El ingrediente fundamental para la receta de la felicidad: ¡dar las gracias!

Para muchos la felicidad es una forma de vida. Todos conocemos a alguien así, aquella amiga a la que se ve casi siempre contenta y aunque en ocasiones sus circunstancias sean desfavorables tiende a irradiar energía positiva, un halo de paz.

La receta de la felicidad
La receta de la felicidad

No es siempre fácil vivir la felicidad como una forma de vida. Tendemos a verlo como algo que hay que alcanzar, un objetivo. La felicidad, en este contexto, es una de tantas metas a lograr para ser exitoso en la vida. Se convierte así en una exigencia que cada vez se hace más lejana. Buscar desde ahí la felicidad puede resultar agotador. Entendemos por felicidad, como el estado de satisfacción espiritual y física.

¿Cómo convertimos la felicidad en un estado de ánimo en lugar de una meta?

La felicidad como estilo de vida se caracteriza por una actitud distinta ante la vida. Una forma concreta de percibir las cosas y de enfrentar los obstáculos. Esa amiga que irradia tanta alegría, probablemente tiene muchísimos obstáculos a pesar de lo que te trasmitan sus redes sociales, donde el césped del otro siempre luce mejor. Lo que cambia es su actitud.

Son infinitas las formas de lograr esa felicidad como estilo de vida. Todas tienen un ingrediente común: la gratitud. La gratitud es la actitud ante la vida que nos permite la satisfacción. Es la emoción que da lugar a la celebración, a la alegría.

Vivimos en un momento donde el estar agradecido parece que ha quedado reducido al ámbito de los modales, damos las gracias porque es lo que toca, esta es en muchas ocasiones toda relación que tenemos con la gratitud. Pero hoy hablamos del sentido completo de la palabra, la gratitud como emoción, como actitud.

La gratitud nos permite celebrar aquello que tenemos, aquello que nos rodea, celebrar lo que somos. Está estrechamente ligada a la aceptación. Acepto mi circunstancia, acepto quién soy. Soy suficiente y valioso.

Al estar agradecidos de quienes somos nos relacionamos con los demás de una forma distinta. En lugar de interactuar con el mundo desde la carencia para obtener aquello que me falta, miro al mundo con algo que entregar, ofrezco aquello que soy.

“Todo nuestro descontento por aquello que carecemos procede de nuestra falta de gratitud por lo que tenemos”. Daniel Defoe.

Cuando damos las gracias estamos celebrando. Al ser orgulloso en ser agradecido estás limitando la celebración. “No tengo que dar las gracias de nada, todo lo he conseguido solito”, ¿Dónde te lleva esta actitud? ¿Te permite celebrar?

No siempre esta en nuestras manos cambiar las circunstancias, pero tenemos el poder de elegir como enfrentarlas. Aceptar la situación, centrarnos en aquello que sí tenemos y celebrarlo nos acercará a un estado de mayor alegría, paz y satisfacción.

 

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