No me quedo, ¿qué hago?

¿Tenéis problemas para concebir hijos? La reproducción asistida puede ser la solución.

No me quedo, ¿qué hago?
No me quedo, ¿qué hago?

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la infertilidad afecta a más de ochenta millones de personas en todo el mundo. Además, España va a la cabeza en un triste ranking internacional: el 20 por ciento de las parejas en edad reproductiva tiene problemas para conseguir una gestación y, dentro de esa cifra, el 70 por ciento se debe a un factor masculino: algo le ocurre a nuestro latin lover que ni la dieta mediterránea ni el sol parecen poner en marcha a sus espermatozoides.

Pero concebir un hijo es cosa de dos, y cuando se presentan las circunstancias adversas, se deben aunar esfuerzos para buscar una solución. Aun así, la naturaleza vuelve a cargar más responsabilidades sobre la mujer, pues si la pareja decide que se ha de seguir un tratamiento, es ella la que debe asumir los costes físicos y psíquicos. A los inconvenientes que parece tener el semen patrio, hay que añadir otra circunstancia que influye en la imposibilidad de tener hijos de forma natural: la determinación de ampliar la familia se da a una edad muy tardía. Si tenemos en cuenta que la fertilidad femenina baja en picado a partir de los 35 años (podemos tener la menstruación todos los meses, pero no ovulamos todos), eso hace que la mujer también presente dificultades para generar óvulos.

Visto lo visto, los expertos señalan que se debe acudir a la consulta médica cuando, después de mantener relaciones sexuales periódicas sin protección durante un año, el embarazo no llega. Las causas que impiden la gestación pueden ser variadas –no solo la baja calidad espermática o la falta de óvulos–, así que más vale establecer una línea de actuación.

Da los primeros pasos

En primera instancia, podemos conseguir que nuestro médico de cabecera sea quien nos derive a las pruebas previas que determinarán el motivo o motivos de la esterilidad. Pero hay que saber que la edad máxima para acceder a la reproducción asistida a cargo de la Seguridad Social es de 39 años, por lo que si rebasamos esa cifra, tendremos que optar por la medicina privada (existen ligeras variaciones según la Comunidad Autónoma, mejor consultar). Las primeras pruebas que suelen realizarse son: un seminograma (análisis del semen) para el hombre; ecografías y la histerosalpingografía (HSG) –prueba radiológica con líquido de contraste para dilucidar si las trompas están obstruidas– para la mujer, y análisis clínicos para ambos. Con los resultados en la mano el facultativo que nos atienda podrá establecer un diagnóstico definitivo y proponer a sus pacientes el tratamiento más adecuado para su caso.

Cómo combatir la esterilidad

Los métodos que se utilizan para la fecundación asistida dependerán siempre de la evaluación realizada por nuestro médico. Pero todas las técnicas comienzan con un tratamiento previo llamado inducción de ovulación. En este se utilizan fármacos que modulan o potencian –según las necesidades de la paciente– las gonotropinas, es decir, las hormonas que estimulan el crecimiento del folículo ovárico que contiene el óvulo. En todo caso, el ginecólogo se encargará de indicar las dosis y cuáles son los controles más adecuados (ecografías, análisis...)

Tras este proceso, se aplica la técnica correspondiente.

Estas son las posibilidades:

- Inseminación artificial (IAC/IAD). Está indicada (entre otras causas) cuando existen alteraciones en el número y/o en la movilidad espermática; cuando se presentan problemas en el cuello uterino, o cuando hay incapacidad para el coito o esterilidad de origen inmunológico. Consiste en depositar los espermatozoides de forma no natural dentro del útero, previamente estimulado, en el momento próximo a la ovulación.

