Carla Bruni, la libertina

Tiene cara de niña buena pero es mentira. Puede permitirse el lujo de decir lo que piensa, y lo hace con palabras de mujer segura y valiente. La entrevistamos en exclusiva en Madrid para hablar de su segundo disco, No promises (Naïve), y de muchas cosas más...

Carla Bruni, la libertina
Carla Bruni, la libertina

La publicación de Quelqu’n m’a dit, en 2002, fue una de las sorpresas más agradables de aquel año capicúa. Y es que así, de primeras, la cosa era para echarse a temblar, si tenemos en cuenta las experiencias musicales de otras tops (baste un ejemplo: Naomi Campbell, con su Babywoman, demostró que se podía ser una diosa de ébano y tener una garganta de esparto). No pasó lo mismo con el intimismo folk de Carla. Regresa seis años más tarde con el disco Promises y, esta vez, los textos no son suyos, sino de grandes poetas anglosajones como Yeats o Emily Dickinson. Con la misma solvencia y frescura con la que posara para los grandes de la moda, ella le da poca importancia al asunto… «Leía poesía y me enamoré de ellos. Los utilizo. Esos poemas son solo una excusa.»

Chica, hablamos de alguno que es Premio Nobel, como William Butler Yeats…

Ah, sí… Gran escritor. Y una vida apasionante. Insisto en que las letras son lo de menos. Promises tiene que ver con la atmósfera. Lo que importa es el universo.

Ahora que eres cantautora, ¿qué queda en ti de tu anterior profesión de modelo?

Hago alguna sesión de fotos de vez en cuando, pero estoy bastante fuera del mundo de la moda. Me compro muy poca ropa. Me gusta mirarla y la admiro, pero para mí, estar sexi y confortable con unas botas, unos leggings y un suéter (justo lo que lleva puesto en el momento de la entrevista) es fundamental.

¿Cómo es tu armario? ¿Y tu tocador?

No llevo maquillaje y me aburre elegir ropa. Con veinte años me gustaba estar guapa, pero no como si cada día tuviera una cita. Ir siempre arreglada es un fastidio.

¿El mundo de la moda es malvado?

Empecé a encontrarme con gente mala cuando tenía tres años, en la guardería. La crueldad es un problema de la humanidad, no de la moda. Esta puede ser superficial, pero es de una crueldad tolerable.

Te vistes como cantas, con poquitos elementos pero muy apañada…

Soy italiana y tengo una personalidad barroca. Pero lo que me gusta de la música folk es que, si me pides que te toque algo, sonará bastante parecido al disco.

Tu voz me recuerda un poco al ronroneo de un gato…

Si me permites decirlo. ¡Ja! A veces soy una gatita, ¡a veces soy un tigre! Todos somos animales, los agresivos son rinocerontes; los viejos, elefantes. Pero me gustan los gatos. Tengo cuatro. Cada uno de un ex. He tenido muchos novios, y me considero afortunada de que amaran los gatos y no las ratas.

Tus legendarios amoríos…

Amantes. Mmm, me encantan. No sé si poseo una lista legendaria de amantes. A menudo me pregunto cómo deben ser las listas de amantes de mis amantes, y si tienen más páginas que las mías. Sería realmente molesto, ¿no crees?

Versionas un poema de Dorothy Parker, Ballad at 35 (Balada a los 35)… ¿No te parece que has mentido un poco?

Tengo 39 y estoy orgullosa de ello. No creo que cuando tengas 39 te conserves como yo. Es un poema sobre una mujer que sabe que ya no es una muchacha. Un poco como me siento yo. Dorothy murió completamente sola. En aquella época, tener 35 años debía ser como para nosotros 45. Antes de los antibióticos, la gente moría a los 35, así que tengo buen aspecto… Para llevar cuatro años muerta.

