¿Estás triste en otoño?

Durante la madrugada del domingo 26 de octubre los relojes se atrasaron una hora. Así ocurre desde hace más de 30 años por motivos energéticos, pero en los últimos años se comienza a hablar del llamado desorden afectivo estacional.

¿Estás triste en otoño?
¿Estás triste en otoño?

Según el psicólogo Ricardo Ros: “En realidad, tener dificultad para adaptarnos al cambio de hora es algo normal, que nos ocurre a todos los seres humanos, ya que a todos nos cuesta adaptarnos a los cambios. Generalmente al cabo de pocos días todos nos hemos adaptado. Sólo aquellas personas que lo sientan de forma extrema y durante más de un mes deberían preocuparse y acudir a un psicólogo. Pero en los últimos tiempos se tiende a convertir cualquier cambio en nuestra vida en una enfermedad. Ahora toca acostumbrarse a vivir con menos horas de luz solar, pero eso lleva ocurriendo desde que existe el hombre. Es el invierno que se acerca y deberíamos saber adaptarnos a él, aunque nos cueste o nos resulte incómodo, igual que nos adaptamos al resto de estaciones.”

El desorden afectivo estacional

Es peligroso pensar que estamos deprimidas por la llegada del otoño, pues así magnificamos una sensación natural y le damos más importancia que la que tiene. “El verdadero desorden afectivo estacional lo sufren entre el 1% y el 2% de la población general. Se define como una depresión recurrente en ciertas épocas del año. Que nos ponga tristes que al salir de trabajo ya haya anochecido no debe hacernos pensar que lo padecemos. Este trastorno se acompaña de otros síntomas más allá de la tristeza o el mal humor por falta de luz solar: aumento del sueño o letargo diurno, desgana, falta de energía, expectativas negativas, baja autoestima y alteraciones del apetito (aumento de la ingesta de carbohidratos)”, especifica el experto en ansiedad y estrés.

“El ritmo infradiano es el ciclo anual en el que alternan las estaciones. Al igual que algunos animales, como los osos, tienen necesidad de hibernar; los seres humanos estamos influidos por la distinta duración del día y de la noche. Durante la noche, la ausencia de luz hace que una glándula del cerebro libere mayores cantidades de melatonina, la hormona reguladora del sueño. En invierno las noches son más largas y el cerebro libera más melatonina, dando la sensación de que necesitamos dormir más horas”, explica Ricardo Ros en su libro ¡Stop a la ansiedad!

Si estos síntomas se mantienen durante un mes o más, lo mejor es acudir a un profesional que nos indique la mejor manera de poner fin al problema o evitar que se extienda. Sin embargo, podemos prevenir la aparición de este trastorno o simplemente evitar la tristeza otoñal con sencillas pautas, como aconseja Ricardo Ros: “Aprovechar cualquier momento para exponernos a la luz solar, mantener una correcta higiene del sueño, alimentarnos adecuadamente, realizar actividades al aire libre, favorecer la vida social tras el trabajo y practicar ejercicio físico moderado pueden evitar que aparezca el trastorno e incluso ponerle fin en las primeras etapas. Aunque la mejor manera es disfrutar del invierno como una estación llena de posibilidades que nos niega el verano: un buen chocolate reconfortante, esquiar, una buena conversación alrededor del fuego, ir al cine o al teatro y el placer de un día de sofá y manta.”

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