Entrevista con Vanessa Hessler

Melena rubia, curvas voluptuosas, mirada sugerente, labios carnosos… La nueva princesa del cine europeo es la sex symbol más deseada.

Entrevista con Vanessa Hessler
Entrevista con Vanessa Hessler

Son las ocho de la mañana. Vanessa abre la puerta del apartamento 38G del Hotel Arts y entra con la inocencia natural de una lolita de solo veinte años que juega a seducir. Jeans, camiseta blanca, cárdigan de punto, cara lavada, mirada curiosa y la misma melena rubia larguísima que luce desde que tenía doce años. Como Brigitte Bardot en ‘Y Dios creó la mujer’, o la sueca Anita Ekberg en ‘La dolce vita’. Sensual, frágil y, sobre todo, voluptuosa. La modelo italoamericana, protagonista de ‘Astérix en los Juegos Olímpicos’ (2008) es, según la prensa francesa, la nueva Laetitia Casta. Una sex symbol que lleva tres años hechizando a la audiencia de Francia, Italia y Alemania desde la pequeña pantalla. La culpa la tiene el spot de un servicio de ADSL y su alter ego virtual, Alice, «es tan pura e inocente –explica ruborizada– que me sorprende que se haya convertido en un icono sexual».

¿Qué se siente al despertar tanto interés?

Resulta curioso, porque yo no me veo como una ‘sex symbol’. Soy demasiado inocente. Aunque reconozco que me gusta ser sexy.

En tu segunda película, ‘Astérix en los Juegos Olímpicos’ interpretas a Irina, la princesa griega más deseada.

¡Era uno de mis sueños de niña! Recuerdo el día que leí el guión por primera vez. Me imaginaba hablando ante una civilización rendida a mis pies.

Como Diane Krueger en ‘Troya’.

Vestida de princesa te sientes poderosa (risas). Aunque el primer día de rodaje, estaba un poco asustada. Me intimidaba compartir escenas con actores como Gérard Depardieu o Alain Delon; y, claro, tenía la presión añadida de ser la protagonista femenina de una producción internacional…

Antes solo habías trabajado en una comedia italiana, ¿no?

Fue una de las películas más taquilleras del año en Italia. De hecho, en su primera semana en cartelera, ¡superó incluso a la superproducción ‘King Kong’! Ese papel me dio el empujoncito que necesitaba para que la gente dejara de verme como una modelo e iniciar mi carrera en la gran pantalla.

Confiesa: ¿Cómo son Delon y Depardieu de cerca?

¿La verdad? Tuvieron mucha paciencia conmigo y me hicieron el trabajo muy fácil. Alain Delon es una persona increíble, con los modales de un príncipe. ¡Y Gérard Depardieu es tan divertido! Tiene un sentido del humor que te desmonta. Llevarse mal con él es sencillamente imposible.

¿Soñabas con ser actriz cuando eras pequeña?

En realidad, de niña si siquiera imaginaba que algún día sería modelo. Cuando iba al cole, quería ser detective privado (risas). Sucedió sin darme cuenta. Un cazatalentos me descubrió en Via del Corso, en Roma. Yo tenía quince años. Posar ante una cámara era para mí un juego. Un hobby que compaginaba con mis estudios hasta que, al cabo de un año, tuve que abandonarlos porque no tenía tiempo para asistir a clase.

¿Te arrepientes de haber tomado esa decisión?

En absoluto. De hecho, sigo estudiando, aunque, claro, a distancia. En esta industria tienes que saber utilizar tu cerebro. Una top model no es solo un cuerpo. Para llegar a lo más alto tienes que trabajar duro, tener experiencia, saber elegir los trabajos adecuados, tener una buena agencia que guíe tus pasos… Es muy complicado y sí, me gusta ser modelo. Pero también tengo otros objetivos.

Adelántanos uno de esos proyectos…

Matricularme en una escuela de interpretación. Quiero estudiar. Primero en Roma, porque es donde tengo mi base; y después, en Nueva York.

¿Es fácil adaptarse a la vida nómada de una modelo-actriz?

En realidad, nunca he permanecido demasiado tiempo en el mismo sitio. Mi familia es seminómada. Mis tres hermanos y yo hemos vivido a caballo entre Europa y América desde niños. Washington, Miami, Roma… Viajar es uno de los aspectos que más me gustan de mi trabajo.

¿Qué llevas contigo en la maleta?

Mi iPod y libros, sobre todo, novelas históricas. ¿La última? ‘Kabool Beauty School”, de Deborah Rodríguez, una peluquera estadounidense que narra su vida en Kabul, de 2002 a 2007, donde abrió su propio centro de formación estética. Intentar compararlo con nuestra vida es imposible. Allí las mujeres han vivido oprimidas por el régimen talibán durante años. Me parece increíble que una mujer tenga la fuerza y la valentía de dejarlo todo e irse a Afganistán a ayudar a esas mujeres.

¿Te gustaría vivir esa experiencia en primera persona?

Leer este tipo de libros despierta mi curiosidad, pero, mi vida es otra; y cuando tengo vacaciones, lo único que quiero es relax puro y duro. Escaparme a una isla y desconectar en la playa. Mikonos, Formentera… De hecho, la semana que viene me voy unos días a las Maldivas con amigos.

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