Teresa Perales, rumbo al éxito

Su actitud positiva la ha convertido en un referente. La medallista paralímpica Teresa Perales, embajadora de Fundación Telefónica, es un ejemplo de superación. Ya prepara los juegos de Río de Janeiro 2016.

Teresa Perales, embajadora de la Fundación Telefónica

Teresa, además de seguir entrenando es escritora, conferenciante, fue Diputada en las Cortes de Aragón, es diplomada en Fisioterapia y experta en coaching personal y, a pesar de todos sus logros y méritos ella se ve, simplemente, como una "mamá leona".

Nadadora de alto nivel, medallista, fisioterapeuta, escritora, expolítica, coach... El currículo de Teresa Perales, a sus 39 años, es extenso. Pese al trepidante ritmo que lleva, mantiene una sonrisa perpetua y muestra una actitud positiva ante la vida.

A los diecinueve años sufrió una neuropatía y perdió la movilidad en ambas piernas. Pero esta experiencia tan dura transformó su mundo y buscó una nueva aventura: aprendió a nadar, entrenó duro y comenzó a cosechar éxitos.

Ha firmado un acuerdo de colaboración para los dos próximos años como embajadora de Fundación Telefónica, que la apoyará en su sueño por batir el récord mundial de natación y hacer historia en los Paralímpicos de Río de Janeiro 2016. Sus seis recientes medallas (dos de oro) en el Campeonato del Mundo de Natación de Glasgow avalan sus grandes posibilidades ante la cita olímpica. También colaborará en proyectos de empleabilidad, educación, acción cultural y voluntariado. 

Uno siempre tiene una versión más reducida de sí mismo. ¿Qué te define más? ¿Quién es Teresa Perales?

Mamá. Mamá de mi hijo y puede que de alguno más. Soy una mamá leona y creo que eso engloba todo.

Tu vida sufrió un cambio repentino, ¿en qué momento algo hace clic y decides sacar a relucir tu parte más luchadora?

Es cierto que a veces dicen que hay un cambio radical después de tocar fondo. En mi caso, fue algo muy  paulatino: por ejemplo, dejé de mirarme los dedos de los pies a ver si se movían y eso supongo que fue el principio de todo. No fue un día concreto ni lo recuerdo, pero ese podría ser el comienzo.

Y, evidentemente, en mi caso es el deporte el que más ha marcado esas puertas abiertas, el que más me ha ayudado a ver que había vida detrás de algo que parecía horrible y lo que más me ha hecho ser capaz de decir a la gente: "Mira, vamos a quitar los dramas, de lo que, es verdad, pueden ser situaciones muy complejas." Quedarse en silla de ruedas no es plato de buen gusto, es algo complicado, es incómodo y la sociedad no está preparada... Pero tiene solución. No digo que la solución sea andar de pie, pero puedes seguir con tu vida. Si solo me quedo en mi drama, pierdo todo lo que la vida puede ofrecer, y la verdad es que te da muchas cosas.

«El deporte me ha abierto las puertas. Si solo te quedas en tu drama, te pierdes todo lo que la vida puede ofrecerte.»

Imagino que hay que decir «voy a aprovechar todo lo que tengo», ¿no?

Sí. Yo tengo una teoría, que es la de la felicidad del espiralismo. Una vez alguien me dijo: "Es muy egoísta esto que dices de que debes ser el centro de tu propia espiral de optimismo y felicidad." 

Yo creo que es más bien al contrario: creo que es maravilloso repartir sonrisas y hacer que la gente se sienta mejor porque todo empieza porque tú te sientes bien, porque estás equilibrado y eres capaz de transmitir alegría, porque has sido capaz de ver la esencia de la felicidad, que no está en lo material. Que te sientes bien cuando tienes más cosas materiales, es cierto, pero que estás viva y eso es un regalo que no apreciamos, también.  A menudo, pregunto  en mis conferencias: "¿Cuántos habéis dado las gracias esta mañana por levantaros de la cama?" Por lo general, aunque haya alguna excepción (una o dos), nadie levanta la mano, porque damos por hecho las cosas.

 ¿Qué crees que ve en ti la gente que te apoya, para la que en muchos casos eres un referente?

