Edurne Pasaban: "Todo requiere un sacrificio"

Fue la primera mujer en coronar los 14 'ochomiles' y un referente en la historia deportiva de nuestro país. Hoy, seis años después, hablamos de los años en la montaña y sus nuevos proyectos.

Edurne Pasaban
Edurne Pasaban / D.R

Lo primero que nos llama la atención de Edurne es su altura y su estilo "la gente piensa que voy a venir vestida de montañera y se sorprende al verme así" (ríe). Lo que no oculta es su fortaleza y aplomo; es lo que hace falta para hablar de los miedos y los peores momentos como ella hace, con la seguridad de saber que lo más importante en la vida es no traicionar tus sueños. La pillamos en Madrid, de camino a casa.

¿Dónde vives ahora, Edurne? 

Ahora me he vuelto a mi tierra, a Donosti. Cuando eres joven intentas salir, pero luego vuelves a tus raíces.

Hace ya 6 años desde tu última ascensión al Shisha Pangma (el 17 de mayo de 2010) con la que conseguiste ser la primera mujer en coronar los 14 'ochomiles' (las 14 montañas con más de 8000 metros de altura). ¿A qué te dedicas en la actualidad?

Doy clases de liderazgo en el IE (Instituto de Empresa). Hoy en día mi vida se reparte en diferentes cosas, justo hoy venía de dar una clase de 'Creación de visión'... todo surge de un momento de mi vida creé una visión para terminar los 14 'ochomiles' con un objetivo deportivo y cuando terminé en el año 2011 me encontré con 30 y pico años teniendo que empezar de nuevo y decidir a dónde iba y sólo había hecho hasta ahora montaña. Es verdad que me había formado –soy ingeniero- pero te preguntas a ti misma "¿y ahora qué hago?". Tuve que enfocar mi vida nuevo en un mundo totalmente diferente y me formé como ‘coach’ e hice un MBA. Ahora mismo me dedico a dar conferencias sobre trabajo en equipo y motivacionales. Además de tener mi propia agencia de viajes en el País Vasco.

Eres una mujer emprendedora...

La verdad es que sí, me he reinventado y estoy en ello aún. Soy una persona de ponerme retos, objetivos. 

Ahora que hablas de retos, eres la primer mujer en subir los 14 ‘ochomiles’ ¿Qué hace falta para conseguirlo?

Creo que para conseguir un reto como este lo primero que hace falta es ambición. Todas las personas que tienen objetivos grandes en la vida tienen como punto en común la ambición. La ambición a veces tiene alguna connotación negativa y no tiene por que ser así, algo de ambición es imprescindible. También es importante el afán de superación, tener ganas de éxito, pasión, mucho tesón, no tirar la toalla rápido. Para hacer los 14 ochomiles he tenido que hacer 22 expediciones, he pasado momentos malos…pero nunca abandoné.

Empezaste pronto, con 14 años y con 16 ya estabas subiendo al Montblanc. Pero he leído que empiezas en esto de la escalada más en serio por amor…

Mi historia es casi toda por amor; a los 14 años empiezo a escalar en un club de montaña porque a mis amigas y a mi nos gustaba el tío que daba el cursillo. Luego yo me metí mucho en el tema, me apasionó. Yo era una chica a la que no le gustaba salir mucho de fiesta ni arreglarse, así que entre los montes encontré mi lugar. Más tarde, en mi primera expedición en el año 98 al Himalaya encontré a una persona en el campamento base, un chico italiano, el que se convirtió en mi pareja hasta 2002 y me impulsó en cierto modo a alcanzar los 14 ochomiles.

El montañismo es un deporte muy duro –te han amputado varios dedos de los pies- donde, además, se tiene contacto directo con la muerte, tú misma has perdido a muchos compañeros ¿Cómo se prepara una para este tipo de situaciones?

