Meryl Streep y Katharine Graham, vidas paralelas en 'Los archivos del Pentágono'

¿Queda alguna mujer en el mundo digna de que Meryl Streep la interprete? Sí, Katharine Graham, la gran dama del periodismo que defenestró a Richard Nixon.

Meryl Streep, en los American Film Institute Awards

Meryl Streep, durante su intervención en los premios del American Film Institute 2017.

/ Kevin Winter

Cada vez que Meryl Streep se asoma a la gran pantalla aplaudimos preventivamente y nunca nos arrepentimos. Especialmente en los últimos años, en los que se ha dado con maravillosa frecuencia a los 'biopics' y nos ha demostrado su camaleónico talento para meterse en la piel de sufragistas, grandes chefs, cantantes terribles y primeras ministras (respectivamente, 'Sufragistas', 'Julie y Julia', 'Florence Foster Jenkins' y 'La dama de hierro'). Ahora, en un movimiento nada casual, se lanza a defender la libertad de prensa en 'Los archivos del Pentágono' (estreno: 19 de enero), encarnando a Katharine Graham, editora del Washington Post en los años 60 y 70 y azote de la administración Nixon. Y resulta, lo que son las cosas, que Meryl y Katharine tienen mucho en común.

1. Las dos tuvieron vocaciones tempranas.

Meryl empezó a cantar a los 12 años y cuando empezó la universidad ya tenía claro que lo suyo era el espectáculo. Graham se pasó la infancia correteando por la redacción del Washington Post, propiedad de su padre, y trabajó como periodista en su juventud. Como una buena esposa de los años 50, eso si, abandonó el bloc de notas por la confección de canapés para los invitados y la crianza de sus cuatro hijos. Pero cuando la vida, y un disparo a bocajarro, la pusieron de nuevo en el sendero del periodismo, aceptó la llamada.

2. Mamá tuvo mucho que ver, aunque en sentidos opuestos.

La madre de Meryl Streep, viendo que su hija era introvertida, se esforzó en inculcarle coraje y autoestima; le repetía que sería capaz de hacer cualquier cosa si ponía el corazón en ello. La madre de Graham, en cambio, la dejó en manos de niñeras y criados y se preocupó de ella solo para dejarle la autoestima a la altura del betún. Graham, una mujer inteligente, tenaz y ética, luchó durante toda su vida con sus inseguridades por culpa de ello.

3. Encontraron el amor (al segundo intento).

Katharine se enamoró de un abogado llamado Phil Graham, con el que se casó y que le salió rana: alcohólico, infiel y maniaco depresivo, en concreto. Su comportamiento fue volviéndose más inestable con los años: revelaba los asuntos de faldas del presidente Kennedy en eventos de prensa, insultaba y humillaba a su mujer en público y la abandonaba por su amante solo para volver después al hogar familiar. Siguió varios tratamientos psiquiátricos y, durante un permiso del hospital, se suicidó con su propio rifle. ¿Y Meryl? En los 70 vivió un apasionado romance con John Cazale (Fredo Corleone en 'El padrino'), y le acompañó hasta su muerte, en 1978, de cáncer de pulmón. Tras estos finales devastadores y sus correspondientes duelos, las dos descubrieron al verdadero amor de su vida: para Graham fue el periodismo; para Meryl, el escultor Don Gummer, padre de sus cuatro hijos, con el que lleva casada 40 años (y contando).

Meryl Streep y Don Gummer

Meryls Streep y su marido, Don Gummer, en una gala de los Oscar. 

/ Michael Buckner

4. Se han enfrentado a grandes hombres malos. Meryl Streep

representa todo lo que Donald Trump odia de Hollywood: espíritu demócrata (la actriz apoyó a Obama y luego a Clinton), feminismo, defensa de las minorías y libertad de expresión. En algunos de sus tuits más demenciales, el presidente le ha llamado "actriz sobrevalorada" y "amante de Hillary". Graham, por su parte, se convirtió en la némesis de Richard Nixon, primero cuando publicó los documentos que demostraban la guerra sucia del gobierno en Vietnam y después cuando sacó a la luz las escuchas ilegales a los demócratas en el celebérrimo edificio Watergate. Además (puntos extra de ética periodística), diríamos que la editora lo pasó peor que la actriz: al fin y al cabo, Streep se mueve en un círculo farandulero de fans del Partido Demócrata; Graham tuvo que soportar enormes presiones de su círculo íntimo (en el que figuraba, por ejemplo, Henry Kissinger) para que dejara de hurgar en los trapos sucios republicanos.

Katharine Graham y Sidney Bernstein

La periodista Kataharine Graham junto al magnate de la comunicación Sidney Bernstein, en una foto de 1974.

/ Evening Standard

5. El heteropatriarcado no pudo con ellas.

En una de sus primeras audiciones, para el 'King Kong' de Dino de Laurentis, Streep tuvo que soportar que el director dijera que era demasiado fea como para ser considerada para el papel. Después, en el rodaje de la película que le dio su primer Oscar, 'Kramer contra Kramer', Dustin Hoffman la maltrató para conseguir que su interpretación fuera tan extrema como él quería. Graham, por su parte, padeció en carne propia las 50 sombras del heteropatriarcado pijo. Cuando su padre se retiró, le pasó el Washington Post al yerno abogado y no a la hija que había echado los dientes en la redacción. Y cuando, tras la muerte de su marido, tomó posesión del periódico, todos la tomaron por el pito del sereno. Hasta el cine. ¿Recordáis quién hizo su papel en 'Todos los hombres del presidente', esa crónica del Watergate que fue uno de los momentos más brillantes del Washington Post en la historia del periodismo? No, claro… porque nadie se molestó en incluirla en la película. El director Ben Bradlee (al que ella contrató, contra la opinión de muchos) acapara todos los momentos "podría ser nuestra ruina, pero el pueblo merece conocer la verdad". A Graham se la menciona exactamente una vez, y la frase incluye sus tetas. 'Los archivos del Pentágono' es una especie de disculpa histórica del mundo del cine a la invisibilización de su (importante) papel en la historia del periodismo.

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