Carla Pereyra: "Tengo muy claro que el año que Diego esté sin equipo, me pondré a trabajar. Somos una pareja que concilia".

La modelo argentina, pareja de Diego Simeone, entrenador del Atlético, con quien celebrará su boda este otoño, nos enseña sus lugares favoritos de Madrid. Fotografía: Edu García / Estilismo: Beatriz Valdivia.

Carla Pereyra, en el Salón de Belleza Moncho Moreno

Carla, en el Salón de Belleza Moncho Moreno (Velázquez, 76. Madrid), con total look Dior: chaleco entallado, jeans oversize tie-dye y sandalias con cordones. Es amiga de la marca, que la invita a París a ver sus desfiles. Para unificar el rostro con un tono súper natural, aplicamos la base Dior Backstage Face & Body, Dior.

/ Edu García

Con ella, todo es fácil: el trato, el discurso, las fotos, la complicidad, la comida... Llegó a España hace 11 años, tras una aventura truncada en Milán, donde intentó triunfar como modelo –desfiló para Max Mara y Alberta Ferretti–, y ya no quiso irse nunca más. Para ella, y a pesar de que sus padres siguen viviendo en Entre Ríos (Argentina), su hogar es Madrid, donde encontró a Diego Simeone, el amor de su vida y padre de sus dos hijas –Francesca, 2 años, y Valentina, 4 meses–. A punto de volar hasta la isla de Antigua, en el Caribe, nos cuenta que visitarán Argentina, donde tienen previsto arreglar los papeles, aunque la gran fiesta con amigos la harán este otoño en Europa. Y promete ser espectacular. Ella no suelta prenda sobre la fecha –ni sobre el diseñador–. ¿Maniobra anti-paparazzo?

Has desarrollado tu carrera como modelo –desfilando en las mejores pasarelas españolas, incluso abriendo el show de Custo Barcelona–, pero pocos saben que tu vocación secreta es el arte...

Sí, cuando regresé de Milán y vi que lo de vivir de la moda no iba a ser posible, me fui a Nueva York a estudiar arte y allí trabajé en una estupenda galería como marchante, durante dos años. Me apasiona ese mundo, me gustaría seguir por ahí, estudiar la carrera; de hecho, lo intenté al volver a Madrid, pero me faltaban contactos. Volví a la moda, porque justo empecé mi relación con Diego, algo que me dio bastante visibilidad y decidí aprovecharlo. Ahora estoy empezando mi propia colección, pero es algo requiere tiempo y mucha búsqueda...

Y dinero, también, claro.

Sí, pero también hay que saber escoger cosas interesantes; entiendo la relación arte y precio y tengo olfato. Hace poco me compré un Dokoupil, un pintor checo neoexpresionista que me gusta mucho: un leopardo espectacular, con furia en su mirada. Es muy bonito y de gran formato.

Tú también pintas, ¿verdad?

Es como una terapia para mí... paisajes y abstracto. ¿Y el mundo de la televisión? Hace nueve años participaste en una edición de “Supervivientes”... ¡Y duré 20 días! (risas). La verdad es que es un mundo que me atrae y no cierro la puerta. El año pasado colaboré en el programa “Amigas y conocidas” (TVE) como tertuliana y me sentí muy a gusto. Una pena que acabara...

Abriste un centro de belleza en Madrid, Beautique Concept, que al final tuviste que cerrar...

Es que nunca estoy quieta (risas). Lo mantuvimos durante tres años, pero la situación del local no era muy buena y lo dejamos. También colaboré con Chloé Lombart, una firma de muebles de autor. Para que veas que he hecho un poco de todo. Creo que es fundamental que la mujer tenga tiempo para sí misma, para tener su vida propia y desarrollarse, aunque tenga hijos. En el momento en que mis dos pequeñas vayan al cole, me pondré manos a la obra.

Carla Pereyra, en la terraza Picospardos

La modelo Carla Pereyra, que afirma que con dos niñas se planta, en la terraza Picospardos (Velázquez, 62. Madrid), con vestido a rayas de punto Maje y pulsera benéfica de hilos con detalles metálicos The Extreme Collection. La piel bien hidratada y sin imperfecciones se logra con el primer Backstage, Dior.

/ Edu García

¿El mundo de la belleza es importante para ti?

La belleza es siempre el reflejo de cómo una se siente. Sí, me cuido, pero intento hacerlo de una forma natural: duermo lo suficiente –contando con que tengo un bebé, claro, pero es muy buena–, hago ejercicio, como sano... Te puedes hacer muchos tratamientos, pero si no estás bien contigo misma, es complicado que surja el milagro. No tengo un estereotipo: cada una es bella a su manera.