Esta es una pregunta que últimamente me hacen bastante. La muerte es un tema que en nuestro oficio está muy presente. En mi caso es un sentimiento contradictorio, porque yo de pequeña fui muy dependiente de mis padres ya que sufría una enfermedad en el intestino hasta los 6 años y tenía mucho miedo a la muerte y la soledad. Luego la vida me cambió y me volví muy pragmática; las cosas pasan y hay que aceptarlas. Me enfrento a este tipo de situaciones de manera natural y soy consciente de que es parte de la vida. Perder dos dedos son gajes del oficio. He perdido a unos cuantos compañeros: en los últimos años, 14 amigos cercanos. Tengo tan claro que es parte de lo que hacemos, el que pase un accidente y que puedas perder algún amigo o que puedas perder tú misma la vida, que te vuelves pragmática. El peor accidente que he tenido pasó en el Pirineo, fuimos cinco amigos a escalar y volvimos dos. Perdí a tres amigos cercanísimos. Cuando pasó lo primero que pensé fue en salvarme yo. Te vuelves súper egoísta en ese momento; cuando ves que tus compañeros se caen dos mil metros y piensas –se acabó la vida de esta gente. En ese momento ni lloras una lágrima. Sólo tienes un instinto de supervivencia muy grande. Lloras luego, cuando bajas, cuando das la noticia a los familiares.

¿Este instinto de supervivencia te ha ayudado también en tu vida?

En el 2006 con 33 años mis amigas tenían una vida completamente diferente a la mía. Está muy bien estar por ahí escalando montañas, pero cuando volvía a mi casa la realidad es que me encontraba muy sola; no me esperaba ningún novio, mis amigos hacían su vida…Tenía una realidad que me apasionaba; la montaña y otra realidad en la que no sabía cómo encajar. Todo esto me hizo caer en una depresión bastante grande que me mantuvo ingresada 4 meses y donde quise quitarme la vida en un par de ocasiones. Los médicos y los psiquiatras se preguntaban cómo una persona con un instinto de supervivencia tan grande en la montaña era incapaz de adaptarse a la vida real. Es muy complicado.

¿Cuánto dura esta depresión?

Un año. Mis amigos tiraron mucho de mi y cuando pasó este tiempo me propusieron ir a otra expedición porque pensaban que era lo que me hacía falta. Y tenían razón.

¿Cómo conseguiste superarla?

Con ayuda médica, con antidepresivos y con la gente que te quiere y que te entiende, porque es complicado entender a alguien que esté enfermo. Con la depresión te dejas y necesitas a alguien que tire de ti, pero la verdad es que si no sales tú no te saca nadie. El problema es que como no te duele nada piensas que no estás enfermo, pero sí que lo estás.

¿Qué le aconsejarías a alguien que la padece?

Primero ser consciente de lo que está pasando y contarlo. Muchas veces parece que nos da vergüenza decirlo o que pasar por una depresión nos hace débiles y es un error. Luego pedir ayuda, cuando a mi me pasó lo primero que hice fue contárselo a mis padres, me planté delante de ellos y les pedí –“Sacadme esto de aquí” porque yo no sabía lo que me pasaba pero notaba que algo iba mal. También es muy importante cuando te dan ayuda no dejarla, porque a veces pasa que te sientes mejor y dejas el tratamiento pero en realidad no lo has superado del todo. Yo estuve medicándome hasta el último ‘ochomil’ que escalé, desde el año 2006 hasta el 2011. Y no me avergüenzo; es lo mismo que si tienes jaqueca, al final es algo que va mal en ti y tienes que controlar.

Y después de pasar por esta etapa supongo que una se conoce mejor y que es más complicado volver a caer en algo así ¿no?

Somos personas de tendencias. Muchas veces eres tú con tus pensamientos y forma de actuar la que te conduces a estos estados; por no saber gestionar bien tu tiempo, tu vida personal… Difícilmente cambiamos estas tendencias, pero si controlas donde están y cuándo se enciende la luz roja, es más fácil no volver a caer en rutinas negativas.

Por amor subiste a la montaña y conseguiste ser la primera mujer en alcanzar los 14 ‘ochomiles’ pero por otra parte la montaña te hizo caer en una depresión. ¿Qué balance haces ahora de todo esto?

El balance es que he sido feliz con la vida que he tenido. ¿Complicada? Sí, pero no más que la tuya. Soy feliz en la montaña, seguro que he perdido muchas cosas, quizá lo que más me duele es no haber sido madre, pasar tiempo con mi familia, amigos o muchas parejas que seguramente hubiesen funcionado si yo hubiera tenido otro tipo de vida. Todo requiere un sacrificio, pero compensa vivir tu propia vida. Esto es lo complicado, ser valiente.

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