Juan Diego Botto

El actor ‘tranquilo’ vuelve a abrir la caja de los truenos. Estrena película, rueda en Estados Unidos y saca un libro de monólogos.

Logo web woman

Logo de Woman.es

/ Xabier Vázquez

No es de los que habla por hablar; él sólo abre la boca cuando es necesario. Pero Juan no es tímido, simplemente, se siente cómodo en el silencio. A primera vista se diría que es un hombre enigmático y que vale más por lo que calla que por lo que dice. Pero una vez comienza la entrevista, el actor tiene claro a lo que ha venido. Entonces de-sata un torbellino de ideas que descubren a un individuo con muchas inquietudes personales y sociales. Y también profesionales. En la gran pantalla le vemos actualmente en "Obaba", de Montxo Armendáriz, donde da vida a un joven optimista. En unos meses le tendremos en "La Fiesta del Chivo", adaptación cinematográfica de la novela de Mario Vargas Llosa. Por si eso fuera poco, rueda con Antonio Banderas y Jennifer López "Border-town", un filme sobre los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, y saca un libro de monólogos, "El privilegio de ser perro" (Ed. El Aleph), texto que ya ha trasladado al teatro.

¿Por qué ese homenaje a los perros en el primer libro que escribes?

Me parece una buena forma de poner de manifiesto que muchos de nuestros perros viven mejor que los inmigrantes. Mientras los primeros incluso van a la peluquería, los otros no tienen ni un plato para comer.

Siendo argentino, ¿te has sentido alguna vez un inmigrante en España?

Cuando emigré de Buenos Aires a España yo era muy chiquito. Aun así me sentía raro, porque debido a mi acento hablaba de forma distinta al resto. Además, en mi casa se respiraban patrones culturales diferentes a los que veía en el colegio. La gente de mi generación, como Ernesto Alterio por ejemplo, hemos experimentado esas sensaciones, propias de los desencuentros de este tipo.

Militante de izquierdas

En tema político siempre te has decantado por la izquierda. ¿Crees que el actual Gobierno ha trabajado lo suficiente para erradicar el problema de la inmigración?

Queda mucho por hacer, aunque hay que reconocer que dar papeles a los inmigrantes ha sido una medida muy positiva. Pero no creo que el problema pueda solucionarlo un país de forma independiente. Mientras el nor-te siga explotando al sur, siempre existirán las ganas de escapar de un sitio a otro.

¿Los ciudadanos deberíamos tomar también otra actitud ante esta situación?

Tendríamos que aceptar de una vez que Europa y Estados Unidos somos una minoría dentro del mundo y que el 80 por ciento de la humanidad se muere de hambre. De ese mo-do, no nos sobresaltaría ni violentaría que nuestro pequeño terreno se inundara de otras culturas. En España todavía tenemos que me-ternos en la cabeza que los inmigrantes no vienen a quitarnos nuestros privilegios.

El protagonista de uno de tus monólogos rechaza la creencia en Dios y en los refranes porque, según él, fomentan la cobardía y la parálisis social. ¿Es una proyección de tu pensamiento?

En esta sociedad hay mensajes que intentan potenciar la inmovilidad, evitar que uno no proteste para cambiar las cosas, y que todo siga igual. Los refranes son un buen ejemplo de ello. En cuanto a la existencia de Dios...

Tienes uno y se llama Maradona...

(Risas) Sí, y poco más. Para mí es producto de la necesidad humana de no sentirse solo.

¿Vivimos en una sociedad conformista?

Creo que después del 11-S han cambiado muchas cosas y que el miedo es lo que marca la pauta de esta nueva época. Nos hemos vuelto más individualistas y eso ha hecho que tender lazos entre la gente para crear grupos o cooperativas sea ir a contracorriente.

Hijo de ‘desaparecido’

Sin embargo tú sí te unes para luchar por lo que crees. Perteneces a la asociación HIJOS cuyo lema es «ni olvido ni perdón».

Sí, la formamos hijos de desaparecidos –mi padre fue uno de ellos– o que recibieron represalias durante la dictadura militar argentina. Busca no olvidar, porque la memoria nos permitirá que no vuelvan a repetirse situaciones como éstas. En cuanto al perdón, cada uno tiene derecho a concederlo o no. En todo caso es más fácil hacerlo cuando el acusado está cumpliendo condena en la cárcel que cuando camina impune por la vida.

¿Hay algo de rencor en esa filosofía?

En absoluto. La justicia que nosotros pedimos no está motivada por la venganza, sino porque hay algo que sigue aún pendiente.

Aun así, has hablado de "Martín (Hache)" como una película que, de algún modo, te permitió vengarte...

Sí, porque a pesar del exilio, del exterminio y de la muerte de mi padre, después de unos años fue posible que un Botto protagonizara una película de un director argentino tan im-portante como Adolfo Aristarain. Fue muy placentero, una forma de revancha.

¿Te han tachado de joven idealista?

Sí, pero no me afecta lo más mínimo. Las etiquetas están ahí para usarlas. Para mí, pensar que podemos tener un mundo mejor no es una cuestión de idealismo, sino de lógica y de sentido común. Así es como veo yo el tema.

¿Te enfadas cuando ves las noticias?

A mí me cabrea todo. Por ejemplo, me cabrea la cantidad de tinta que se gastó para encomiar el estoicismo británico ante los atentados que sufrió y sin embargo, no he oído nunca nada sobre el estoicismo iraquí. ¡Esa gente soporta el terrorismo todos los días! Siento rabia y eso me asusta un poco.

Es normal verte en alguna manifestación.Como rostro público, ¿tienes que exponer aún con más razón tus ideales?

Cuando salgo a protestar no lo hago como actor, sino como ciudadano; creo que todos hemos de implicarnos en las cosas que suceden a nuestro alrededor. Lo que yo hago lo ha-cen también un montón de electricistas y de amas de casa. La única diferencia es que yo tengo una proyección pública. Pero no por eso tengo mayor deber que los demás.

De tal palo, tal astilla

Otra de las etiquetas que persigue a Juan Diego Botto es la de «enchufado» por el hecho de que tu madre, Cristina Rota, es una de las profesoras de actuación más conocidas de nuestro país.

Pues, fíjate, antes intentaba dar explicaciones, pero ahora me reconozco como enchufado. He tenido mucha suerte de que mi madre me enseñara la profesión y de que me ayude a preparar los diferentes personajes.

Algún inconveniente tendrá...

Sí, naturalmente. Al tratarse de familia, te di-ce las verdades sin ningún tipo de pudor.

Ahora estás rodando con Jennifer López y Antonio Banderas, pero los monólogos de tu libro pronto se representarán en salas de teatro alternativas y en universidades. ¿Eres un hombre de contrastes?

Trabajar en salas alternativas va más con mi carácter, me conecta con la realidad. Rodar en Estados Unidos es genial, pero actuar en un escenario pequeño y ver la cara del público es algo que no tiene precio. Lo aseguro.

El espectador tiene la sensación de que Botto interpreta siempre personajes de vidas tortuosas. ¿Te los dan o los buscas?

Mitad y mitad. Me atraen los personajes com-plejos, pero también son los directores quienes me eligen para interpretarlos.

¿Eres capaz de mantener la distancia con esas tramas tan oscuras?

Éste esun trabajo muy obsesivo y hace falta ser muy obsesivo para hacerlo. He desarrollado una personalidad múltiple (risas).

Síguele la pista

  • Lo último