Una veterana contra el cáncer
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Cada miércoles, el grupo de Los Veteranos de ASION (www.asion.org), formado por once jóvenes mayores de 18 años que en su día sufrieron un cáncer, se reúne en la sede de la ONG para organizar el taller de fotografía que llevan a cabo en diferentes hospitales madrileños. El objetivo de su labor solidaria es ofrecer una actividad de ocio a los chicos que están ingresados por la misma enfermedad que ellos padecieron. Mediante las relaciones que establecen, se pretende fomentar la empatía para llegar a compartir abiertamente miedos y sentimientos. Y familiarizarse con el mundo de las cámaras, los objetivos y los zooms es la excusa perfecta para establecer esos lazos y fomentar la esperanza
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Mesa de trabajoLos Veteranos se reúnen y revisan el material fotográfico realizado durante cada semana. Mientras seleccionan las imágenes que más les han gustado, comentan las experiencias compartidas con los chicos enfermos. Una hora después, Tamara, revisa la agenda para planificar quién, qué día y a qué hospital van a visitar a los chavales enfermos. «El objetivo de este taller es dar otra imagen de los niños enfermos de cáncer. ¡Ya está bien de enseñar siempre al niño sin pelo y blanco de piel! ¿Por qué no mostrar la de los niños divirtiéndose con amigos, riéndose a carcajadas o practicando rappel, como hice yo durante un campamento de verano organizado por ASION?» afirma Tony, de 28 años, recuperado de una leucemia mieloide aguda que sufrió cuando tenía nueve.
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Una pequeña familiaTony, Alberto, Tamara, Patricia y Estefanía salen del hospital con la sensación de haber hecho un buen servicio a los demás: «Cuando hemos llegado, una niña de trece años se ha mostrado muy tímida y no quería que le hiciese fotos con el pelito rapado, pero con el paso de los minutos, no solo ha pedido que se las hiciera, sino que me ha preguntado por mi enfermedad y si pasé miedo», cuenta Alberto. Desde que comenzó este taller, en el mes de mayo de 2010, Los Veteranos se han hecho grandes amigos y confidentes. El hecho de haber sufrido todos cáncer y el haberse implicado en este proyecto les ha hecho cómplices.
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En el hospital«No olvidaré el primer día que fui a impartir el taller de fotografía al Ramón y Cajal. Me recorrió un escalofrío cuando vi el cartel de ‘oncología’, porque hace años era yo la enferma y la que recibía la visita de los voluntarios. Por eso me vuelco tanto en estos niños e intento contagiarles buen ánimo en cada visita», dice Estefanía. «En el hospital, uno sabe cuándo entra, pero no cuándo sale. Si fuera por los niños, ellos desearían que te quedaras para siempre, porque allí el tiempo pasa muy despacio. Por eso, nuestro objetivo es que estén entretenidos y piensen poco en la enfermedad», explica Patricia, de 25 años.