¡Es que no me siento referente de nadie! Yo hago las cosas como me salen, no por crear escuela ni nada de eso, ¡qué va! Es, simplemente, por los valores que tengo y por intentar no ser egoísta. Creo que si quiero transmitirle algo a mi hijo, tengo que hacerlo con el ejemplo. Y por eso entreno, y por eso trabajo, y por eso hago las cosas que hago y con la actitud con la que las llevo a cabo. Así, él entenderá algún día que cuando quieres algo no vale simplemente con decirlo con la boca pequeñita, ni siquiera solo soñarlo (aunque eso sea el principio de todo). Yo soy muy defensora de los sueños y creo que hay que soñar a lo grande, pero después tienes que desarrollar tu plan de acción, tener el camino trazado.

¿Cuándo sentiste que tu experiencia podía ser valiosa para otras personas?

Tengo una norma y es no decir que no, por si acaso me pierdo algo, ¿sabes? Primero digo que sí y luego me llevo las manos a la cabeza. Así fue como escribí, por ejemplo, mi libro. Me lo propusieron y, aunque no lo veía claro, de esa primera conversación salí diciendo que sí, que lo hacía. Y con las conferencias sucedió prácticamente lo mismo: me empezaron a llamar y seguí. No estaba en mi plan de acción, pero surgió y, mira, era tímida a la hora de expresarme en público, tenía pánico al micrófono, pero empecé a pensar que la gente no iba a reaccionar mal, seguramente al contrario: iba a contar una experiencia de vida que puede ser algo incluso bonito, así que la empecé a explicar, vi que a la gente le interesaba y después ya las he ido incluso perfeccionando y tengo hasta varios tipos y temáticas. Es algo que me apasiona. Miras a la gente a los ojos y conectas. Hay algunas personas que incluso meses después de una conferencia me siguen escribiendo... ¡Es increíble!

«En mis conferencias pregunto: “¿Cuántos habéis dado las gracias esta mañana por levantaros?” Lo damos por hecho.»  

«En mis conferencias pregunto: “¿Cuántos habéis dado las gracias esta mañana por levantaros?” Lo damos por hecho.»

 Ahora te estrenas como embajadora de Fundación Telefónica, ¿cuál es tu cometido?

Pues, se trata de un acuerdo mutuo. Voy a tener el apoyo de Fundación Telefónica para mi carrera deportiva, en el camino a los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016, y como contraprestación, yo voy a ofrecer mi forma de vida, mi visión de las cosas. Vamos a organizar, por ejemplo, el Hackathon. Todos Incluidos para encontrar talentos tecnológicos entre los jóvenes españoles con una intención de eliminar barreras de género. Y esa visión que yo tengo es algo que no únicamente es compatible con los valores de la Fundación sino que, además, es algo que ha encajado a la perfección, de una forma natural. Es creer en el emprendimiento, ver que el talento puede ser algo genético pero también trabajo y mucho entrenamiento, no creer en los imposibles, darte cuenta de que todo puede llevarse a cabo salvo lo que no intentas. Es la máxima que yo llevo todos los días: la carrera no termina hasta que no has tocado pared. Así que la idea es ayudar a cambiar la vida de otras personas. Me han puesto una alfombra roja para cumplir otro de mis sueños: contribuir a cambiar las cosas para aquella gente que, en principio, no cuenta con las mismas oportunidades que puedo tener yo.

Los deportistas profesionales vivís momentos muy duros, más aún los paralímpicos: ¿De dónde salen las fuerzas para meterse en la piscina y seguir adelante?

Es cierto: es difícil llevar la soledad del día a día. La puesta en escena de subirse al podio, de tirarse a la piscina, pase lo que pase, es preciosa, pero hasta llegar ahí hay muchos días de dolor físico, de incomprensión por parte de tu entorno, porque te sientes agobiado, porque las cosas no están saliendo como quieres… Y, ¿cómo lo gestionas? O bien con el recuerdo de algo maravilloso o bien con el deseo de repetir esos momentos maravillosos. Es la actitud lo que tienes que poner a flor de piel.

El año que viene te presentas a los Juegos de Río de Janeiro, pero, ¿cómo ves tu vida de aquí a diez o veinte años?

Me planteo las cosas a largo plazo, pero tampoco en exceso. Tengo el plan de acción hasta llegar a Río, aunque no cierro la puerta a seguir compitiendo después. Es algo que voy pensando habitualmente, todos te preguntan cuándo te retiras y cuanto más lo hacen, más pienso: "o me retiro todavía." Soy maña, muy cabezota, así que tengo la puerta abierta y luego veré lo que va pasando. Después de los Juegos de Londres, en 2012, también valoré que debía empezar a pensar en retirarme, pero me fui poniendo el plazo de un año, luego otro… y aquí me tienes. Mientras el cuerpo aguante y esté en posición de ganar medallas, no hago daño a nadie, así que yo sigo intentándolo.

 

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