí en él. Esta película es el último capítulo de la trilogía en la que he estado trabajando desde que empecé a dirigir. Obviamente, ahora entro en una nueva fase de mi vida (nos dice señalando su prominente barriga). Estoy feliz y muy ilusionada con mi próxima maternidad. Por ahora, solo me voy a centrar en ella; más tarde, ya veremos.

¿Tienes planes de matrimonio?

De momento, no. Por ahora estamos bien así, viviendo la mitad del año en Nueva York y la otra mitad en París. Nada mal para una niña, eso de crecer en dos ciudades tan cosmopolitas, ¿no?

¿Ha influido tu novio, Thomas Mars, en la elección de la música del filme?

No. La elegí con mi supervisor musical, Brian Reitzell, con quien ya he trabajado en la banda sonora de “Las vírgenes suicidas” y “Lost in Translation”. Me grabó un CD, que llamamos “Versailles Mix”, en preparación para la banda musical. El disco incluía temas de grupos que siempre me han gustado, como Bow Wow Wow, New Order, The Strokes y The Cure. Buscaba una música muy alejada de palacio: quería que fuera contemporánea, el tipo de canciones y grupos que les van a las adolescentes.

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