Para sentirte bien, ¿te psicoanalizas, algo muy argentino?

De hecho, mi hermana es terapeuta. Pero en este momento de mi vida no lo necesito. Tampoco lo haría con ella, no podría hablar de la niñez sin discrepar.

¿Te realizas tratamientos de belleza? Vienes bien de serie...

Bueno, soy un poco complicadita (risas). Me encanta cuidarme la piel, sobre todo ahora, que llega el verano y aparecen manchitas. Intento hacerme un buen facial a la semana en Tacha, una limpieza, hidratación... y ahora me preocupa el pelo: ¡Se me cayó con el segundo embarazo!

¿Y eres partidaria de los retoques?

Claro. Si la cirugía plástica se inventó y tiene tanto éxito es porque funciona. Si te apetece hacerte algo, con equilibrio y en la medida justa, hay que aprovecharlo. Yo no me pondría pecho, porque me veo bien así, pero es una herramienta y si existe y tiene tanta demanda, bienvenida sea.

¿Tus puntos fuertes y débiles, en cuerpo y mente?

Soy bastante alta... Las mujeres así resultan elegantes y le puedes sacar provecho. Mentalmente, soy equilibrada, con los pies en la tierra y baso mis decisiones en el sentido común. Por mi trabajo, la exposición en los medios y la profesión de mi pareja, se me podría ir la pinza, pero intento llevar la vida de una chica de 32 años con dos hijas.

¿Nos confiesas alguna debilidad?

La impuntualidad, aunque intento mejorar. Pero aún no controlo el timming con las niñas... Siempre llego tarde.

¿Cómo te cuidas físicamente?

Soy súperactiva, así que en el momento que no duermo, pierdo peso. También ha ayudado la lactancia. Hago deporte entre tres o cuatro veces por semana con una entrenadora: pesas, estiramientos, un poco de cardio. Y como de todo, pero mis opciones siempre son sanas, incluso cuando quedo con amigas. No ingiero apenas azúcares, pero porque no me gustan. Lo más dulce que tomo son frutas.

Carla Pereyra, en la terraza de la boutique Dior

Carla, en la terraza de la boutique Dior (José Ortega y Gasset, 6. Madrid), con vestido de seda y pendiente bola transparente Dior. A la modelo le encantaría diseñar, aunque afirma que lo complicado es tener visión comercial. Pero se apuntaría a algún proyecto solidario. A la izda., con vestido de encaje Maje. Para realizar un contouring ultrasuave ilumina el arco subciliar, el tabique nasal, la parte alta de los pómulos y el lagrimal con los tonos nacarados de la paleta Dior Backstage Face Glow, Dior.

/ Edu García

¿Has renunciado a algo por tus hijas?

A salir con mis amigas y es algo que me hacía bien. Tengo muchas amigas viajeras, porque yo lo fui, y las echo de menos; el tomarme unas copitas... También montar un negocio. Tengo muy claro que el año que Diego esté sin equipo, me pondré a trabajar. Somos una pareja que concilia. Yo elegí seguirle ahora, pero la vida es muy larga y si quiero trabajar, dependerá de mí. Me buscaré la vida.

¿Y no te coarta el ser conocida a la hora de salir?

A mí, no; pero a Diego, sí. Yo soy más libre y, además, la gente es respetuosa... Lo que no puedo es proyectar un negocio, por ejemplo, porque no sé dónde viviré el año que viene. Hasta ahora, hemos tenido suerte en el Atlético, porque la mayoría de los entrenadores no se mantienen tanto en su puesto. Así que planeo invertir en conocimiento: estudiar Arte o Historia; eso me lo llevo a todas partes.

Carla Pereyra en la puerta de Monsieur Sushita

Carla Pereyra en la puerta de Monsieur Sushita (Velázquez, 68. Madrid), con camiseta Claudie Pierlot, falda de punto multicolor Elisabetta Franchi, pendiente palmera Barokah y stilettos Jimmy Choo. Nos encanta el efecto de boca desnuda con mucho brillo y volumen del gloss Addict Lip Maximizer, Dior.

/ Edu García

¿Te sientes una mujer realizada, una #womanpower?

Sí, por suerte nunca pasé por ninguna experiencia de acoso. Ahora nos sentimos más empoderadas, pero nos ponemos zancadillas entre nosotras. Es una cuestión de educación que tenemos que erradicar con nuestros hijos. Estamos a años luz de lograr una sociedad igualitaria. Tenemos tantas capacidades... y en algunas superamos al hombre. Pero hay que naturalizar las relaciones, que nos dejen de tener miedo a raíz de tantas denuncias y nos respeten.

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