- Fecundación In Vitro (FIV). La fertilización del óvulo por el espermatozoide se desarrolla de forma artificial, en un laboratorio. Los óvulos se depositan en un incubador junto con el semen. Se colocan un promedio de 200.000 espermatozoides alrededor del óvulo, que es penetrado naturalmente por uno de ellos. Posteriormente, el óvulo fertilizado se transfiere al útero. Se recomienda en los siguientes casos: cuando las trompas están dañadas, cuando el número de espermatozoides es insuficiente para realizar una inseminación artificial, cuando tras haber realizado cuatro intentos de inseminación artificial no se ha logrado el embarazo. La fecundación In Vitro, tiene dos variantes:

ICSI (microinyección espermática): Este método ha abierto una importante posibilidad terapéutica, especialmente para la esterilidad de factor masculino: suele realizarse cuando el semen es de mala calidad. También se aplica cuando ha fallado la fecundación in vitro o cuando los óvulos dificultan la entrada del espermatozoide por sí mismo. El proceso consiste en la inyección de un único espermatozoide por cada óvulo, mediante técnicas de micromanipulación. Es uno de los métodos más utilizados y el que tiene la tasa de éxitos más alta.

Diagnóstico Genético: Preimplantacional. Se lleva a cabo en casos de enfermedades genéticas, abortos de repetición, fallos de implantación... Requiere un tratamiento de fecundación in vitro con microinyección espermática. Se realizan biopsias de los ovocitos o de los embriones para analizarlos desde el punto de vista genético.

Donación de ovocitos. Por último, la donación anónima de ovocitos se da en aquellos casos en los que, por diversos motivos, la mujer no puede producirlos de forma natural o bien si sus ovocitos son de mala calidad e incapaces de originar un embrión. Consiste en la fecundación in vitro de los ovocitos de una donante anónima con el semen de la pareja de la mujer receptora, a la cual se le transfieren los embriones obtenidos.

Cuánto cuesta un hijo

Si se opta por la Sanidad Pública los tratamientos, incluidos los medicamentos, son gratuitos en los dos o tres primeros intentos (dependiendo de la Comunidad Autónoma y con la excepción de los centros de A Coruña, donde no hay lista de espera ni limitación a ciclos). Si no se ha conseguido la gestación durante ese plazo y queremos seguir intentándolo, o sobrepasamos la barrera de los 39 años, deberemos dirigirnos a una clínica privada, en la que el presupuesto ronda los 4.000 € por ciclo, si se trata de una fecundación in vitro, o de 800 a 900 € por ciclo, si hablamos de una inseminación artificial. En Cataluña los medicamentos también son gratuitos aunque el tratamiento se lleve a cabo en una clínica privada. Pero no ocurre así en otras Comunidades Autónomas, donde estos pueden costar unos 300 €, si se practica una inseminación artificial, o unos 1.500 €, en caso de una in vitro.

Hay que señalar, además que, aunque podamos y optemos por la Sanidad Pública, no en todas las provincias existen centros de reproducción (por ejemplo, en Navarra, Huesca o Menorca), y también cabe decir que en muchas de estas instalaciones no se realizan todas las técnicas reproductivas. En estos casos, tendríamos que sumar al presupuesto total los gastos y las molestias derivados de los continuos desplazamientos. Pero hay otros costes mucho más difíciles de cuantificar. A nivel emocional, por ejemplo, se sabe que los estados depresivos, la ansiedad, el estrés y el sentimiento de impotencia están a la orden del día. Además, el tratamiento hormonal para la mujer puede ocasionar irritabilidad, tristeza, jaqueca o retención de líquidos, entre otros efectos. La pareja puede decidir someterse a cuantos intentos desee (en la sanidad privada) y siempre que los médicos no lo desestimen. Entre intento e intento se puede descansar el plazo que la pareja desee. Todo dependerá del estado físico de la mujer... y, por supuesto, ¡de la economía familiar!

La recompensa al esfuerzo

Aproximadamente, y dependiendo de las causas de esterilidad, hay alrededor de un 30 por ciento de posibilidades por intento de conseguir una gestación. Es una cifra aparentemente desesperanzadora, pero hay que tener en cuenta que, de no realizar ningún tratamiento, en muchos casos las posibilidades de fecundación serían cero. ¿La verdadera recompensa? Tener a tu hijo en brazos. Eso, por supuesto, no tiene precio.

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