Despacito: La noche en la que Starlite perdió la cabeza

No hubo reguetón, pero Fonsi triunfó en Marbella y demostró que es capaz hasta de versionearse a sí mismo para volver loco al público.

Luis Fonsi en el festival Starlite Marbella
Luis Fonsi en el festival Starlite Marbella / KMJ

Diez minutos quedan para que den las once de la noche y Luis Fonsi aún no ha hecho acto de presencia en el escenario grande de Starlite. Con todo vendido, las gradas son un hervidero de gente que no para de moverse. La noche anima a beber, hace mucho calor, pero con lo caras que son las copas cuesta creer que haya tanta peregrinación al bar, pero así es. Claro que como esto es Marbella igual estamos rodeados de millonarios y no nos damos ni cuenta. No es tan fácil reconocerlos. Todos nos trasmutamos un poco cuando venimos a esta costa malagueña, que si una purpurina, que si cualquier otro brillo que encuentres en el armario. Eso sí, reconocemos a Ana Botella, ex alcaldesa de Madrid y 'forever' señora de Aznar, caminando entre los mortales rodeada de un montón de guardaespaldas; van de incógnito pero se les nota mucho. Primera millonaria de la noche.

He conseguido que le hagan un par de preguntas a Luis Fonsi de mi parte. En una explica que aunque 'Despacito' es el gran éxito de la vida, “es sólo una canción, queda todo un disco por presentar” y en la otra afirma que ama España, pero que no es la típica respuesta para quedar bien. Su mujer Agueda López es una modelo cordobesa que le ha robado el corazón y con la que comparte dos hijos, Mikaela y Rocco. Por eso suelen venir con frecuencia a nuestro país. “Tengo casa en Madrid y me encanta pasar tiempo por aquí. Venimos siempre en vacaciones de verano y en Navidad. Aquí tenemos a parte de la familia, mi suegra, mis cuñados… Y me encanta la comida española”, confiesa el cantante.

El caso es que Fonsi ha decidido donar una parte de las ganancias a Ongs, para ‘compartir’. Me cae bien y casi se lo digo cuando me cuelan en el 'backstage' antes del concierto. Ahí está, es bajito y con cara dulce. Se le ve muy tranquilo aunque va vestido como si fuera de otra persona. Cerca anda su espectacular mujer. Los dos hacen una pareja ideal, ella con su vestifo falda-lápiz en rosa y él moderno tipo reguetoniano. Ambos son todo amor y ella reconoce que Marbella le encanta. “Me parece lo máximo”, asegura.

Ya en nuestro asiento, seguimos esperando a Fonsi y recordamos con un suspiro la puntualidad suiza de sir Elton John. Claro que las dos noches no tienen nada que ver. Entonces el público era mayoritariamente extranjero y hoy gana lo nacional. Ya en el bus que te sube a la cantera donde está montada la gala Starlite la gente había venía cantando reguetón o similares a la mínima. Por cierto, observo que el reguetón ayuda a hacer amigos. Que si lo hacemos los cuatro, que si suavesssito… Aquí hay mucho cachondeo. Esto promete, tenemos butacas en platea, hace una noche preciosa y nos disponemos a escuchar a Luis Fonsi, el cantante que ha roto todos los récords musicales hasta la fecha. 'Despacito' no sólo se ha convertido en la canción del verano, en seis meses se convirtió en la canción más reproducida en directo (streaming) de todos los tiempos, ha sido 'Platino' nueve veces, ha liderado las listas latinas durante meses y, lo que más vértigo produce, el videoclip de 'Despacito' tiene más de dos billones de visitas, 2 mil millones de reproducciones en YouTube. Marea, eh.

