El 'mindfulness' permite adelgazar... ¿Para siempre?

Adelgazar con mindfulness
Adelgazar con mindfulness / nourish_honestly

El secreto de una buena dieta (de las saludables) no es volverse loca y cambiar completamente de hábitos, sino introducir, poco a poco, pautas alimentarias sanas que, además, por el camino, ayuden a alcanzar el peso deseado. "The Mindful Diet", un libro realizado por dos nutricionistas americanas, pretende ayudar a luchar contra esas comidas compulsivas (unas patatas fritas a la vuelta del trabajo, unos caramelos tras la cena...) a través de la mente.

Se basa en la práctica del Mindfulness, cuyo beneficio para el cuerpo es más que notable y lo que busca es cambiar el pensamiento así como la relación personal que mantenemos con nuestra alimentación.

Aún no se ha traducido al español, pero su revolucionario método promete convertirlo en un éxito tras haber demostrado, con pacientes y en el laboratorio, según las autoras, que quien lo prueba disminuye las comidas compulsivas, practica más autocontrol y pierde peso de una forma duradera. Estos son algunos de sus métodos para ayudar a adelgazar controlando el pensamiento:

Antes de comer algo pregúntate: "¿Tengo hambre? ¿Por qué estoy comiendo esto? ¿Esta comida ayuda a mi salud?"

Come en porciones pequeñas y comprueba que, en el plato, la mitad es vegetal, un cuarto es proteína y otro cuarto son hidratos de carbono.

Prueba a comer con la mano que menos dominas o a comer con palillos para ralentizar tu comida, el cerebro necesita unos 10 minutos desde que empiezas a comer para darse cuenta de ello.

Comienza la comida con una pequeña meditación.

Después de dar diez bocados, para y comprueba las señales: ¿sigues teniendo hambre?

Y, además, trucos aparte, puedes aprender a ser, a través de la meditación, consciente de lo que estás haciendo, para evitar comer sin pensar ni prestar atención.

Comenzarla es más fácil de lo que parece:

Detente y echa un vistazo alrededor. ¿Qué ves? ¿Cómo se lo describirías a alguien que no estuviese ahí?

Cierra los ojos y escucha. ¿Qué oyes?

Respira profundamente. ¿Qué hueles?

Piensa en cada parte de tu cuerpo: ¿sientes tus pies, tus manos, tu estómago?

El libro recomienda repetir este ejercicio tres veces al día, simplemente fijándose en cada cosa y prestándoles la debida atención y, con el tiempo, se convertirá en un hábito. Después se recomienda pausar la respiración, hacerla más profunda para, más tarde, aprovecharse de esta práctica cuando se esté a punto de comer algo indebido.

Finalmente, claro, no hay que descuidar lo que se come (llenar el estómago de frutas y vegetales), lo que hay en el frigorífico (y dejar lo sano más a la vista, pues tendemos a comer lo primero que vemos al abrir la puerta) y analizar si verdaderamente acabamos llevando comida saludable a la mesa.

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