¿De verdad tienes hambre? Síndrome del "comer emocional"

La llegada de la Navidad acentúa las causas del síndrome del “comer emocional”. Hablamos de 'hambre emocional' cuando utilizamos la comida para distraer o anestesiar estados emocionales intensos. Aprende a reconocerlas y conoce las causas que la provocan. 

Mujer comiendo pizza
Mujer comiendo pizza

“Es fundamental entender que el vínculo que establecemos con la comida no es otra cosa que nuestra forma de percibir el mundo todo. La comida es un vínculo y como tal está cargado de cuestiones culturales, emocionales y sociales. ¿Qué pasa cuando utilizamos esta relación que tenemos con la comida para suplir otras cuestiones? Por ejemplo, para tranquilizar una angustia o la ansiedad ante alguna situación que nos excede, como sustituto de algo que sentimos que nos está faltando en la vida , un trabajo, una relación, la dificultad para sociabilizarnos adecuadamente o para simplemente aceptar la etapa vital en la que nos encontramos”, explica Verónica Rodríguez Orellana, Directora y terapeuta de Coaching Club.

Seguro que te ha pasado alguna vez, llegas a casa después de un largo día de tensiones en la oficina y te "premias" con un trozo de tarta, o unas patatas chips. En realidad no sientes hambre, pero comer esos alimentos en cierta manera te hacen sentir mejor. ¿Qué tipos de causas emocionales pueden llevarte a comer de esta manera?

Estrés:

El masticar supone un gasto de energía y al implicar una forma de desgarrar y triturar (actividad vinculada a la agresión) se transforma en una forma de reducir la ansiedad, forma rápida y pasajera pero al alcance de cualquier persona.

Tristeza 

Algunas personas presentan un estado de ánimo muy bajo , sin entusiasmo para realizar tareas habituales, que notan como instintivamente aumenta su deseo de consumir chocolate, alimentos estimulantes, carne y otros productos ricos en proteínas e hidratos de carbono. Estos alimentos tienen en su composición química elementos que aumentan los niveles de serotonina, neurotransmisor que se encuentra disminuido cuando el ánimo está deprimido.

Insatisfacción:

Si tenemos en nuestro interior una sensación de vacío, intentamos llenarlo, y comer es una forma fácil de hacerlo. El hecho cierto es que la comida nos distrae y produce una sensación de bienestar breve y fugaz, un efecto pasajero.

Carencia afectiva:

En un intento de recrear episodios felices de la propia historia vinculados en general a la madre.

Como forma de castigo:

Una manera de provocar el aislamiento por no sentirse merecedor/a de afecto. Generalmente se vincula a la culpa por algo que se hizo o se pensó, y se auto-castiga engordando.

Comer en exceso por miedo:

Como modo de protegerse dentro del cuerpo, miedo a dejar de ser niña/o, miedo a mostrarse deseada/o, miedo a tomar responsabilidades.

El aprendizaje de habilidades para la gestión de las emociones resulta imprescindible, además de desarrollar la capacidad para sentirlas y expresarlas a través de la palabra, ejercitando paralelamente, la capacidad de autodominio y auto conocimiento. “En las sesiones de Coaching, trabajamos con estos temas muy habitualmente y los estructuramos con el paciente en tres pilares fundamentales que tienen que ver con una cuestión de actitud, un replanteamiento de un estilo de vida, un nuevo enfoque en su alimentación y un entrenamiento emocional”, explica Verónica Rodríguez Orellana.

La actitud tiene que ver con la posibilidad de modificar progresivamente el modo en que se piensa y se siente respecto del cuerpo, la comida y el movimiento, para fortalecer la decisión de hacer un cambio en la vida, aprendiendo a conocer y utilizar técnicas para reducir la ansiedad y el estrés.

Aprender nuevas conductas y maneras de disfrutar de la vida, de las relaciones y hasta de sí mismo, sin falsos apoyos como la comida, el atracón o la dieta exagerada, aprender a fortalecernos de manera individual y en grupo son los primeros pasos para empezar una relación más sana con la comida.

Referente a la alimentación, hay que disfrutar de la comida sin culpa. La alimentación equilibrada es una de las claves para mejorar el estilo de vida. No hay alimentos prohibidos, sólo conviene dar más preferencia a algunos y menos a otros. El coaching de grupo es un aliado excelente que entrena en las habilidades de manejo y adaptación a su situación particular y a su vida cotidiana. Las personas aprenden a seleccionar los objetivos para poder modificar su alimentación, aumentar su actividad física, controlar su peso de forma efectiva, reconocer síntomas, etc. El grupo sirve de apoyo para manejarse con éxito en situaciones como salidas a comer, fiestas, fines de semana, momentos de presión y estrés.

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