7 gestos feministas que hace 10 años hubieran sido (casi) imposibles

Un concurso en el que las misses desgranan las cifras de la violencia de género. Un ex futbolista que se declara feminista... Aunque queda mucho por hacer, el mundo camina sin descanso hacia la igualdad. 

12 claves de estilo para la primavera: moda feminista
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Que en el tema de la igualdad de género queda mucho por hacer lo saben aquí y en Lima. Pero precisamente en esa ciudad peruana las misses del concurso nacional de belleza han convertido este año en viral sus discursos de presentación gracias a que las 23 candidatas, auspiciadas por la organización del certamen, fueron desgranando las cifras de la violencia de género, que en Perú sufre un 68% de las mujeres: 2.202 casos de feminicidios en los últimos 9 años en el país, que una niña muere casa 10 minutos víctima de la violencia sexual o que más del 25% de niñas y adolescentes son abusadas en su centro educativo.

Esta novedosa y efectista llamada de atención sobre la violencia que sufren mujeres, niñas y niños tuvo un efecto asombroso y dio la vuelta al mundo. Eso sí, aunque el efecto fue espectacular, hubo voces que se alzaron tanto a favor como en contra.

Esa misma dualidad de la sociedad, que se hizo verbo en las discusiones del desayuno en las oficinas de medio mundo, se percibieron por ejemplo en las páginas de Eldiario.es, donde uno de sus columnista, Raúl Solís Galván, se mostraba escéptico ("lo revolucionario hubiera sido que las 23 candidatas de Miss Perú hubieran dicho que suspendían el concurso”, defendía) mientras que la abogada activista Violeta Assiego, también articulista del medio, publicaba que le había gustado “la acción feminista de Miss Perú, aunque estuviera premeditada por la organización. Me quedo con la idea de que millones de niñas y mujeres peruanas han visto (al menos) las mismas imágenes que yo vi”.

Diversidad de opiniones aparte, lo cierto es que ya nunca veremos igual los concursos de belleza. Hemos comprobado que se puede hacer más y dar un paso hacía el feminismo aunque sea algo extraño. Por mucho que nos echamos las manos a la cabeza con los dinosaurios que pueblan las redes sociales y las páginas o platós de algunos medios, lo cierto es que el feminismo está de moda, entre otras cosas y camisetas de Dior aparte, porque cada vez hay una percepción más acentuada de que el feminismo es necesario e imprescindible para lograr la igualdad.

Quizá por eso también mayor la virulencia ‘machirula’: cada vez menos gente compra su discurso porque cada vez más gente tiene claro que el feminismo simplemente busca la igualdad, algo que nos beneficia a todas… y todos. A ello, a propósito o no, están contribuyendo incluso personas alejadas a priori del movimiento, como el mismísimo David Beckham que estos días copaba titulares por sus palabras en el periódico 'Irish Independent', cuando afirmó: “¿Si me definiría como feminista? Por supuesto”.

El ex futbolista y Embajador de Buena Voluntad de UNICEF explicó que sus padres lo educaron en el respeto a las mujeres, algo que él y su esposa Victoria están transmitiendo también a sus hijos. "Me gusta sentir que soy feminista. Defiendo las cosas en las que creo”, comentó en la entrevista y añadió que “también tiene mucho que ver con ser padre de una niña pequeña [Harper Beckham, seis años]. Mi madre y mi padre me educaron para respetar a mis hermanas, a mi mamá y a mi abuela. Eso es algo importante para mi. Siempre ha sido una parte importante de mi vida".

Sus palabras sobre la igualdad no se quedan en papel de borrajas. Recientemente el astro del fútbol inglés ha subido en su cuenta de Instagram unos vídeos de quien parece seguir sus pasos como futbolista: su hija, la pequeña Harper. Mientras sus hermanos parecen más interesados en la música, la fotografía o la moda, es a ella quien está recibiendo clases de su padre. Ojalá sirva eso también para romper estereotipos.

En el terreno deportivo también se dan (pequeños aún) pasos hacia una sociedad más igualitaria, en principio de lo más diverso. Poco a poco, el discurso feminista y las reclamaciones de las organizaciones y mujeres van calando. Que nadie piense que no sirve. ¿Un ejemplo? Mientras en las vueltas ciclistas de Francia e Italia siguen con la vetusta imagen de las azafatas besando ganadores enfundadas en ropa sexy porque sus organizadores aseguran que “nadie se queja”, la Vuelta ciclista de España se despidió este pasado verano de los besos de las azafatas, y dio la bienvenida a los azafatos masculinos, todos ellos y ellas vestidos con ropa deportiva, en un intento de buscar una mayor igualdad y dejar de ‘cosificar’.

Los pioneros de esta tendencia fueron los australianos en el Tour Down Under, que a comienzos de 2017 ya prescindieron de las modelos porque entendían que era una imagen degradante para las mujeres. Luego le siguieron las competiciones de motos y automovilismo, algo que no parecen estar pensando los responsables de motociclismo y Fórmula 1 mundiales, aunque como dijo muy sensatamente Marc Márquez: “¿No pueden ir las azafatas vestidas de una forma normal?”.

Hasta el Boca Juniors lo ha visto claro y ha prescindido de 'Las Boquitas', sus 'cheers leaders'. En el comunicado del club argentino decían escuetamente y con claridad que lo hacían “para evitar la cosificación del género femenino”.

Pero hay más. Películas estrenadas este año como ‘Abracadabra' suponen una burla al machismo, una propuesta evolutiva para esos 'machirulos' anclados en el pasado.

Como todo, son mensajes que irán calando. Como también los son las obras de mujeres que se abren en cine, arte, música… En Estados Unidos el alcalde Bill de Blasio ha sorprendido al asegurar que la escultura de 'La chica sin miedo' ('Fearless Girl’) va a quedarse, al menos, hasta febrero de 2018 frente al toro símbolo de Wall Street.

Esta 'chica sin miedo' creada por la estadounidense de procedencia uruguaya Kristen Visbal se ha convertido en un emblema del movimiento feminista así como del de Occupy Wall Street y pone en evidencia también que solo el 5,4% de los jefes de la lista Fortune 500 de las compañías más poderosas son mujeres.

Símbolos, pero también realidades. Como esa ola de 'sororidad' que saltó de Internet a las calles de las principales ciudades españolas el pasado viernes. Las mujeres tomando las calles, con hombres uniéndose (pocos, es cierto, aún) era el mejor síntoma de algo que mostrando que ninguna mujer esta sola, que esa 'sororidad' traspasa el mundo virtual al real como una muestra de fuerza. No una avasalladora porque son otros modos, los de las mujeres.

Formas por hacer, por decidir pero siempre con un objetivo claro: la igualdad contra la misoginia que nos ancla en un pasado oscuro. Las mujeres salieron a decirle a la víctima de la supuesta violación grupal de Pamplona que no está sola, que estamos vigilantes ante una justicia que se percibe patriarcal y sesgada. Pero el mensaje trascendía más allá como un grito de igualdad. En todos los ámbitos. El judicial. El deportivo. El laboral. El afectivo. El sanitario y el educativo. El familiar, pero también el amistoso. Todos. Ni más, ni menos.

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