La pedida de mano de Emily Ratajkowski fue tan especial como su boda

Si te extrañó que Emily Ratajkowski se casara con un traje mostaza de Zara, espera a conocer la historia de su compromiso.

Emily Ratajkowski y Sebastian Bear-McClard el día de su boda

Emily Ratajkowski y Sebastian Bear-McClard el día de su boda

/ Instagram

¿Piensas que casarte con un traje de Zara es una fantasía? Pues espera a conocer la historia del compromiso de Emily Ratajkowski y su ya marido Sebastian Beard-McClard, porque da para una película romántica con final feliz (eso siempre).

Ha sido en el show de Jimmy Fallon donde la modelo se ha soltado la lengua y ha contado cómo surgió lo de casarse, y la verdad es que, después de escucharla, ya nos empieza a cuadrar el hecho de que su boda nos pillara por sorpresa.

Todo comenzó con un rechazo. Sí, has leído bien: Emily Ratajkowski en un primer intento se negó a dar el 'sí, quiero'. "[Sebastian] me propuso matrimonio en el restaurante Minetta Tavern y no tenía anillo, así que yo me quedé en plan: 'mmm... ¡no!'", cuenta Emily, quien prosigue relatando el segundo intento de su marido: "Entonces, cogió el clip de la cuenta y me hizo un anillo, y aquello sí que me pareció muy romántico". Tan romántico que al día siguiente decidieron casarse.

¿A que ya te has enganchado a la historia? Pues prepárate, que hay más. Casarse no se casaron con anillos hechos con clips, pero las alianzas también fueron otra odisea en la historia de estos tortolitos. La trama continúa en Chinatown, donde ambos compraron una onza de oro que Sebastian pretendía fundir para hacer dos anillos. "Yo como que no me veía derritiendo el oro, me parecía un poco difícil", reconoce Emily Ratajkowski, pero como con empeño nada es imposible... Era la noche previa a la boda y Sebastian terminó en una tienda del centro de la ciudad, donde un amable hombre israelí le dijo que era capaz de hacerle los anillos. "Así que fuimos a su estudio cuando ya había cerrado y allí los moldeó y los acabó con un martillo y un pequeño soplete", cuenta Emily, que en un principio daba por "temporales" dichos anillos, pero claro, una les acaba cogiendo cariño... "No quiero desprenderme de ella [su alianza]. Sencillamente porque siento que al hacértela tú misma, puede ser como más personal, ¿sabes?" confiesa.

Pues nada, ya tenemos la pedida, tenemos los anillos, ¿qué queda? ¡El vestido! Pero es que claro, organizando una boda de un día para otro (no intentes hacerlo en casa), ¿qué esperabas? "Supongo que realmente no sabía ni qué es lo que siempre había querido hacer, por eso quizá fue tan poco tradicional", reconoce Emily, que se vio tirando de armario y escogiendo el traje mostaza de Zara y una pamela negra, que llevaba "para pasar inadvertida". De todos modos, el 'dress code' no era algo que importase mucho, ya que, al fin y al cabo, algunos iban hasta en chándal (pero sin tacones).

Y bueno, el final del cuento se sigue escribiendo a día de hoy: Emily Ratajkowski y su marido están comiendo perdices.

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