Sandra Barneda: "No quiero limitarme a ser un producto que habla sin decir nada”

La periodista apuesta por ser una voz libre dentro de la televisión española. Suspira por un “late night show” donde significarse y dialogar con aquellos que no compartan su feminismo natural. Fotos: Alex Sesano.

Sandra Barneda para Woman

Sandra Barneda, una enamorada de la decoración, Instagram y series como “Grace & Frankie”, en la tienda Cassina (Lagasca, 28, Madrid).

/ Alex Sedano

Si todos tuviéramos la oportunidad de cruzar unas palabras con ella, sin el foco de una cámara de televisión delante, dejaríamos de percibir a la mujer combativa y seria, ¿quizás algo estirada? que aparenta Sandra Barneda y descubriríamos a una persona encantadora, cariñosa, dispuesta... vaya, de esas amigas que te acompañan toda la vida.

Valiente, sincera, sensible, frágil, buena gente pero con un punto de soberbia... ¿Cómo te gustaría que te viera la gente?

Como alguien que ha tratado de vivir de la manera más honesta posible consigo misma y con los demás. Todos somos un puzle de emociones que se va moviendo... y, cada vez, los absolutismos me gustan menos. Deberíamos hacer nuestro el “be water, my friend”. ¿No somos un 80 % agua? ¡Pues que se note!

Periodista, presentadora de televisión y escritora. ¿En qué ámbito te sientes más cómoda?

En todos. Y cada uno me ofrece un enriquecimiento distinto: la escritura es mi yoga, mi terapia. Me pongo el modo avión en el móvil y vivo momentos mágicos, sanadores; y la televisión me da la diversión y satisface mi necesidad de pasármelo bien. He tenido la suerte de que me hayan dejado pasar de un género a otro (telediarios, debates políticos, entretenimiento).

¿Si tuvieras que elegir?

No podría. Son mundos complementarios. La tele te exige mucho, no podría estar todos los días para afuera, necesito refugiarme en mi mundo. Pero sí que es verdad que en los días de bajón, la tele me salva. Yo soy de pensamiento bucle y la tele me sirve para desconectar, para hacer un paréntesis en mis problemas. En la tele se ve todo, así que toca sobreponerse.

Pero tú siempre has sido muy sincera...

Sí, pero el valor de la sinceridad también está en sopesar el modo y el momento en que se lo dices a otro. Está sobrevalorada. Con la bandera de la sinceridad también levantas la del egoísmo.

Sandra Barneda en el sillón Gender

Sandra Barneda, en el sillón Gender, diseñado por la española Patricia Urquiola para Cassina.

/ Alex Sedano

¿Te sentiste liberada al salir del armario?

No, porque hay periódicos que ya lo habían hecho antes que yo. Entiendo que las personas públicas, de la misma manera que se pronuncian sobre política o igualdad de género, puedan hacerlo sobre la orientación sexual, cuando todavía existe tanta injusticia...

Llevas ocho años en Telecinco. ¿Qué programa ha supuesto un punto de inflexión? ¿De cuál estás más orgullosa?

Todos me han dado mucho. Yo marcaría cuatro etapas: “De buena ley”, un talkshow en el que estuve cinco años y medio... controlar un debate entre la gente de la calle fue duro. “El gran debate” fue importante, porque me permitió hacer un programa político en prime time. Sustituir a Ana Rosa tres veranos fue otro paso. Las mañanas son un género televisivo en el que trabajas sin red, porque ocurre todo y no tienes tiempo para marcar distancia y analizar. Y por fin, “Hable con ellas”, que me dejó mostrar una parte más gamberra de mi personalidad, incluso la torpeza o el despiste. Me abrió las puertas del entretenimiento. Yo soy creativa, nada de telediarios.

Y tras probar el gran show de “Gran hermano VIP” y “Supervivientes”, ¿adónde encaminarás tus pasos?

Me encantaría hacer un late night show yo sola. El late de la mujer, al estilo americano, falta. Sí, Eva Hache ya hizo el suyo, pero quiero uno más comprometido. Quiero enseñar mis cartas, dar una visión más personal de los contenidos. No tienes por qué estar de acuerdo conmigo en todo, pero hablemos...

Te veo valiente...

Puedo estar equivocada, pero pienso que los que estamos en el escenario de la vida tenemos que dar un paso adelante y significarnos. Eso genera una estela y un ejemplo de que las cosas pueden ser de otra manera, de que otro tipo de sociedad es posible. Estoy aquí, soy visible, pues voy a hacer algo. Yo no quiero limitarme a ser un producto que no diga nada. Elijo otra cosa.

