El secreto de un buen cosmético está en la ciencia

Una cosmética eficaz con la piel y respetuosa con el medio ambiente siempre lleva detrás una gran inversión científica. Y esa es la base de los laboratorios Episkin situados en Lyon, que son el centro de investigación del gigante cosmético L’Oréal Paris.

En ellos se crea la piel humana artificial que utilizan en sus estudios y comercializan a otras marcas para acabar con la experimentación en animales. La Unión Europea prohibió las pruebas con animales en 2013 pero mucho antes, en 1989, L’Oréal ya había dejado de testar sus productos acabados.

En nuestra visita al laboratorio, la bióloga Carine Tornier nos mostró las placas con los 12 pocillos de epidermis humana cultivada a partir de donaciones, que se impregnan con las cremas para descartar efectos irritantes.

"En 2010 desarrollamos piel asiática, ya que para el mercado chino es muy importante testar los productos en pieles de sus características, no caucásicas. Y en 2014 abrimos otro laboratorio de piel reconstruida en Shanghái. Un paso de gigante para que la legislación china comenzara a evolucionar con pruebas alternativas a la investigación en animales. Somos pioneros en estos métodos, que adoptamos mucho antes de que lo requiriera la ley" explica la bióloga Pascale Mora, directora de comunicación científica de L’Oréal, la mayor empresa de cosméticos del mundo, con 26.000 millones de euros de facturación en 2017 y presencia en 140 países.

"Somos líderes en los procesos de evaluación de nuestros productos con otros sistemas como la modelización molecular, métodos expertos toxicológicos, cálculos científicos y bioimpresión de piel en 3D. Invertimos el 3,4 % de nuestra facturación en I+D", dice Mora.