Dani Martín: "Desde pequeño, siempre he sido muy seductor"

Dani Martín no va de estrella. Es un tipo normal que solo quiere disfrutar de la vida. Y esa verdad, ese positivismo que tiñe hasta sus canciones más tristes, es lo que engancha. Muchos no daban ni un duro por él el día que disolvió El Canto del Loco para seguir su carrera en solitario, hace ahora cinco años. Se equivocaron. El madrileño ha demostrado el mismo tirón rodeándose de una banda de ensueño. Y el apoyo de sus amigos –con los que comparte escenario en “Mi teatro”, su último disco, grabado en directo– le ha permitido seguir soñando. Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Leiva, Hombres G, Alejandro Sanz... ¡Así, cualquiera!

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/ Xabier Vázquez

¿Cómo recuerdas esas dos noches de concierto, el pasado mes de mayo, en el Palacio de Deportes de Madrid?

Como una montaña rusa, llena de sensaciones. Es una devolución que me da la vida porque soy alguien trabajador, exigente y constante. Me lo merecía y lo disfruté. Tengo la suerte de estar rodeado de un equipo de gente que me ha emocionado mucho. Ha sido el proyecto más fácil de mi vida. También es un milagro que la magia de un concierto, de una noche, se pueda encerrar en un cd para disfrutarlo en casa...

¿Resultó complicado reunir a esos artistazos?

Serrat fue quien se ofreció a cantar en mi concierto... Aún me cuesta entenderlo. Yo oía “Mediterráneo” cuando tenía un año y a los cuatro ya fui a un concierto suyo en Las Ventas, porque mi madre era fan. Teníamos una foto suya en la nevera. Ella afirma que Serrat le ha enseñado más de la vida que el colegio.

Y justo, cuando cumple 50 años de carrera, cantan juntos...

Es como un sueño, tengo que pellizcarme. Es un señor que ha vivido en mi casa (risas). Cuando estoy con él, me dan ganas de decirle: «Gracias por ser tan generoso, por acompañarme durante toda mi vida.»

También hay otros maestros como Sabina...

Yo he podido hacer mi música gracias a ellos, a su lucha por la libertad, a que nos educaron con un montón de valores que hoy aún nos sostienen. Soy un aprendiz de todo lo que nos han dejado, un agradecido. Y en ello estoy: componiendo canciones para que la gente se ilusione, viva, recuerde momentos de su vida...

¿Por qué la música es tan importante?

Siempre me ha maravillado su capacidad para comunicar, para transmitir cosas. Fíjate lo que te digo: podríamos vivir sin fútbol, pero no sin música. El ser humano la necesita.

Y más en estos tiempos...

La gente necesita que le acaricien el corazón... Los gobernantes, inmersos en sus luchas de poder, se olvidan del pueblo, de sus necesidades, del futuro inmediato de los jóvenes, que no tienen trabajo... Los seres humanos son los que deberían tener protagonismo.

¿Y cómo te gustaría que fuera el futuro?

Sin que resulte pretencioso, la verdad es que me encantaría que fuera como lo cuento en “Caminar”: «Busco el beso, la revolución, un mensaje que hable más de amor... busco el gesto lleno de valor... donde el lobo que nos engañó, mire al niño y le pida perdón.»

Con tanto éxito, ¿a uno no se le va nunca la cabeza?

También tengo gastroenteritis, diarreas, mocos, me hago la comida, voy al gimnasio, lloro, tengo fiebre, me sensibilizo con cosas… Los artistas somos las personas más inseguras del mundo, la gente con más necesidad de cariño... No hay que idealizar a nadie.

Bueno, de eso ya nos enteramos por las revistas del corazón...

No entiendo dónde está el morbo de saber con quién te acuestas o te levantas... es absurdo. Pero también es legal, así que no hay nada que hacer. También te digo que la prensa siempre me ha tratado con mucho respeto y cariño.

Pero es que eres todo un conquistador...

Tampoco han sido tantas, ¿no? (risas). Cuando tenía siete años, me encantaban las chicas mayores, las amigas de mi hermana. Ahora, con 37 años, ya no me gustan las mayorcitas... prefiero las de 25. Siempre he sido un seductor, en todos los aspectos. Y un romántico, sí.

¿Y cómo te ves dentro de treinta años?

Leyendo en un sofá, escuchando a Frank Sinatra, rodeado de un montón de nietos y con una mujer que me quiera a mi lado. Y salir de vez en cuando a hacer mis teatritos...

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