¿Qué pasó entre Christina Hendricks y Pérez-Reverte?

La respuesta es: nada. Pero la manera en la que el escritor narra un supuesto encuentro casual entre ellos ha incendiado las redes por su contenido sexista.

Christina Hendricks
Christina Hendricks

Se ve que le gusta, y mucho, su papel de provocador a Pérez Reverte. Domina sus artes con tanta maestría como las de la escritura y se regodea con cada nueva polémica que lanza al ruedo de las redes sociales.  La última ha surgido a raíz de la columna, Patente de corso, que escribe puntualmente en el suplemento XL Semanal. En esta que ha titulado Christina Hendricks y nosotros, cuenta que cenaba en Casa Lucio con unos amigos (con nombres y apellidos más o menos conocidos: Antonio Lucas, Manuel Jabois, Edu Galán y Élmer Mendoza) cuando la actriz, una de las protagonistas de la serie Mad Men, ocupó junto a su marido otra mesa del restaurante.  La descripción que hace de ella como “la de las tetas grandes” es la primera de una serie de afirmaciones que han sido criticadas por machistas. Y la lanza a sabiendas: “Además de anatómica, ésta es una definición sexista, claro. Pero cuando uno escribe debe buscar, ante todo, la brevedad y la eficacia. Y reconozcan que la definición es breve y eficaz a tope: pelirroja de tetas grandes. Ahora todos –y todas– saben a quién me refiero”, escribe Pérez-Reverte.

Bravuconea después el escritor sobre el marido de la actriz de quien asegura “que no tiene ni media hostia” y añade que “esta gringa no puede escaparse viva” para animar el cotarro entre sus colegas. Debaten en grupo sobre el integrante de la pandilla más “guapo y cachas” para entrarle a la actriz, y barajando la opción de darle al marido “la del pulpo”, tras el rechazo de Hendricks de hacerse una foto con el ligón Jabois.

Una “chulería de macho alfa” y comportamiento de “manada de mandriles” es lo más suave que le han dicho en las redes sociales. Tantas son las críticas que ha recibido por ese artículo que,  24 horas más tarde, se ha visto obligado a aclarar que lo que relata en su Patente de corso no es más que un relato en tono irónico, pura ficción. Eso sí, lo ha hecho echando más leña a la polémica, llamando imbéciles sin comprensión lectora a quienes lo han criticado. Como apagar un fuego con gasolina.

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