¡Arriba las pestañas (postizas)!

Escucharás las palabras “diva”  y “glamourosa” unas 600 veces

Es el vocabulario perfecto para definir tu estado de ánimo cuando te pongan delante un espejo y veas tu nuevo look pero eso aún no lo sabes. Te aviso porque te pasará como a mi que todo me parecía exagerado y cursi. “¿Diva yo?”. Y sí cuando estrené pestañas creo que empecé a caminar a dos palmos del suelo y a mirar a la gente por encima del hombro. Hasta que te acuerdas de que no has nacido con esas pestañacas, que acabas de pagar por ellas y que en tres semanas se habrá terminado la magia.

Nunca me imaginé a mi misma en esta tesitura. Es decir, de vuelta de una experiencia satisfactoria con unas larguísimas extensiones de pestañas (que ya se han caído) y a punto de repetir. Siempre pensé que las chicas que se ponían pestañas falsas eran las mismas que hacían demasiados sacrificios para estar presentables. Sacrificios dolorosos como la depilación de la ingle brasileña o antinaturales como los autobronceadores o la manicure permanente que no se va ni con Titanlux.

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