Tú no estás sola, tienes un hijo…

¡Sí, Aurélie! (Enseña unas fotos de carnet de un muchacho rubio, con enormes gafas de concha.) Es muy serio, como su padre, y ¡lee poesía! Es un pequeño intelectual. Yo, en cambio, soy muy física.

También está el padre, la primera pareja estable que has tenido en tu vida…

Hace siete años que estoy con él. Cuando conocí a Raphäel (el profesor de filosofía con el que comparte su vida) él solo tenía 23 años. Era un poco fuerte, porque yo le sacaba siete. Pero, para entonces, eso ya no me preocupaba. A los veinticinco comprendí que el hombre es un animal totalmente diferente a la mujer. De alguna manera, nunca madura, solo envejece, así que pensé: «Si tengo que elegir entre un inmaduro jovencito y un inmaduro viejo, me quedo con el joven.»

¿Cómo llegaste a estabilizar tu vida?

Simplemente, cambié. Y no del todo…

¿…?

La fidelidad es un aburrimiento, como si fueras una mula dando vueltas alrededor de una noria, así que no se la pido a mi marido ni pretendo que él me la pida a mí. El deseo es el sentimiento más agra- dable que una puede tener en esta vida.

¿Me estás diciendo…?

No soy activamente infiel, y me gusta mi marido físicamente, pero no tengo ninguna intención de refrenar mis instintos. Si me gusta alguien, iré a por él.

¿Y qué me dices de Raphäel?

Confío en que también haga lo mismo.

¿Acaso no lo sabes?

No hablamos de ello. No tenemos por qué hacernos sufrir, por qué sentir celos. Hay otras maneras de ser fiel más allá del sexo, como la amistad o el amor. Si mi marido tiene un asunto con otra mujer, no quiero saberlo. No soy su madre, soy su mujer. Si viene a contármelo, lo dejaré. Es lo que en Italia llamamos libertinaje, ya sabes, no nos gusta mucho el divorcio…

¿Quieres decir que a la gente le falta valor para ser infiel?

La vida es dura. Hace tres meses se murió mi hermano. Para ese tipo de cosas es para lo que se necesita el coraje. No para el amor. No para la fidelidad. A veces necesitas a una persona para construir algo y a otra para divertirte. No es lo mismo.

Uf, ahora comprendo de dónde viene tu reputación de rompematrimonios…

Nunca pongo mi moralidad en el sexo. La pongo en otras cosas: en el trabajo bien hecho, el respeto, la educación… No dejar de lado a la gente que lo pasa mal. No hacer sufrir al débil, no pavonearse de tener más suerte que otros…

Y, entonces, ¿qué lugar dirías que ocupa el amor en tu vida?

El amor es muy agradable, pero el deseo es la vida. Mira, este sería un buen epitafio para mi lápida, ¿no crees?

Datos de interés

Carla Bruni nació el 23 de diciembre de 1968 en Turín, Italia. «Mi padre me tuvo con 68 años, ¿qué te parece?»

Alberto Bruni, su abuelo, fue compositor de ópera. El dinero le viene de la participación familiar en la empresa Pirelli.

Rápidamente cambió sus estudios de arquitectura por su incipiente carrera de modelo. Le salió rentable.

La hermana de Carla, Valeria, es una reconocida directora y actriz. Dirigió la película Es más fácil para un camello .

A los 30 años, después de ganar 7,5 millones de dólares en 1998 con su trabajo de modelo, decidió dejarlo.

Bruni es conocida en Francia por vencer a Laetitia Casta en un anuncio de banca con el eslogan La inversión más bella.

Rara vez se la ha visto compartiendo su tiempo libre con otra modelo. Solo es amiga de la top Karen Mulder.

Un buen epitafio para su tumba, según sus palabras, sería: «El amor es agradable, pero el deseo es la vida.»

Nunca pone moralidad en el sexo. «La pongo en otras cosas: el trabajo bien hecho, el respeto, la educación...»

Impermeable a las críticas, no se inmutó cuando la ex de su actual pareja la bautizó con el nombre de Terminator.

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