Mujeres con barba: rompiendo cánones de belleza del circo a la pasarela

Durante siglos hemos tenido muy interiorizado que las mujeres debemos tener la piel fina, suave y sin rastro de pelo, pero quizás ahora, gracias al activismo del movimiento #bodypositive, las cosas están cambiando y, por fin, se rompe un tabú: hay mujeres con vello facial que deciden no afeitarse.

Harnaam Kaur

La modelo y activista Harnaam Kaur desfiló en la London Fashion Week.

/ Jeff Spicer

Las pasarelas, cada vez más inclusivas e implicadas con la diversidad, se llenan de un abanico de opciones que se inició tímidamente con mujeres de “tallas grandes” e hizo que se desatase el fenómeno #bodypositive con una fuerza imparable. Fuera de ellas, ejemplos como los de Cara Delevingne y Lily Collins sirvieron para abrir camino, luciendo sin complejos unas cejas pobladas y gruesas que muy pronto empezaron a gustarnos y que ahora se consideran signo de juventud. Pronto pasamos a las axilas sin depilar de Madonna o a las coloreadas de Miley Cyrus y de ahí a las unicornio. Finalmente, la aceptación de las canas parecía el último tabú, pero siempre hay un paso más que dar.

Y llegamos, así, a la visualización de uno de los demonios de la feminidad: el pelo facial, o sea, la barba. ¿Hay mujeres barbudas más alla del circo del siglo XIX? Sí, por supuesto. Y hartas ya de afeitarse, depilarse o del láser, deciden lucir sus barbas cuidadas con mimo y orgullo. E incluso, como la modelo y activista antibullying Harnaam Kaur, desfilan en la London Fashion Week.

En el ensayo “El salvaje interior y la mujer barbuda” (Antipersona, 2019), la investigadora y doctora en Historia del Arte Pilar Pedraza recopila historias de feminidad subversiva, exhibidas como monstruos o enfermas y humilladas cuando solo eran mujeres con barba. Como Clémentine Clattaux que a los 36 años decidió dejarse crecer la barba que llevaba afeitándose desde los 13, y le puso al bar que regentaba Le café de la Femme à Barbe. Falleció en 1939, a los 74 años, e hizo esculpir en su epitafio: "Aquí yace Clémentine Delait, una mujer con barba". O Jennifer Miller, creadora del Circus Amok.

portada el salvaje interior y la mujer barbuda

"El salvaje interior y la mujer barbuda" (Antipersona), de la historiadora del arte Pilar Pedraza.

/ Antipersona

A finales de los setenta, Miller se dio a conocer entre las vanguardias artísticas de Estados Unidos a través de la performance y la danza. "El cuerpo es un territorio de opresiones", diría Miller. "Las mujeres sufren por tener que plegarse a una imagen, y para ellas una barba es inconcebible. Una mujer no lleva barba porque ante todo, tiene que ser femenina. Pero legitimar la diferencia es también legitimar sus sufrimientos. Seré, pues, una mujer barbuda, sin que por eso sea diferente".

Circus Amok en New York

A finales de los 70 Jennifer Miller decidió legitimar la diferencia y dejó de afeitarse.

/ Andrew Lichtenstein

Siguiendo su estela, el hashtag #beardedwoman inunda Instagram. En muchos casos, el hirsutismo en mujeres es consecuencia del Síndrome de Ovario Poliquístico (que también provoca obesidad), pero la londinense @harnaamkaur, las estadounidenses @lunchboxscoresagain (Rose Geil) y Alma Torres o la alemana Miryam (a la que empezó a crecerle el pelo tras el nacimiento de su primer hijo) no quieren verse limitadas por la enfermedad. Como ellas, las barcelonesas Mar Llop y Cristina Almirall apuestan por una feminidad libre de estereotipos en @sombarbarie.

Rose Geil

La estadounidense Rose Geil ha decidido dar visibilidad a su barba en @lunchboxscoreagain.

/ Barcroft Media

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