Pero lo más curioso es que es la más versioneada, su ritmo algo sincopado hace fácil calzar en ella cualquier letra que te inventes. Sorprendentemente, el primero en hacerlo fue Nicolás Maduro, que la usó para pedir el voto en Venezuela ante el consecuente desagrado de Luis Fonsi que ha tratado por todos los medios impedirlo sin demasiado éxito. También desde Los Morancos a activistas feministas, 'Despacito' ha servido para echar unas risas, hacer sátira política, contar la situación de las mujeres rurales o denunciar la violencia de género. Hasta los científicos han investigado para tratar de explicar la razón de su imparable éxito.

Al fin, casi a las once sale Fonsi y al principio ni siquiera puedo verlo bien dado que lleva una chaqueta con lentejuelas (o algo así) plateadas que reflejan la luz y lo convierten en una bola luminosa en mitad del escenario. No hay duda, es su voz, pero mucho menos ‘reguetona’ de lo que recordaba. La chaqueta va a juego con unas zapatillas también brillantes. Lo acompañan además de los músicos, todos con pinta rockera y uno de ellos clavadito a Leiva o mejor dicho al sombrero de Leiva, un grupo de baile formado por dos chicos y dos chicas que lo dan todo en el escenario. Como yo solo me se ‘Despacito' (y no entera), miro entre el público a ver si alguien conoce las canciones. Para mi sorpresa, si. Hay mucha gente absolutamente entregada y cantando a todo pulmón. Ahora canta algo como que ‘Y yo me voy, adiós, me fui y no me importa…’.

Amor y más amor. El comienzo del concierto es puro pastel para felicidad de los numerosos fans que hay. No nos engañemos, por mucho reguetón mix que sea el ínclito Despacito, el caso es que el fuerte de Luis Fonsi son (o eran) las baladas. Sin embargo, a lo largo del concierto nos demuestra que sabe hacer bailar al personal. Cuando saluda a su “bello público”, el cantante deja claro que quiere que bailemos mucho y nos enamoremos un poco más. Se quita la chaqueta, algunas gritan emocionadas aunque la verdad es que cuesta imaginar al artista como un sex symbol, más bien parece un eterno adolescente cuya regla es darle al público lo que ellos quieren y, claro, la gente pide Despacito, pero él pide paciencia. Lo que quería decir es que va a cantar canciones desde sus inicios hasta lo más nuevo.

No para de desgranar temas, ahora una lenta, ahora una de bailar, hasta que detiene el concierto para explicar un canción muy especial, ‘Llegaste tú’ que le escribió a su hija Mikaela y que suele cantar con Juan Luis Guerra es seguramente su tema más tierno. Aplausos a lo loco. El público está entregado y él sigue cantando mientras yo ando perdida en las redes sociales. Se marcha a cambiarse de ropa. Sus músicos aprovechan para hacerse los típicos solos de guitarra, batería etc que hacen siempre para demostrar lo bien que tocan. Lo demuestran y regresa Fonsi cantando en inglés con otros pantalones en rojo y negro, con camiseta y una chaqueta vaquera desteñida. La canción empieza lenta pero... Nadie sabe lo que se avecina. ¡¡DESPACITO!!

Dejé de escribir y hasta de pensar. Solo mirar a la gente ya es un espectáculo. Todo el abarrotado público bailando y cantando. Vale, es una especie de auto-versión de Despacito por él mismo en la que se echa algo de menos la fuerza reguetona de Daddy Yankee. Por otro lado se agradece la suavidad. Y total, lo cierto es que pasa como un suspiro en el que Starlite pierde la cabeza.

