Mónica Cruz en Estambul

Aprovechamos la presentación internacional de su nueva colección para Mango y nos fuimos con ella a descubrir los secretos de la Capital Cultural Europea 2010.

Mónica Cruz en Estambul
Mónica Cruz en Estambul

Lleva viajando por el mundo desde los 17 años, cuando Joaquín Cortés le ofreció un puesto en su compañía de baile –«fueron siete años increíbles porque, aparte del regalo profesional que supuso, adoro descubrir ciudades nuevas... mi pobre madre estaba desesperada, con mi hermana por un lado y yo por otro (risas)»–. Aún ahora, sigue encantada con la posibilidad de subirse a un avión (o los que le echen) varias veces al mes: sea por placer, sea por trabajo, aunque le guste volver a su casa y disfrutar de ella «como una maruja», de sus cinco perros y de sus amigos. «Con 31 años, ya no me veo capaz de afrontar una de esas giras maratonianas (ríe), aunque intente mantenerme en forma con mi entrenadora de Pilates y una alimentación sana –no soy nada de gimnasio–.»

Pues, ¡menos mal que ha bajado el ritmo!, porque nos ofrecimos a acompañarla en una de sus visitas a Estambul –presidía el desfile de Mango para la prensa internacional– y nos dejó sin aliento en el intenso tour al que nos sometió para enseñarnos sus rincones preferidos de esta deliciosa ciudad. «Estoy acostumbrada a un ritmo vertiginoso: siempre tengo mil cosas que hacer, así que ya me sale con naturalidad. Ayer, sin ir más lejos, concedí cuarenta entrevistas en el bar del hotel...» Por eso funciona tan bien su tándem con Mango: su equipo es tan disciplinado, humilde y natural como ella. Lo primero que hizo, nada más llegar a la ciudad, fue acercarse al Gran Bazar: «Busco siempre mercadillos –¡me chiflan!– para sacar ideas de cara a las próximas propuestas. Vamos a meternos de lleno con la colección Otoño-Invierno 2008, así que, ¿qué mejor sitio para inspirarse que uno de los mercados más antiguos y grandes del mundo?» Lo que no dice, es que siempre ‘pesca’ algo mientras desarrolla su labor de ‘coolhunter’... ¿Lo último? Una sombrerera antigua y un bolso vintage de Louis Vuitton que la volvió loca, aunque estuviera agujereado... Nuestra siguiente etapa es Beyoglu, en el barrio de Çukurcuma: su ecléctica variedad de anticuarios y tiendas de segunda mano, cuyas mercancías invaden las calles alrededor de Turnacibasi Sokagi, apasionan a Mónica.

«Llevo catorce años fijándome en cómo se visten las mujeres. Siempre me ha chiflado la ropa: de pequeña, me metía en el armario de mi abuela para cotillear los modelitos que llevaba mi tía de joven y ¡era mejor que un día en el parque de atracciones!» Al llegar al muelle de Ortaköy, donde cientos de jóvenes pasean a orillas del Bósforo, descubre a unas mujeres que llevan el pañuelo enredado al moño: «¿Has visto que forma más original de atárselo?», y se lanza a los puestos, dispuesta a comprar algunas telas... Mónica entra y sale de todas las tiendas: le da igual que sean bonitas y caras, que pequeñas y cutres... y allí la dejamos, con su sueño de seguir diseñando el resto de su vida. Aunque Turquía aún está a un paso de Europa, lo cierto es que Estambul ya lo ha dado hace muchos años. En esta ciudad hermosa y caótica a partes iguales, las minifaldas se imponen a los velos tanto en el tradicional puente Gálata como en los pasillos de los modernos centros comerciales ‘made in Tokio’. Las puntuales llamadas a la oración conviven con la ‘dolce vita’ oriental: los jóvenes (el 60% de la población) quedan en la Istiklal Caddesi, la arteria principal de la ciudad, para disfrutar cada puesta de sol. Los cafés, restaurantes chic y clubes de jazz son legión en el barrio de Tünel, el Soho turco. Los mejores lugares están situados a orillas del Bósforo (Ortaköy) o en las azoteas de los edificios, con vistas espectaculares sobre la ciudad de las siete colinas, la que se echó a la calle para defender el laicismo. Nombres como Orhan Pamuk (Nobel de Literatura), Teoman (estrella del pop turco) o las diseñadoras de la exitosa firma de moda Dice Kayek defienden la Turquía que ya puso en marcha Atatürk, el fundador de la República, en 1923. Fue él quien instauró el voto femenino 25 años antes que Francia.

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