Eva Longoria en Cannes

Es como un buen perfume: su esencia se esconde en un frasco pequeño y de lujo. La ‘prota’ de Mujeres desesperadas estuvo con WOMAN en la Costa Azul.

Eva Longoria en Cannes
Eva Longoria en Cannes

Nos recibe en una espectacular mansión con vistas a la bahía francesa, con cariño y en un español con marcado acento mexicano. Al natural, es tan bonita como en la tele, y algunos minutos después descubrimos que su fondo no tiene nada que envidiar a su forma. «¿Glamour? Mi aspecto se debe al excelente trabajo de un equipo de profesionales: mi estilista, Ken Paves, mi maquilladora Elan Bongiorno y mi entrenador –¡trabajo duro cuatro veces a la semana!– La mayoría de las mujeres de 33 años sería como yo si estuviera en mi lugar. ¿Sabes cuándo me siento guapa de verdad? Cuando ayudo a alguien. Entonces sí que transmito una luz especial.» Eva no se esconde: igual que proclama su apoyo a Hillary Clinton, se enfunda una camiseta de Reporteros sin Fronteras contra los JJOO de Beijing 2008 (www.rsf. org). «Me han inculcado la solidaridad desde niña, porque una de mis hermanas requiere educación especial y mi madre es profesora. Así que estoy obligada moralmente a prestar mi voz a quienes lo necesitan.» Si hay un adjetivo que la defi na es ‘comprometida’: «Me siento muy orgullosa de ser un modelo para las mujeres latinas. Nunca he renegado de mis raíces, por eso mantengo mi apellido de soltera, aunque esté casada con Tony Parker. ¿Sabías que desciendo de un conquistador español del siglo XV? Se llamaba Pedro Longoria y era asturiano. Me encantaría poder llevar a mi padre a conocer esa tierra.»

Tiene un enorme sentido del humor, cualidad obligada al ser la pequeña de cuatro hermanas criadas en un rancho de Texas: «Se metían muchísimo conmigo, me llamaban ‘niña fea’ porque era pequeña y delgada... pero eso me ayudó a desarrollar otras habilidades, como el aguante o la constancia. Me valieron de mucho al comienzo de mi carrera: ¡Es increíble la de veces que te pueden llegar a rechazar en los castings! (risas).» Superadas las rencillas infantiles, ahora se siente muy unida a su familia: «Consulto con mi madre y mis hermanas cada paso importante en mi vida. Gracias a Dios, siempre están ahí para que mantenga los pies en el suelo y para impedirme que algún día se me vaya la cabeza e intente, por ejemplo, sacar algún disco. Canto de pena (risas).» Sin embargo, borda su papel de ama de casa: «Me encanta cocinar, coser, planchar... ¡Hago el mejor guacamole del mundo! Son tareas que la gente deja de hacerlas por pereza, pero yo soy muy maruja: me enfundo mis vaqueros y… ¡al ataque!»

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