Arriba las pestañas
El proceso es largo
Todo depende de las pestañas que quieras, pero prepárate para un par de horas de no mirar el móvil. Estarás con los ojos cerrados y unas manos colocándote unas pestañas “dramáticas”. Hay quien dice que es lo más relajante que le ha pasado en el último mes y que han dormido durante la sesión cual bebés. No ha sido mi caso.
Cuando veas tus nuevas pestañas no podrás evitar pensar en lo mal que te ha tratado la naturaleza.
Una vez que la esteticista pone un espejo delante de tu cara y ves tus nuevas pestañas perfectas piensas en lo bonito que sería que fueran tuyas, reales, sin trampa ni cartón. Pero también aprendes que es el fin de la edad de la inocencia? Muchas de las pestañas perfectas que ves por la vida, incluidas las de muchas actrices de Hollywood salen de una sala de extensiones. Ahí lo dejo.
Con tus nuevas pestañas adquieres una nueva responsabilidad y un poco de trabajo.
Es cierto que ahorras tiempo por las mañanas. Ya no necesitarás hacer crecer tus pestañas con rimmel (aunque yo a las dos semanas ya estaba otra vez con la máscara en ristre, eso sí evitando las waterproof, que luego no puedes frotar mucho para quitarla), pero las pestañas se mojan cuando te duchas y hay que secarlas para no parecer una especie de murciélago mojado. En algunos sitios, sobre todo en Estados Unidos venden unos pequeños secadores especiales que complican y encarecen un poco más el asunto. Otra cosa es que sí insistes en seguir con el rimmel tienes que buscar uno con base acuosa, al igual que el desmaquillante. En cualquier caso, no debes ponerte rimmel cada día. Además, créeme ya no lo necesitarás. Eres una diva. En serio.
Batir las pestañas se convertirá en un hábito
Yo me he pillado a mi misma haciéndolo todo el rato. Y da como un subidón. Paso por el espejo y práctico una rápida caída de ojos y luego pestañeo muy rápido unas cuatro veces seguidas. Es un ritual que te subirá la autoestima aunque estés en pijama y con un grano en la frente.
No esperes que mucha gente se de cuenta del cambio en tu vida
Creía que me iban a parar por la calle para preguntarme “lo de mis pestañas”. Creía que en la oficina todo el mundo me iba a preguntar y tendría que darles a todos la tarjeta del sitio, pero no. Nadie parece darse cuenta del truco, como mucho te ven más guapa pero no saben por qué. Y de eso se trata, ¿no? Es eso lo que esperamos de un tratamiento cosmético que funcione pero que nadie se de cuenta.
Tener solo un puñado de pestañas postizas es mucho peor que no tener ninguna.
Las pestañas se empiezan a caer solas a partir de la segunda o tercera semana. Aunque me prometieron que no se me caerían las mías, alguna sí perdí por el camino. Hay que tratar de resistirse a la tentación de arrancar las últimas extensiones que quedan. Duele. Así que mi consejo de experta es: Paciencia y déjalas que se caigan a su ritmo.
La vida sin extensiones de pestañas es más fácil pero más vulgar
Una vez que vuelves a tu ser -léase a tus pestañitas insignificantes- recuperas la comodidad y algunos buenos hábitos como restregarte la cara con la toalla o dormir con la almohada encima de la cara. Vuelves a usar contorno de ojos sin preocuparte por si serán óptimos para tus pestañas, etc. Pero la vida se torna más aburrida. Dejas de probar nuevos peinados, de ponerte sombreros, de abanicar el viento con aire de superioridad y pestañas largas. Incluso dejas de usar determinados vestidos y zapatos dignos de la diva que ya no eres… hasta que te vuelvas a colocar tus extensiones de pestañas.