Johnny Deep, vuelve el hombre

"Los perfumes son como la música", asegura Johny Depp quien por primera vez presta su imagen a un perfume en un proyecto hecho a su medida: el nuevo Sauvage de Dior.

Vuelve el hombre, Jonhnny Deep

Jonhnny Deep Es la imagen de Sauvage de Dior.

/ D.R.

Un destartalado Dodge circula a toda velocidad por el desierto acechado por las águilas y el lobo. Al volante, Johnny Depp parece tener claro su destino: enterrar todas sus cadenas y brazaletes como alegoría de la liberación de ataduras y el comienzo de una nueva vida. Es el argumento del filme dirigido por Jean Baptiste Mondino y protagonizado por el actor para Sauvage, de Dior.

Hasta ahora, habías rechazado todas las propuestas para ser imagen de marca. ¿Qué te ha convencido de este campaña de Dior?

Me guío por mi intuición, por el feeling... No sé de moda ni de belleza, pero puedo entender una cierta estética, un estilo, y Dior es elegante en todo lo que hace, una cierta elegancia con un toque salvaje, un poco extremo... Trabajar con Jean Baptiste Mondino, al que conocí hace años porque era muy amigo de Vanessa –Paradis–también ayudó a que me decidiera.

¿Te identificas con el concepto de Sauvage –salvaje, en francés–?

Mucho más que un nombre... Sauvage significa mucho para mí. Evoca una cierta forma de humanidad. Un Sauvage es alguien que avanza sin compromiso. Es una especie de salvaje noble, no corrupto... Es curioso comprobar que muchos de los personajes que he interpretado vivían fuera de la sociedad, pero sí tenían esa nobleza.

¿Con cuál de ellos te has sentido más identificado?

Lo extraño es que tengo algo de todos los personajes que he interpretado, aunque no sea normal. Diría que lo que más se parece a mí sería una combinación de Eduardo Manostijeras y Capitán Jack Sparrow. Me gusta la forma en que Jack podía ser irreverente y la gente se seguía riendo y de Eduardo siempre me atrajo su incuestionable nobleza.

¿Qué lugar ocupaban los perfumes en tu vida?

Primordial... siempre. Los olores son como la música, capaz de trasladarte a un lugar o a un momento o a un recuerdo. Cuando huelo una colonia barata y anticuada, de supermercado, me encanta porque me recuerda a mi abuelo.

Te subes a los escenarios siempre que puedes, ¿cómo llegaste a ser actor y no músico?

Porque no tuve otra elección. Había que pagar el alquiler y como músico no podía. Mis amigos y yo procedíamos de Florida del Sur y llegamos a Hollywood en busca del contrato con una discográfica. Allí nos dimos cuenta de que era el lugar equivocado y que las discográficas solo querían saber de Guns & Roses y hair bands como esas. Nosotros hacíamos una música tipo Elvis Costello o The Clash. Un desastre. Así que un amigo quiso que conociera a su agente artístico porque pensaba que yo había nacido para actor. En mi primera audición me dieron el papel: era el personaje de Glen Lantz en “Pesadilla en Elm Street” (1984).

Así que eres actor casi por accidente…

Sí, lo hice para pagar el alquiler. Al menos, las primeras cuatro o cinco películas. Yo era músico, en concreto, guitarrista, pero me metí en ese mundo y treinta años más tarde, sigo aquí. Curioso, ¿verdad? Ahora, la música ha quedado como una afición.

¿No habrá un álbum a punto de salir?

No, qué va, me gusta tener esa vida paralela, es alucinante tocar con amigos como Paul McCartney u otros, pero sin obligaciones. La guitarra sigue siendo mi primer amor, pero si hubiese tenido la obligación de irme de gira un año, volver a casa y ver cómo mis hijos han crecido sin mí... Habría sido distinto.

¿Y qué sientes con una guitarra entre las manos?

La música viene del corazón, mis sentimientos pasan por los dedos y, por eso, nunca suena igual, siempre es diferente. Lo mismo sucede con el perfume, ¿no? Cambia en función de la piel de la persona que lo lleva. Eso es algo que a mí me atrae y, a la vez, me sorprende.

 

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