Adiós al ayuno intermitente: puede ser más peligroso de lo que pensábamos

'Fasting', método 5:2, dieta 16/8… en los últimos años el bombardeo sobre las bondades del ayuno intermitente para nuestra salud (pérdida de peso incluida) ha conseguido que todas conozcamos más de una forma de ayunar. Pero. ¿realmente funciona?

Nutrición, dieta, adelgazar, verduras

Llevar una dieta equilibrada es clave para nuestra salud. 

/ nensuria

Al ayuno, desde hace unos años, se le conceden virtudes casi mágicas. Parece que dejar de comer de vez en cuando, ya sea restringiendo la ingesta de alimentos a diario durante 12 o 16 horas, o dedicando dos días a la semana a restringir la comida es la nueva fórmula para prevenir todos los problemas de salud que padece la sociedad moderna, desde la diabetes y el cáncer hasta la obesidad y el sobrepeso. Pero ¿es tan bueno el ayuno como lo pintan? ¿Qué sabemos en realidad de sus efectos?

Ayuno intermitente: ¿realmente adelgaza?

Vamos a ocuparnos del motivo por el que muchas de las personas que oyen hablar del ayuno intermitente terminan aplicándolo a sus vidas sin contar con el asesoramiento de nada más que un libro o un vídeo de Youtube: adelgazar.

Demostrar que una dieta, un alimento o una manera de comer concreta es capaz de provocar una pérdida significativa de peso es más complicado de lo que pensamos. En realidad, demostrar con garantías casi cualquier cosa en nutrición es complicado. Por ejemplo, el estudio Predimed, que se encargó de evaluar la dieta mediterránea en relación a la salud cardiovascular, supuso diseñar tres dietas cardiosaludables distintas y asignarlas aleatoriamente a más de 7.000 personas que tuvieron que cumplirlas durante cinco años. Todo esto para concluir que una dieta mediterránea con aceite de oliva virgen extra y frutos secos era la opción más sana de las tres.

Pues bien, cuando hablamos de ayuno intermitente nadie se ha tomado la molestia de diseñar un estudio de este tipo. Para empezar, las investigaciones que existen ni siquiera coinciden en el tipo de ayuno que hay que seguir (cada una sigue el suyo), y claro, así es imposible llegar a conclusiones sólidas.

Por ejemplo, en 2019 investigadores coreanos publicaron un metaanálisis (que consiste en recopilar y comparar varios estudios sobre un mismo tema) para revisar el efecto del ayuno intermitente en la masa corporal y decidir si adelgazaba o influía de alguna forma en cómo el organismo gestiona la glucosa. Ellos mismos concluyeron que los resultados de su metaanálisis no eran definitivos porque todos los estudios que consultaron tenían pocos participantes y su seguimiento era de corta duración.

La realidad es que hay miles de estudios publicados sobre ayuno intermitente, pero todos adolecen del mismo problema que apuntaban los investigadores de Seúl: no hay una única forma de hacer ayuno, no son estudios realizados en grandes poblaciones y casi ninguno de ellos supera las ocho semanas de duración, por lo cual se desconoce si existe efecto rebote (eso si se produce alguna pérdida de peso que no está demostrado).

¿Corremos algún riesgo si hacemos ayuno intermitente por nuestra cuenta?

En realidad, corremos varios. Un estudio realizado en EE. UU. y publicado en la revista JAMA en el que se analizaba el efecto del ayuno intermitente en personas con diabetes advertía de algunos de estos peligros. Concretamente esta investigación afirma que el ayuno intermitente puede provocar deshidratación e hipotensión y que es una práctica especialmente poco aconsejable para las personas diabéticas porque tienen aún más riesgo de padecer ambos efectos adversos.

Otro artículo publicado en 2020 en el que se comparaba una alimentación de las de toda la vida, estructurada con tres comidas diarias en el horario habitual, con el ayuno intermitente concluyó que no había diferencia en ambos grupos de participantes en cuanto al peso que perdían, pero sí en cuanto a su masa muscular: los que ayunaban perdieron más masa muscular (lo que no es positivo) que los que comían normal.

Pero el mayor peligro de esta forma de comer es que puede ser la puerta de entrada de un trastorno alimentario. El ayuno (especialmente si lo llevan a cabo mujeres adolescentes) aumenta el riesgo de padecer trastorno por atracón y bulimia. Las personas que tienen baja autoestima, son muy inseguras o se acercan al ayuno porque les preocupa mucho su peso nunca deberían probar el ayuno. Y cualquier persona, sea como sea o tenga la personalidad que tenga, jamás debería intentar practicarlo por su cuenta, especialmente si el objetivo es adelgazar, porque además de ser un riesgo para la salud mental, no ha demostrado aún que sirva para perder peso.

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