¿Sabes que el polen también puede afectar a la piel? Te decimos cómo

¿Creías que la alergia al polen se limita a las vías respiratorias, a los estornudos o el picor de ojos? Pues ese polvillo microscópico que sueltan las plantas y que inunda el aire en primavera también afecta directamente a la piel, alterando su función barrera.

Además de estornudos y picor de ojos, la exposición al polen tiene consecuencias para la piel
Además de estornudos y picor de ojos, la exposición al polen tiene consecuencias para la piel / Istock

¿Eres de las que celebra la llegada de la primavera o de las que la teme porque no paras de estornudar? Si te alineas en la primera opción, ¡disfruta!, pero si te encuentras en el segundo grupo, entendemos que todo ese florecer de la naturaleza te cause estrés. Los pólenes campan a sus anchas y tu organismo sufre las consecuencias de una reacción en cadena que también puede llegar a la piel. “El polen es un desencadenante de reacciones alérgicas: casi siempre rinitis, conjuntivitis o problemas respiratorios. En la piel puede desencadenar placas de enrojecimiento que provocan escozor y picazón; y en las pieles sensibles, aumenta su sensibilidad”, explica Consuelo Mohedano, directora de formación de Shiseido Prestige, una de las primeras firmas cosméticas en abordar también los efectos del polen en al piel. Frente a otros síntomas (estornudos, picor de ojos y garganta…), los efectos del polen en la piel a veces pasan más desapercibidos, si esta no tiene alteraciones preexistentes. Aun así, el polen puede comprometer la función barrera, lo que tarde o temprano, si no se cuida, puede derivar en mayor irritación o picor.

En el caso de las pieles con alteraciones, como las que ya sufren psoriasis o eccema suelen emporar, incluso desarrollando una crisis de eccema. “Al penetrar el polen en la piel, que es más frágil cuando se sufre de atopia, desencadenan una inflamación y aparecen las famosas placas rojas que tanto pican”, comenta Mohedano. Lo corrobora el dermatólogo José Luis López Estebaranz, presidente del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatólogos (CILAD): “Las personas con alergia al polen, pueden presentar también exacerbaciones de la dermatitis y del eccema atópico que padecen. Esto se manifiesta con lesiones eritematosas, descamativas, ronchas e irritaciones que producen picor, y que se acompañan a veces de lesiones vesiculosas con exudado”. Pero no solo se acentúan los problemas de las pieles con alteraciones, sino que la alergia al polen en si misma produce dermatitis atópica.  

El polen, ese enemigo desconocido de tu piel

Según el dermatólogo, las principales consecuencias del polen en la piel son sequedad de la dermis, mucha irritación y picores… y ello es porque la barrera cutánea de la piel se altera sobremanera. “A veces eso y la excesiva exposición al sol forman una combinación muy dañina para las capas más superficiales de la piel”. Además, subraya que la piel seca siempre es más propensa a tener problemas con las alergias, ya que uno de los primeros síntomas es, precisamente, la sequedad cutánea excesiva y el agrietamiento. “Una piel grasa suele tolera más este tipo de afecciones, o directamente no mostrarlas, pero tampoco es definitivo”. Asimismo, en la piel de la zona alrededor de los ojos, más fina y sensible, puede aparecer enrojecimiento e hinchazón. Esto es, inflamación.

Y es que aunque nuestra piel no tenga problemas especiales de atopia ni alteraciones previas, la exposición al polen provoca inflamación, y ese proceso favorece el envejecimiento precoz de la piel, con efectos similares al daño solar. ¿Las consecuencias? La formación de líneas finas, arrugas, manchas oscuras o hiperpigmentación.

¿Cómo prevenir y proteger la piel durante la temporada de polen?

Sin duda la respuesta obvia es evitar exponerse a estos alérgenos. Pero no siempre es posible. En cualquier caso, Consuelo Mohedano recomienda no salir a la calle en las horas centrales del día, evitar salir cuando hay mucho viento y no bajar las ventanillas cuando vamos en el coche. En el exterior, aconseja protegerse con barreras físicas como gafas de sol, gorra, mascarilla y un cosmético que atrape el polen, que no lo deje absorber por la piel y además nos ayude a que no entre ni por la nariz ni por los ojos. “Al volver a casa es importante quitarse la ropa y lavarla, y ducharnos de pies a cabeza para eliminar todo el polen que se posa sobre nuestra ropa, piel y cabello”, concluye la portavoz de Shiseido.

En este punto, el doctor López Estebaranz recomienda no exponerse sobre todo en zonas donde haya más acumulación de gramíneas y otro tipo de plantas polinizadoras, porque en las personas más propensas a las alergias, con asma, con rinitis o con dermatitis atópica, esa exposición “les va a alterar y les va a producir un aumento del prurito y, secundariamente, un brote del eccema en la piel”. 

La primera medida para prevenir y aliviar las reacciones en la piel es el uso de fórmulas tópicas emolientes. Asimismo, la aplicación de cosméticos con activos calmantes y reparadores, como ceramidas, manteca de Karité o antioxidantes, son un recurso para ayudar a la piel a combatir la inflamación así como para defenderse y proteger el buen estado de la barrera cutánea. Además, la aplicación de compresas frías también ayuda a aliviar el picor y reducir la inflamación.

Pero cuando tenemos una dermatitis y se produce una exacerbación de esta por el contacto con el polen, su tratamiento va a requerir medidas más contundentes como el uso de fármacos: por vía tópica corticoides o inmunomoduladores (sustancias con acción directa en el sistema inmunitario que controlan los síntomas del eccema) y antihistamínicos por vía oral, una decisión que ha de tomar el especialista en función de cada caso. En este sentido, el doctor López Estebaranz resalta que en los últimos años ha habido un avance muy importante en el manejo de la dermatitis atópica con la aparición de nuevos medicamentos. 

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