Entrevista a Jorge Drexler

Es uno de los compositores más respetados del panorama musical actual. Acaba de salir a la venta Cara B, un trabajo diferente, arriesgado, donde el público se convierte en elemento activo y donde Drexler demuestra una vez más que sus canciones no son solo canciones. La música convertida en un complejo engranaje.

Entrevista a Jorge Drexler
Entrevista a Jorge Drexler

Es difícil encontrar un músico con el que poder comparar a Jorge Drexler. Nacido en Uruguay, donde estudió la carrera de Medicina y ejerció con otorrinolaringólogo, y residente en España desde hace ya casi 15 años, el respeto que infunde este compositor entre su gremio es comparable a muy pocos. Es a la música castellano parlante lo que Leonard Cohen en el mundo anglosajón. Gracias a él, vimos como se puede fusionar a la perfección la música de autor con la electrónica. Sea (Virgin, 2001), es un disco de culto, y tras él, Jorge Drexler parece que no se cansa de innovar. Le llaman el cantautor de los intelectuales. Todo se transforma se ha transformado en un himno. Decidió que la canción con la que ganó un Oscar, Al otro lado del río, fuera solo un detalle en una carrera envidiable, restando importancia a la proeza.

Jorge Drexler está a punto de terminar la gira de presentación de este último trabajo, Cara B. Los días 12 y 13 estará actuando en el Teatro Albéniz de Madrid. Hemos conseguido robarle unos minutos para hacerle algunas preguntas.

¿Qué recuerdos te trae Libertad 8?

Muchos. Aún sigo yendo a tomar alguna copa por el barrio. El café Libertad 8 es el lugar donde aprendí a tocar en directo. Forma parte de mí. Recuerdo sobre todo, la cercanía con el público, con la gente. La exposición a la que uno se somete. Asusta. Fue mi universidad de interpretación, el sitio donde aprendí a tocar en vivo.

Es más difícil tocar para un público de 50 personas en Libertad 8 que para un público mayor, ¿no es cierto?

Fíjate, la gente piensa que no, pero tienes razón. La gente piensa que es más íntimo. Pero depende, la intimidad no depende de las dimensiones. Ahora mismo si me trajeran una guitarra y tocara para ti, estaría mucho más nervioso que si estuviera en un teatro. ¡Aunque la gente no me crea, es más difícil actuar en Libertad 8 que en el Rex. Estás muy expuesto. Y... sí, lo que más me gusta es alternar. Hay que hacer una ecuación. Es como el golf, que cambias de palo. Bueno, nunca he jugado al golf, pero parece ser que tienen un palo para cada tipo de golpe. Pues es igual, no hay que elegir el palo equivocado en la música.

En este disco juegas con los aplausos y los sonidos de la gente haciéndolos formar parte de la actuación. Cara B

Esa es la búsqueda, exactamente. Lo que se oye en el disco es lo que yo oigo en el escenario. Nunca me lo habían preguntado, pero sí. Me pongo con los cascos y la sensación mía es que estoy en el escenario. Es un juego de espejos. El público se pone en mi lugar y pasa a ser el intérprete. El público es un instrumento. Por eso Cara B, el público se pone en el otro lugar. Es muy gratificante. Un experimento. Si el público lo entiende, para mí este disco es un logro.

Sueles nombrar a menudo a The Beatles cuando hablas de tus referencias musicales. ¿Eres más de John o de George?

Es una decisión muy difícil – sonríe- .Efectivamente, tuve mi época de Paul McCartney cuando tenía 15 años, pero luego ya no. Entre John Lennon y George Harrison... Si me apuras me quedo con John.John Lennon para mí, transmite una emotividad... y canciones pues Julia, Beautiful Boy, Jealous Guy...son extraordinarias. El grado de emotividad que alcanza Lennon es algo que uno persigue infructuosamente toda la vida.

¿Hay alguna canción con la que hayas pensado “me hubiera encantado haberla compuesto yo”?

Hay tantas...Todo el tiempo lo piensa uno. Muchas de Caetano Veloso, cualquiera de Leonard Cohen, Volando Voy... miles.

Creo que eres muy valiente a la hora de componer. Cuentas cosas muy personales si comparamos con otro músicos que se quedan más con la forma y la rima que con involucrarse en la contenido de la canción. ¿Te arrepientes de haberte involucrado demasiado, de alguna frase que no debiste decir, de algún sentimiento que no debiste reflejar? ¿Quizás alguna canción en la que te hubieras desnudado demasiado y te hubiera gustado que hubiera tenido menos repercusión?

No. Además, creo que lo importante de una canción no es la repercusión. Bueno, sí en el sentido de repercutir en otra persona. Pero no, algunas me afectan más y cuesta tocarlas, pero creo que dije lo que tenía que decir en esos momentos y otra cosa muy importante es que no me interesa componer de algo que no me emociona. Por eso elijo escribir de cosas que me tocan muy de cerca y elijo no hablar específicamente de esas cosas en las entrevistas precisamente para eso, no sentirme observado y dejar siempre un margen de duda sobre que es ficción y que realidad. La emoción es el móvil.

¿Alguna de tus canciones que recojan un poco tu esencia? ¿Que sea simbólica de tu manera de ser, de sentir las cosas?

No. La vida del ser humano tiene un grado de complejidad tan grande, que una única canción sería imposible que lo resumiera todo. Todas son verdad, pero no se pueden mirar todas a la vez. Es como una bola de espejos. Perseguimos la realidad de manera fraccionaria. Es un holograma. De hecho lo que te dije antes, entra en contradicción con lo que te digo ahora. Una línea de una poesía de Borges resume toda su vida, pero al mismo tiempo ninguna la abarca toda. Es una contradicción, pero no lo es. La huella digital de un músico son tres o cuatro palabras. Con eso, ya sabes de qué va. Ya sabes como es. Pero a su vez, ¿qué te dice eso? A veces todo y a veces nada. La realidad es muy compleja.

Médicamente, ¿la melancolía es sana?

Yo creo que la melancolía es sana, porque es muy diferente de la depresión. La melancolía es una tristeza con un punto de fuga. Sobre todo con un punto de compasión hacia ti y hacia los demás. Hay una cierta idea de que eso le pasa a otras personas. Eso la hace una tristeza llevadera, es una tristeza compasiva.

Síguele la pista

  • Lo último