Tienes precedentes de periodistas con discurso como Mercedes Milá o Julia Otero...

Sí, las mujeres nos hemos tenido que tirar al barro para que nos hicieran caso. Pero seguimos teniendo el ADN histórico y educamos distinto a niños y niñas. ¿Por qué, si el cerebro no tiene sexo? Cuando a una mujer le ofrecen un puestazo, lo primero que se cuestiona es si estará a la altura. Internamente es mucho desgaste.

¿El empoderamiento que se está viviendo a raíz del 8 de marzo, con las protestas en todo el mundo, es pura fachada?

Totalmente, es puro maquillaje. Ten en cuenta que hace solo cuarenta años no podíamos ni abrir nuestra propia cuenta en un banco y que la foto de los directivos del Ibex35 de este año únicamente incluye a dos mujeres. Todavía alta mucho... Hay gente que hasta considera un exceso hablar tanto del poder de las mujeres... ¡Llevamos siglos hablando de los hombres! Durante siglos, se ha silenciado a más de la mitad de la población. ¿No han hecho nada? Son heroínas. También hay héroes, pero a esos ya los conocemos.

Pero la actitud de las jóvenes no es nada feminista...

Asusta oírlas decir que no van cortas porque a su novio no le gusta, que les controlan el móvil... Las madres nos hemos creído que ya estaba todo hecho, hemos infravalorado el peso de la historia y no las hemos educado en la libertad, en el combate. Pero no pierdo la esperanza, porque hay un porcentaje muy libre que ve la vida de otra forma. La revolución del hombre está aún por llegar...

¿La del hombre?

Sí, hasta ahora, todo les ha venido dado, pero tienen que liberarse de los barrotes de la masculinidad, de esos roles que se les presuponen. Ellos también quieren sentirse protegidos.

El otro día aplaudías la candidatura de Susana Díaz a la Secretaría General del PSOE... ¿por mujer?

No. Yo soy de izquierdas y me da mucha pena en lo que se ha convertido el Partido Socialista. Se ha desmembrado totalmente. Susana aún tiene que demostrar mucho, pero démosle la oportunidad.

Se echa en falta a mujeres en primeros puestos de la política española, siempre están a la sombra...

No estoy de acuerdo. La pasada legislatura, Soraya Sáez de Santamaría se comió todos los marrones del PP como una campeona. Dio la cara como no lo hizo Rajoy y se la valoró mucho. Pero sí que faltan... Sería muy interesante que el futuro nos presentara a Soraya contra Susana por la Presidencia del Gobierno.

¿Y crees que Hillary Clinton perdió por ser mujer?

No, ha sido víctima del establishment. Los Clinton llevaban ya mucha mochila a cuestas, muchos escándalos. Pero, como dijo Obama: hubiera sido la presidenta más preparada de la historia. Me cuesta entender a las mujeres que votaron a Donald Trump.

¿Una política puede ser coqueta?

¡Por supuesto! Siempre y cuando no lo utilice como un arma de género. Pero si tú te ves bien con un escotazo, ¿por qué no? El 29 de abril es el “Día Denim” que recuerda a la sociedad una polémica sentencia de 1998: una mujer agredida sexualmente fue acusada de consentimiento por llevar jeans –«no se pueden quitar ni siquiera parcialmente sin la cooperación activa de quien los lleva»–. Ni los escotes ni los pitillos ajustados te quitan credibilidad a la hora de liderar. Hay que ser libres, pero empezando con la educación de los niños.

El pasado verano pasaste 32 días sola en Bali, ¿es que necesitabas desaparecer? ¿No te dio miedo descubrirte?

Todos los fantasmas se te disparan... Había cumplido los cuarenta y entré en una crisis vital, además de llevar tres años sin parar. Descubrí que en la vida hay que quitarle importancia a todo, incluso a mis estados de ánimo. Porque todo pasa. Lo importante es estar en paz contigo misma, aceptarte. Era la quinta vez que iba a Bali. Allí hasta los vendedores te dan lecciones de vida. Tienen una espiritualidad muy práctica. Y se escuchan a diario, haciendo yoga y aprendiendo a meditar desde la escuela.

¿Qué descubriste allí?

Que sin paz con uno mismo no se puede vivir... Bueno, vivimos, pero sin disfrutarlo. Y yo no quiero seguir sufriendo, quiero cuidar de mí, escucharme. Me siento consciente, con deseo de disfrutar e inmunizándome. Me he hecho mayor.

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