Fatiga diaria

¿Te sientes cansada todo el día? Aunque la fatiga parece una enemiga imbatible, hay formas de vencerla.

Fatiga diaria
Fatiga diaria

"No puedo más, ya no me aguanto de pie…" ¿Cuántas veces has oído pronunciar estas palabras a tu alrededor e incluso entre tu repertorio de quejas? Los madrugones, las noches sin dormir bien, los nervios que provocan el exceso de trabajo, los compromisos acumulados, las tareas por resolver y las numerosas actividades que organizamos en cuanto tenemos un poco de tiempo libre acaban formando un cóctel explosivo que hace que rebasemos los límites razonables de nuestras propias fuerzas. La fatiga, en sentido estricto, no es más que la sensación de agotamiento que se produce después de realizar un ejercicio intenso o una tarea pesada. También se presenta cuando no respetamos los periodos de reposo adecuados, así como por determinadas alteraciones fisiológicas y hormonales, y como efecto secundario de algunas medicinas.

Este es un tipo de cansancio físico que conocen muy bien aquellos que se ven obligados a realizar trabajos pesados o a permanecer largas temporadas en una determinada postura, y también los aficionados al deporte. Desde el punto de vista biológico, este agotamiento supone una clara disminución de las reservas de glucógeno –un fondo de energía que se almacena en los músculos–, así como determinados cambios enzimáticos, hormonales y celulares, con la acumulación resultante de materiales de desecho, como el ácido láctico, que suelen producir molestias evidentes, como las agujetas.

Tres enemigos íntimos

La fatiga física te roba la vitalidad, te hace sentir más débil y repercute en tu estado de ánimo. Si no sientes fuerzas para echar una carrera, menos las tendrás para iniciar una discusión o para ponerte a estudiar. Pero muchas veces es al revés: es el cansancio emocional el que acaba agotando nuestro cuerpo. Un estado de tensión nerviosa, el estrés o la ansiedad pueden acabar con toda nuestra energía. Existe un tercer tipo de cansancio: el sensorial, causado por disminuciones en la percepción visual, auditiva o táctil que reducen nuestro rendimiento y nos exigen un mayor esfuerzo para alcanzar objetivos. Las diferentes tipologías pueden manifestarse de forma aislada o conjunta.

¿Qué me pasa?

Además del sobreesfuerzo físico, existen otras circunstancias que pueden explicar el cansancio. Las más frecuentes son:

● Los nervios y el estrés.

● Padecer alteraciones del sueño.

● Las trastornos horarios, como el jet lag.

● Una dieta poco equilibrada, que abusa de productos grasos, fritos y azucarados.

● Estados de inquietud, miedo y angustia.

● Estados de melancolía, tristeza o depresión.

● El dolor físico, en todas sus manifestaciones.

● La rutina y la ausencia de alicientes.

● Los cambios hormonales y la menstruación.

● Los cambios de estación.

● La hiperactividad.

● La falta de ejercicio físico.

Señales de alarma

Los síntomas más frecuentes de la fatiga son:

● Sensación de cansancio general.

● Pesadez muscular, acompañada a veces de dolor o calambres.

● Aparición de dolores de cabeza.

● Alteraciones del ritmo cardiaco y respiratorio.

● Mayor dificultad de concentración.

● Tendencia a padecer episodios de insomnio o, al revés, excesiva somnolencia.

● Escaso o nulo interés por el ejercicio físico.

● Pérdida de peso.

● Un estado persistente de irritabilidad, sobre todo, después de un esfuerzo.

● Fallos en la memoria y despistes.

Búrlate de ella

No permitas que te amargue la existencia. Toma precauciones para combatirla:

● Procura mantener un horario razonable, tanto en el trabajo como en el ocio: divertirse también agota.

● No escatimes horas al sueño.

● Empieza el día con energía, regálate un buen desayuno.

● Intenta reducir, y si es posible eliminar de tu vida, aquellas situaciones que te provocan estrés.

● Haz las pausas necesarias para recobrar las fuerzas durante la jornada de trabajo o la práctica de tu deporte favorito.

● Busca técnicas de recuperación y de relajación, como masajes.

● Cuida bien la dieta, potenciando aquellos alimentos ricos en minerales, vitaminas B y C, hidratos de carbono y fibra.

● Bebe agua en abundancia.

● Modera el consumo de tabaco, alcohol y otros excitantes, como el café y la cola.

● Puedes recurrir a los suplementos dietéticos en caso de déficits demostrables de algún nutriente.

● Regálate un tiempo para ti misma.

● Procura mostrarte positiva y optimista ante la vida y ante los demás, y aparca el mal humor, nada agota más (a ti y al resto) que lamentarse a todas horas.

● Trata de mantenerte activa, aunque te sientas agotada. La actividad no entraña fatiga, y en cambio despierta nuestros sentidos y nos hace más osados.

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