Cuatro o cinco canciones, varios videos subidos y mandados a amigos y familiares, y otros tantos borrados -la memoria de mi iPhone es así de dictadora- después, vuelvo a mirar al escenario. Allí sigue Fonsi, que lo da todo, se le ve un currante y tiene mis respetos. La última vez que vino a Málaga, en 2015, su concierto se tuvo que suspender porque se habían vendido muy pocas entradas. Quizá lo peor que le puede pasar a un músico. No era su momento. Dos años después regresa por todo lo alto. Hace otro mix, de temas marchosos con los que consigue ponernos otra vez a bailar. Llegamos a otro momento de subidón con 'No me doy por vencido', otro de sus temazos. Podría ser una canción premonitoria. Hay algo tierno en él y de mucha obstinación. Cuentan sus padres que cuando emigraron a Estados Unidos, el cantante apenas tenía 10 años y enseguida habló inglés sin acento. Demostró ser un camaleón superviviente y tener muy buen oído. Desde entonces ya dijo que quería triunfar en la música, como así ha sido.

Alguno de mis amigos se anima y le gritan tío bueno. Una chica dice "Fonsi te amo", o algo así. Las canciones animadas me gustan más que las lentas, pero veo que no soy público objetivo, aquí la gente, sin distinciones, se deshace. Luego hace un mix de canciones de toda la vida, la gran prueba. Con las manos en alto, encienden mecheros o móviles para dar luz. Ellos son los verdaderos fans. El resto somos 'fakes'. La gente corea ‘Aquí estoy yo’ a lo grande y yo me siento una impostora. Podría ser el título de una canción, ‘soy tu impostora lalaaa' 😜

Luis Fonsi durante su actuación en el festival Starlite de Marbella
Luis Fonsi durante su actuación en el festival Starlite de Marbella / UOG

Tras presentar a sus músicos, Fonsi se marcha para volver a salir en menos de un minuto. Educado hasta para esto. Nos dice que se quiere ir bailando y… ¡aquí está de nuevo! Versiona su propio Despacito, esa canción de plastilina de la que se apropia todo el mundo. El auditorio enloquece, todos bailando y cantando con el artista puertorriqueño. Impresiona. Hace mucho calor y los brillos y los bronceados imposibles refulgen aún más si cabe con los sudores. No parece que le importe a nadie. Venga, reconozco que me he motivado y lo doy todo. Hasta canto y me hago vídeos a los que pondré corazones y florecitas. No me reconozco. Eso sí, confieso que me encantan las verbenas de pueblo y eso es exactamente lo que parece esto, solo que en glamuroso.

Purpurinas, vestidos enanos o monos estrechos, sombras de ojos metalizadas y muchas melenas rizadas, para ellas, y polos de fiesta (en colores Pantone), brillantina en el pelo y pantalones algo apretados, para ellos. Todo es excesivo. Marbella en su plenitud y a esto no hay quien le gane. Starlite ha animado el verano como solo Gunilla von Bismarck y Alfonso de Hohenlohe habían sabido hacerlo. No es lo mismo pero recupera la esencia, al menos en apariencia, y ofrece de regalo una ristra de música en vivo. Si el alcalde en Málaga apostó por la cultura en forma de museo aquí lo han hecho por lo más parecido en versión marbellí: conciertos glam (es un decir) y ballets tipo Las Vegas.

Cuando acaba nos vamos al escenario pequeño donde un ballet que podría ser el de un crucero está cantando grandes éxitos a viva voz y con gran vozarrón. Después comienza un Dj reguetonero con mucha actitud que pincha a Shakira, Maluma o Enrique Iglesias como si todos fueran uno. La juventud conoce los temas. Me alegra ver que un grupo grande de adolescentes a las que habría que pedir el carnet cantan emocionadas pero no perrean al bailar. Algo es algo. O no, quién sabe. Nueva generación. Es su música, son sus bailes. La fiesta continúa para quien quiera hasta las seis de la mañana pero a mi se me han quitado las ganas. Acabo de descubrir que me han censurado por primera vez en Instagram… Han eliminado mi vídeo de 20 segundos de Despacito. No me lo puedo creer. Debe de ser cosas de los súper grandes éxitos. Dicen que no tengo derecho, que la canción no es mía. Pero ahí se equivocan, hace ya tiempo que Despacito dejó de pertenecer a nadie para ser de todos.

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